Cuentan que quien se muere de ganas por figurar en un papel estelar en el equipo compacto del virtual candidato del PAN a la minigubernatura, Tony Gali Fayad, es el inefable Fernando Morales Martínez, subsecretario de Desarrollo Político y Participación Ciudadana de la Secretaría General de Gobierno (SGG).
Pero son tantas sus ansias que ha ido de tropezón en tropezón, perdiendo en cuestión de minutos el de por sí escaso crédito y la nula autoridad política de quien, enfermo de protagonismo, sueña en convertirse en una especie de coordinador “especial” de la campaña.
La última de este singular personaje se platica de mesa en mesa, causando grandes sonrisas entre quienes la transmiten.
Un día, relatan, se presentó al “cuarto de guerra” de Tony Gali con una, según él, “genial” propuesta: un organigrama de la campaña.
Con esta estructura, presumió a todos los presentes, el triunfo de Gali está asegurado.
No reparó en que su dichoso organigrama era más extenso que la Biblia, pues contemplaba ¡hasta 25 coordinadores y otros tantos subcoordinadores! a cargo de toda clase de áreas, la mayoría innecesarias, duplicando funciones y burocratizando lo que, por la brevedad de la campaña, forzosamente deberá ser práctico y sencillo.
Más tardó Fernando Morales en presentar su gran propuesta que ésta en ser total y tajantemente desechada por quien verdaderamente funge como coordinador… Coordinador general de la campaña.
Cuentan que más de uno se vio en serios problemas para aguantarse la risa ante tamaño ridículo.
“Eso pasa por invitar a cualquiera al cuarto de guerra”, se oyó por ahí, pero Morales Martínez hizo como que no escuchó y en los siguientes días siguió, terco, tratando de convencer a Gali de que él puede tener un papel preponderante en la campaña, aunque los hechos –y los dichos- lo desmientan.
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Que exactamente una semana antes del quinto informe del gobernador de Puebla, se realizó un discreto desayuno privado que más bien tuvo todas las características de un destape.
Los anfitriones fueron los diputados federales del PAN y la invitada especial, y única, la secretaria general del partido en el estado, la señora Martha Érika Alonso de Moreno Valle.
Por el tono de los discursos, y de los mensajes, a todos los presentes quedó claro que el 2018 sí está entre los planes de la ex presidenta honoraria del SEDIF.
Poco, o más bien nada, se habló de la elección de junio próximo; todo lo que ahí se dijo apuntó hacia la gubernatura de 6 años.
Un proyecto grande que se construye con gran seriedad –quién sabe si viabilidad- desde Casa Puebla.
Hasta alguien se atrevió con un “sin lugar a dudas, estamos con usted”.
De los diputados federales, solo faltó Sergio Gómez Olivier, por esos días muy molesto porque, según él, ha sido completamente ignorada la promesa de construirle un zoológico en su distrito, Tehuacán.
Pero todos los demás acudieron, y asintieron.
Y tanto que parece que ya hay jugadora para el 2018.
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Que no cabe duda que el peor enemigo de un priísta poblano es otro priísta poblano.
Y es que aún no se formaliza la candidatura de Blanca Alcalá y algunos de sus compañeros de partido ya empezaron a trabajar en su… derrota.
La misma medicina aplicada a Javier López Zavala, en 2010, y Enrique Agüera, en 2013.
En esa ruta, no falta el que cuenta que para aceptar la candidatura, a la que siempre-siempre dijo no, la todavía senadora negoció, y muy bien, con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien para terminar de convencerla le ofreció una “cláusula de protección” en caso de que no logre recuperar Casa Puebla para el PRI.
Es decir: un úsese si las cosas fallan.
Dicha “cláusula de protección” es una Embajada en un país por determinar, con el aval del mismísimo presidente de la República y el visto bueno, por supuesto, de Emilio Gamboa Patrón, el verdadero gran operador detrás de la candidatura de Blanca Alcalá, auténtico “fiel de la balanza”.
¿Será?
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Que el más feliz con los plazos y términos de la convocatoria del PRI dada a conocer este domingo es Javier López Zavala.
Y es que, gracias a dicha convocatoria, tiene casi un mes para acabar de afinar su negociación… pero con el grupo morenovallista, a quien ya se ha ofrecido como candidato del PSI a la minigubernatura.
López Zavala calcula que vale unos cinco puntos.
Cinco importantísimos y valiosos puntos.
Cinco puntos que obviamente le quitaría a Blanca Alcalá, contribuyendo, así, a la derrota del PRI, como en 2013.
López Zavala va que vuela para la boleta electoral, aunque públicamente el delegado priísta, Rogelio Cerda Pérez, jure y perjure que no ve al “compañero Javier traicionando a su partido”.
Pero el candidato esquirol está por nacer.
Y es que López Zavala ya no tiene nada que perder.
Si se queda en el PRI, gana porque le van a dar lo que quiere, o la mitad de lo que quiere, y sin necesidad de apoyar a Blanca Alcalá, por quien no moverá un solo dedo.
Y si se va, también gana, pues garantizará varios melones y las sandías que quiera.
Mejor, imposible.