LASTIRI, EL JUDAS, EL FALSO MESÍAS DEL PRI

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Antes que por la mente de Blanca Alcalá pasara, contra su primera voluntad, competir por la minigubernatura de Puebla, Juan Carlos Lastiri Quirós ya pavimentaba su camino y su candidatura a 2018 con adoquines de traición, simulación y deslealtad.

La derrota de la senadora aún con licencia es, de hecho, la primera meta conseguida en la estrategia del millonario subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Sedatu.

Hizo acuerdos en ese sentido con gente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero también con el adversario, es decir, el morenovallismo.

Los primeros los cumplió a medias y en los segundos faltó abiertamente a su palabra y hay malestar; vienen sobre él vientos de revancha.

Tiene enemigos en los dos bandos.

Mientras más se recrudece la debacle de su partido en el estado, más consolida connivencias en la cúpula del gobierno federal, al igual que con los operadores estatales de tierra.

Así completa otro paso en su senda.

Perdió el PRI y, entre los muchos priístas que paradójicamente ganaron con ese fracaso, él es quien más obtuvo.

A pesar de sus crecientes adversarios dentro y fuera del PRI, Lastiri Quirós tiene todavía en la mano a muchos de los operadores priístas.

Ellos le deben cargos con altos suelos en delegaciones federales, principalmente, de las secretarías de Desarrollo Social (Sedesol) y de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu).

Cuenta con ex presidentes municipales que son líderes naturales de sus regiones, a quienes ha comprado al convertirlos en “gestores de obras”, con su respectiva tajada.

Tiene mano en el Congreso local e intenta meterla en la bancada poblana en San Lázaro.

Tiene al menos a una veintena de los poco más de 80 alcaldes priístas, a quienes les da obras o recursos y les tira línea.

El más lastirista de ellos y quien se ostenta como el “coordinador” de los presidentes municipales priístas es David Huerta Espinosa, de Tepeaca, ayuntamiento que más recursos federales recibe.

Ahí está la mano de Lastiri y la construcción de su proyecto, un proyecto que pisotea a los suyos e incumple con los de enfrente.

Tiene doble juego y ambiciones hambrientas.

Aunque el subsecretario se erige en público como el curandero más adecuado para la “operación cicatriz”, soterradamente empuja más la división.

Juega al Judas, al fariseo, por momentos, y al redentor, al mesías impostor, en otros.

El actual presidente del PRI estatal, Jorge Estefan Chidiac, no se atreve a criticarlo ni a enfrentarlo.

Tras su encuentro en privado, Lastiri lo exhibió en redes sociales como uno más de sus borregos, con el pretexto de la “unidad”, a la que nunca ha contribuido.

Lo mismo ha hecho con Enrique Doger y con el exiliado políticamente Mario Montero, y hasta vende espejitos y favores al impresentable y hoy sepultado en materia política, el ex gobernador Mario Marín Torres.

Su próximo movimiento, el que ha dejado ver con claridad, es apoderarse del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, pero ha tenido que retrasar su plan.

Lastiri tiene definida desde hace años su ruta y comenzó con acciones concretas desde hace casi dos, luego de consolidar su cercanía con Rosario Robles, primero su jefa en la Sedesol y ahora en la Sedatu.

Con el cuento de la Cruzada Nacional contra el Hambre se hizo de la simpatía y llamó la atención de Enrique Peña y de ahí a la subsecretaría de la Sedesol, que ocupó hasta finales de agosto de 2015, para mudarse luego a la Sedatu.

“La candidata tiene que ser tu tía”, decía con sorna para descartarse en 2016 y apuntar en esa contienda, a la postre perdida catastróficamente, a Blanca Alcalá, desde principios de 2015.

Entonces ya construía ese camino que lo ha llevado a traicionar, comprar lealtades, colgarse de apoyos artificiales y hasta pedir y acordar con el adversario.

Más de uno de sus operadores asegura que ya está pactada la entrega de Casa Puebla en dos años, si él es el candidato.

Fue siempre 2018 su objetivo y para ello está dispuesto a todo.

Sin embargo, Juan Carlos Lastiri Quirós está perdido hoy en su propio laberinto.

Dentro del PRI es visto como “traidor” y enfrente como poco fiable.

El juego del Judas y el falso mesías lo tiene hoy andando, con tumbos, un camino incierto y perverso.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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