Arturo Luna Silva
Fue hace unos días que se reunieron en Casa Puebla.
En privado.
Con sólo dos tazas de café como testigos.
Diríase que casi, casi en la “íntima intimidad”.
“Para hablar de política”.
El gobernador Mario Marín fue sorprendentemente amable y receptivo.
Y la presidenta municipal, Blanca Alcalá, pudo expresarse con confianza.
Como nunca.
Por primera vez en todo su trienio.
Hablaron de todo un poco: de los “traidores” en el PRI, de la sucesión 2010, de la elección del 5 de julio, del poder y sus usos y costumbres, de los medios de comunicación, y de los “ataques” recibidos por la alcaldesa en los últimos días en diferentes espacios de opinión.
Marín coincidió con Alcalá en que dinamitarla a ella y a su gobierno es lo mismo que dinamitar al PRI y sus candidatos.
Según una enterada fuente, el gobernador reconoció que, le pese a quien le pese, le guste a quien le guste, la presidenta es el más importante activo político del tricolor en la ciudad de Puebla.
Y que el PRI y sus actores deben cuidarla.
De hecho, quedaron de ir juntos de gira dos veces por semana, de aquí a la elección federal intermedia.
¿El fin?
Entre otros, despejar cualquier duda sobre su presunta mala relación.
Sobre ése, su “divorcio” tan anunciado.
Tan segura y tan feliz salió Alcalá que al día siguiente salió, segura, a pronunciar el mensaje.
El mensaje que el otro día, aquí, le comentaba.
¿Cuál?
Este –que ya ahora sí, y mejor, se entiende-:
“Hoy, me parece que uno de nuestros compromisos es fortalecer a las instituciones, es un compromiso en el que todos debemos involucrarnos y hacerlo de manera cotidiana. No hacerlo es apostarle al debilitamiento de las mismas; es apostarle a la destrucción del presente donde también, sin duda, todos saldremos perdiendo o, por el contrario, ponernos a trabajar implica una estrategia en donde todos salgamos ganando.
“Hemos visto, con cierta lamentación, cómo brota con fuerza incontenible la pasión desmedida. Parece que se trata de ver quién grita más fuerte, quién alza más la voz; no hay cabida para la razón política.
“Ante estas circunstancias, es necesario darle una oportunidad más a la mesura para que sustituya a la estridencia, la descalificación o el insulto. Sin duda, es tiempo de asumir con mayor compromiso la responsabilidad que la ley nos señala pero, también, de poder mostrar lo que significa cada una de las actividades cotidianas en el ejercicio del hacer público.
“Es tiempo de que rescatemos el sentido de lo que es la ética, lo que es el compromiso y lo que es la responsabilidad. Insisto: me parece que hoy, en todos los espacios, necesitamos apostar a la dignificación de la política y de hacer buen gobierno, ése que es sinónimo de compromiso, voluntad, decisión; realizar un cambio en la práctica política para privilegiar las propuestas, para ir dando avances a las ideas”.