Ahora que el viejo caudillo del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Andrés Manuel López Obrador, ha realizado su tercera visita de campaña a Puebla, bien valdría la pena que alguien le comentara que su candidato, el doctor en psicología social Abraham Quiroz Paredes, no sólo no levantó, sino que tampoco cumplió con las expectativas creadas por dicho partido para poder atraer los votos de un segmento importante de jóvenes y de la propia izquierda poblana. Tan grave es la situación que Quiroz le está quitando votos… hasta al propio AMLO, pues su base electoral no entiende cómo fue posible que mandara a la contienda a un perfil tan bajo como el del académico, un hombre bueno pero incapaz de hacer política.
Del mismo modo debería dar un “jalón de orejas”, como es su costumbre, a la dirigencia local de MORENA, puesto que han sido incapaces de construir una verdadera estrategia de campaña electoral para el estado. No tienen una agenda mediática local, carecen de iniciativa, no han sabido diferenciarse de todos sus adversarios políticos y sólo siguen jugando al activismo político.
Abraham Quiroz posiblemente no tenga la culpa, puesto que él mismo tampoco esperaba ser candidato a la gubernatura por parte del partido de López Obrador. De la supuesta encuesta interna que hicieron los dirigentes locales y después de excluir al abogado ambientalista René Sánchez Galindo, el académico Quiroz Paredes fue impuesto como la carta fuerte de MORENA Puebla, para participar en esta, que es su primera contienda electoral en el estado.
El maestro o profesor se ha dado cuenta que no es lo mismo estar en un estado de confort académico, que salir y conocer la realidad social y política en Puebla. El invento de MORENA les saldrá barato, puesto que es seguro que lograrán un tercer lugar en las elecciones de junio próximo, pues la candidata del PRD, Roxana Luna, ha hecho una campaña desastrosa y realmente no es una amenaza para ellos.
Sin embargo, MORENA debe de saber que su tercer lugar no será por haber hecho una gran campaña con los electores de todo el estado, sino por la fuerza que tiene la marca y el nombre de López Obrador. Tal vez con otro candidato, o candidata, MORENA estaría hoy peleando por el segundo lugar con la candidata del PRI-PVEM y PES, la senadora Blanca Alcalá.
No se necesita ser un genio para ver que la candidatura de Abraham Quiroz no prende, no anima, no emociona, no provoca, no atrae y tampoco es lo que los propios miembros de MORENA esperaban. Muchos de ellos sólo se conforman y encojen los hombros, y sólo alcanzan a comentar que no hay ni para dónde hacerse. Y es que el trabajo del candidato impuesto por la terquedad de AMLO ha dejado mucho, pero mucho qué desear; carece de discurso, de estrategia, de idea, de timing, de información, y sólo se limita a ir por las calles sin rumbo repitiendo las frases hechas de su jefe, “El Peje”.
En un pequeño comparativo político entre los puntos que le dan en las encuestas, que están alrededor de los 12, Abraham Paredes sólo aportaría dos a lo mucho y la marca de MORENA les dará los 10 puntos restantes.
Sin la presencia de López Obrador, esta campaña no es nada; tal vez por eso, tanto el candidato como los dirigentes estatales esperaban con verdaderas ansías la venida del místico dirigente nacional para otra vez sacar a pasear a sus militantes adormilados y para ondear sus banderas guindas.
Hasta antes de la gira de AMLO de esta semana por Puebla, no habían sido capaces de realizar ni un solo evento de masas para mostrar músculo y presumir los miles y miles de votos obtenidos por el partido del “frijol con gorgojo” en el estado en la elección federal de 2015.
Tampoco se han apoderado del nicho electoral identificado con la “izquierda” y en los hechos han preferido “pactar” con Roxana Luna una especie de acuerdo de no agresión y de cuidado y vigilancia de las urnas para el 5 de junio.
La burocracia de MORENA -Gabriel Biestro, junto con Carmen María y Fernando Jara- sólo esperan que los votos les caigan del cielo, pues en los hechos no hacen nada por rescatar dicha campaña y lo único que les gusta es aparecer en la foto con “El Peje”.
Un ejemplo: en el evento de Ayoxuxtla, el pasado 10 de abril, no convocaron a nadie, no había asistentes y tuvo que ser un dirigente social que no es de MORENA, quien les salvó el mitin por el aniversario del asesinato de Emiliano Zapata. Hasta la esposa de AMLO, la ex reportera Beatriz Gutiérrez, se dio cuenta del gris panorama.
Como vil copia del PRD, este grupo tiene el control de todo el pequeño aparato partidario, a nadie dejan hablar y sólo ellos se encargan de liberar los recursos de las prerrogativas.
Han tenido que suspender eventos por falta de asistentes y creen que van muy bien sólo porque ya suman unas 3 mil visitas a su página oficial en redes sociales, pero a la fecha han destinado muy poco presupuesto para fortalecer la propaganda de Abraham Quiroz, ausente mediáticamente por lo demás de los grandes temas de la campaña. Podría marcar con inteligencia y argumentos la diferencia en las discusiones bizantinas y los intercambios verbales entre Tony Gali y Blanca Alcalá, quienes no paran acusarse mutuamente de corrupción, pero don Abraham o no quiere o no entiende o de plano no puede.
En estructura electoral, están por debajo de lo esperado, pues aún no cuentan con todos sus representantes de casilla en el interior del estado; en la ciudad de Puebla, los datos son peores, nada tienen y sus cifras reportadas a sus dirigencia nacional son falsas.
En la pasada sesión del Consejo Consultivo, los cerebros de MORENA expresaron su molestia puesto que el estupendo trabajo que hicieron sobre el programa de gobierno para Puebla, fue echado al archivo muerto por Biestro y su grupo. Ningún medio de comunicación serio lo retomó o destacó, a pesar de su valía.
El sociólogo Carlos Figueroa no aparece en la campaña, su única aportación es emitir boletines desde el DF para apoyar a los llamados “presos políticos” y llegar a cobrar como investigador. Los diputados federales, como Rodrigo Abdala, andan igual, sólo quieren saber la agenda de AMLO para acompañarlo con todo y asesores.
Los comités municipales y distritales de MORENA no tienen información de nada, no son convocados y mucho menos saben cuándo son las elecciones.
Abdala, junto con sus jóvenes universitarios, trabaja para el 2018, en coordinación con Fernando Bravo Navarro, el único que trata de salvar la estructura electoral para el día D.
Por estos días AMLO anda de nueva cuenta en Puebla, donde es evidente que la minigubernatura en juego le importa poco, así como el destino de su gran candidato. AMLO está más interesado en hacer campaña para sí mismo que en ayudar verdaderamente a Abraham Quiroz a desempeñar un papel más digno. AMLO luce desinformado de las coyunturas de la política poblana y sus tronantes declaraciones contra el PAN, el gobernador Rafael Moreno Valle y el candidato Tony Gali, se escuchan fuera de tono. Y por lo tanto poco suman a la causa de Quiroz.
En realidad, MORENA en Puebla vive una coyuntura lamentable. Pudo ser una gran opción para el electorado joven y para los votantes duros de la izquierda, pero no concretó nada.
Se convirtió de la esperanza a la desesperanza. Y si quieren aportarle algo a su líder moral para el 2018, algo deberá hacer el propio “Peje”, para cambiar el estado de cosas en la dirigencia local de este partido.
¿O me equivoco?