Si pensábamos que el PRI y su candidata a la minigubernatura de Puebla, Blanca Alcalá Ruiz, no podían caer más bajo en la guerra de lodo, nos equivocamos. Si suponíamos que los priístas no podían hacer mayores ridículos, estábamos en un error. Las acciones que, de manera torpe y retardada, intentaron realizar este miércoles legisladores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde los congresos local y de la Unión, nos muestran que la desesperación, por su rezago en las preferencias electorales, a 24 días de la elección, es suprema.
La utilización y el lucro burdos del caso de San Bernardino Chalchihuapan y el uso de las tribunas de Puebla y de la Comisión Permanente del Legislativo federal para el enfrentamiento electorero, anuncian que el tricolor echará mano de todo: argucias legales, pero sobre todo ilegales; acciones pacíficas, pero muy probablemente algunas peligrosamente violentas, y argumentos con verdades, pero sobre todo con mentiras.
Elia Tamayo, madre del niño muerto en la refriega entre manifestantes de esa junta auxiliar de Santa Clara Ocoyucan y la policía estatal, el 9 de junio de 2014, fue llevada por los priístas al Senado de la República y presentada como voz estelar en una conferencia de prensa en la que legisladores de medio pelo, ningún peso completo como Emilio Gamboa, descalificaron al gobierno del estado y al candidato de “Sigamos Avanzando”, Tony Gali.
Esta acción reprobable, que encabezó Alejandro Armenta Mier, el coordinador de la campaña de Blanca Alcalá, se realizó a pesar de que la senadora con licencia había jurado -el pasado 4 de mayo- que nunca lucraría con la muerte del niño José Luis Tehuatlie Tamayo; sin embargo, ese luto es ya su estandarte.
Blanca Alcalá, quien padece la desmedida imprudencia de sus asesores, pero también carece de congruencia, dijo sobre este tema en una entrevista:
“Soy madre y la verdad es que ningún evento o acción le va a devolver a doña Elia Tamayo la vida de su hijo… primero debemos respetar su dolor”.
Hoy, el caso del que no habló como senadora por casi dos años, es el eje principal de su proselitismo, en el último tramo de las campañas.
No quedó ahí el show de los priístas, para el que incluso llevaron un camión con reporteros locales a la sede de la Cámara alta, en donde sesiona la Comisión Permanente en este receso parlamentario.
A su estilo, Armenta también azuzó y dirigió a Elia Tamayo a las oficinas del senador panista Javier Lozano Alarcón, coordinador de la campaña de Tony Gali, para -según el montaje- pedirle una audiencia. Luego, los cientos de bots del priísmo “denunciaban” que no fue recibida, pues no estaba en ese momento.
Mientras esto ocurría en los pasillos y en el llamado “chacalódromo” -lugar para las conferencias del prensa- del patio central de la sede del Senado, en el salón de sesiones, en donde trabajaba la plenaria de la Comisión Permanente, era olímpicamente ignorado un punto de acuerdo planteado por solamente por cuatro diputados del tricolor -Xitlalic Ceja García, César Alejandro Domínguez Domínguez, Mariana Benítez Tiburcio y Francisco Escobedo Villegas-, con el que se solicita a la Procuraduría General de la República (PGR) y a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) que investigue las finanzas personales de Gali Fayad.
Como ha ocurrido con otras similares, de nuevo la petición con tintes partiditas no llegó a tribuna, no fue apoyada por la mayoría del Grupo Parlamentario del PRI y ni siquiera lleva la firma de ninguno de los coordinadores de las dos cámaras el Congreso de la Unión. Fue un fiasco.
Más tiempo y oradores mereció en la sesión de este miércoles el punto de acuerdo, también del PRI, sobre las demoras de las aerolíneas. Contundente desdén del propio PRI al tema Puebla y su elección.
En tanto, en este miércoles de ridículo total de los priístas, en el Congreso del estado los diputados locales, del tricolor, Francisco Jiménez Huerta, y del Verde Ecologista, Juan Carlos Natale López, llevaron a tribuna acusaciones de que en Puebla hay una “elección de Estado”, a través de un punto de acuerdo con el que pretendían que se investigara los decomisos de la propaganda negra que se ha detectado al PRI y que fue trasladada en vehículos con presunto reporte de robo.
Al viejo estilo del Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuando en San Lázaro hacía performance con sus denuncias, el PRI mostró fotos y vociferó alegatos infructuosamente, pues la mayoría aliancista bateó su petición, con el previsible enojo, vergüenza y desazón de los querellantes.
El PRI ha entrado en ansiedad electoral. No sabe cómo remontar el abismo que se abre más, cuantas más encuestas se dan a conocer.
El problema grave y peligroso es que, en su desesperación, los priístas comienzan a dar los palos de ciego y a lanzar petardos sin ton y sin son.
Habrá que ver hasta dónde llegarán y qué son capaces de hacer este jueves, en el contexto del debate, para el que, como es costumbre, las porras juveniles y no tan juveniles de los abanderados se concentrarán afuera del Complejo Cultural Universitario (CCU), sede del encuentro.
Cuidado, la desesperación es un resorte para que salten las pasiones negativas.