A la pobreza de ideas, liderazgos y estrategia de la campaña de la candidata del PRI-PVEM-PES a la minigubernatura, Blanca Alcalá Ruiz, hay que sumar también la pobreza económica que comienza a repercutir en la fuga de sus operadores de tierra por toda la entidad.
Sí, la campaña de Blanca Alcalá no tiene ni para las tortas a las que tan acostumbrado está el PRI para sus acarreados en los actos proselitistas, los que se están realizando con donaciones, de prestado o con artículos, infraestructura y movilización de cuates, en toda la entidad.
Los recursos que había prometido el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) no llegan y se han encendido los focos rojos en el tricolor, pues la estructura de movilización, encabezada por cientos de RGA (Representantes Generales de Activismo), nomás no tiene ni para la gasolina, menos aún para las dádivas que les solicita la gente cuando le van a pedir el apoyo para la senadora con licencia.
Los RGA, que antes recibían generosos apoyos con tres meses de antelación al arranque de campañas, ya están dejando de hacer su labor de convencimiento de los líderes regionales y la gente en general, y algunos incluso ya están tocando la puerta de enfrente.
Lo más que han recibido son las camisetas, de muy mala calidad por cierto, que llevan el logo de la candidata.
Tampoco han recibido recursos los RGE (Representantes Generales Electorales), que son quienes se supone vigilarán las casillas y desde ahora deberían estar vigilando al adversario.
A unos como a otros, la diputada local Silvia Tanús Osorio, encargada de esa área en el Comité Estatal, les dice que ya mero, que la semana que viene, que ya no tarda. Pero nada llega y, al contrario, muchos se están yendo a la campaña de Tony Gali.
El CEN del PRI y su presidente, Manlio Fabio Beltrones, ofrecieron apoyo incondicional a la candidata, a su equipo y a la estructura (RGA y RGE), pero al correr ya la segunda semana de campaña, nada aterriza y la senadora con licencia está haciendo campaña de saliva, acompañada de las horribles y corrientes camisetas y una que otra botellita de agua que se reparte en sus actos.
Muchos de sus seguidores y militantes priístas comienzan a quejarse de que son ellos los que deben pagar el sonido, los desayunos y las comidas, porque no hay nada de la candidata.
Eso sí, Alcalá pagó 5 millones de pesos por hacer su “Visión de Estado”, un documento descafeinado, a José Luis Flores, su ex compañero en el gabinete estatal del ex priista y hoy senador de “izquierda” Manuel Bartlett. Por cierto, Flores fue el frustrado delfín de aquella época, fracaso político del que nunca ha podido levantarse.
Esa “Visión de Estado”, que vino a presentar a Puebla el mismísimo Beltrones, evidenció su pobreza de ideas, presentó los qué, pero no los cómo, y de plano no impactó. Un error, otro más de Alcalá y su equipo.
Una fuente confiable describió que no solamente se trata de que no han bajado los recursos, sino que cuando bajen, serán muy escasos, pues el monto total de ministración para la alianza de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Encuentro Social (PES), no superará -desde el tricolor- los 348 millones de pesos, contando lo que aporten el CEN, el gobierno federal y las prerrogativas de ley. 348 millones de pesos totalmente insuficientes para ganar.
Parafraseando al legendario Carlos Hank González, con aquello de que “un político pobre es un pobre político”, la campaña de Blanca Alcalá nos está mostrando que una campaña pobre es una pobre campaña.