PAN-PRI: empate técnico

Arturo Luna Silva

Por diversos factores nacionales y diferentes variables locales, pero el escenario poblano para el próximo 5 de julio empieza a decantarse con claridad hacia un marcador de 8 a 8. Un empate técnico en toda regla.

Sí, la mitad de los 16 distritos en juego para el PAN y la otra mitad para el PRI, que sufre una notable caída en las preferencias ciudadanas y que ha reaccionado tarde, y posiblemente mal, a la agresiva –y por eso mismo efectiva- campaña mediática de sus contrincantes panistas, más entrenados en la guerra sucia y el marketing electoral.

Sondeos recientes en manos de partidos emergentes reflejan que la actual contienda se caracteriza por su alta competitividad. Según las estimaciones, 38% de los votantes elegiría al PRI, 35% al PAN, 17% al PRD, 5% votaría por el Partido Verde y el 5% restante apoyaría a otros partidos, con una participación estimada de 39% del padrón.

Una razón por la cual tiende a cerrarse más la puja por San Lázaro es que el electorado todavía no ha definido su preferencia por completo, debido a que las campañas no le han ofrecido ningún atractivo (han sido, de hecho, las peores que se recuerden en décadas) y a los cambios en los porcentajes de identidad partidista.

El porcentaje de personas que se definen como independientes aumentó 13 puntos en las últimas semanas, mientras que el porcentaje de priístas disminuyó de 30% en enero a 25% en mayo, el de panistas de 27% a 21% y el de perredistas de 12% a 9%. Es previsible que, conforme nos acerquemos a la elección, suba el porcentaje de población que se considera independiente.

La contienda 2009 también se caracteriza porque más de dos terceras partes de la población (69%) sabe la fecha de la elección y más de la mitad (61%) cree que es muy probable que participe en los comicios, mientras que 21% dice que es algo probable que participe. El gran número de personas que sabe la fecha de la elección se explica principalmente por la abundancia de propaganda electoral y no tanto, como en comicios pasados, porque la población esté interesada en el proceso electoral mismo.

Es importante señalar que el porcentaje de electores con alta probabilidad de votar disminuyó ligeramente después del brote de influenza humana; sin embargo, aún no es posible determinar de manera definitiva esta relación causal o si la epidemia –sin duda sobredimensionada en los medios por el gobierno federal- tendrá un impacto negativo en la participación electoral.

Los resultados de las encuestas más serias revelan también que el nivel de aprobación del presidente Calderón no es tan malo como dice el PRI ni tan bueno como presume el PAN. Ronda el 64%, mientras que el porcentaje de personas que reprueban su labor es de 26%, cifras similares a las del mes de enero. La popularidad de Calderón es la principal carta de Acción Nacional en esta contienda y por ello el partido gobernante pide, en su publicidad, que los votantes apoyen al PAN para así respaldar al presidente en su lucha contra la delincuencia y el narcotráfico. El dato que vale la pena está en que quienes aprueban al presidente tienden a votar más por el PAN que quienes reprueban su desempeño, y contra eso poco o nada pueden hacer los priístas.

En resumen: en Puebla, como en el resto de México, se vive un escenario de contienda cerrada, cerradísima; una reñida disputa entre PRI y PAN en un contexto caracterizado por la insatisfacción generalizada con el rumbo del país y la situación económica.

La exigencia de un cambio es mayor que a principios de año.

Si el PAN logra su objetivo de fijar la agenda en el combate a la delincuencia y el narcotráfico, la elección se mantendrá relativamente competitiva.

En cambio, si la oposición y especialmente el PRI logran posicionar el tema económico como el principal tema de estos comicios, Acción Nacional quedará en un lejano segundo lugar.

Aunque eso sí: el tiempo se acaba y eso beneficia al PAN.

El marcador de ocho distritos para el PRI y ocho para el blanquiazul luce hoy, entonces, como el más viable. Un virtual empate técnico que parece ser, además, el mejor negocio jamás realizado tanto por el PRI de Mario Marín como por el PAN de Felipe Calderón, quienes ya antes han sabido ponerse de acuerdo en la repartición del pastel electoral; en 2006, por citar un ejemplo.

gar_pro@hotmail.com

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