Fuentes acreditadas del Comité Ejecutivo Nacional del PRI aseguran que será la próxima semana cuando, por fin, el presidente del partido, Manlio Fabio Beltrones, se ocupe del (espinoso) caso Puebla y ponga orden en un proceso interno que, ante la debilidad y pequeñez de la dirigencia estatal, amenaza con acabar en rupturas, divisiones y resentimientos.
Y es que, si no hay cambio de planes, el martes 19 de enero, los aspirantes a la candidatura a la minigubernatura estarán firmando el denominado “Acuerdo de Unidad por Puebla”, a través del cual se comprometerán por escrito a mantener la disciplina y a apoyar al candidato (a) que resulte elegido (a) por el partido conforme a los procedimientos estatutarios y en los términos de la convocatoria correspondiente, que se prevé sea publicada alrededor del 4 de febrero.
Beltrones sigue el modelo impuesto al PRI de Sinaloa, donde este miércoles los precandidatos signaron un acuerdo similar, con el compromiso de apoyar el registro de un solo aspirante en el momento en que el CEN defina los términos de la convocatoria para seleccionar a quien resulte candidato.
Según las fuentes, el martes estarán siendo convocados al Comité Ejecutivo Nacional la senadora Blanca Alcalá, el ex alcalde y ex rector Enrique Doger, el delegado de la Sagarpa, Alberto Jiménez Merino, el ex diputado federal Javier López Zavala y el presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político (ICADEP) del PRI, Guillermo Deloya Cobián.
Se analizaba la participación de la senadora Lucero Saldaña y sobre todo del subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri Quirós.
Además de la secretaria General del CEN, Carolina Monroy del Mazo, serán testigos de honor –testigos de piedra- la presidenta del Comité Directivo Estatal, Ana Isabel Allende Cano –cuya cabeza pende de un hilo-, y el delegado del CEN en el estado, Rogelio Cerda Pérez, quien poco, o nada, ha hecho por detener la obvia división que existe en el partido desde el momento en que, a finales del año pasado, empezó a trascender que ya hay candidata y que esa no es otra que Blanca Alcalá.
Omisiones que, como era de esperarse, han generado irritación en los finalistas del proceso, especialmente Enrique Doger, quien lo ha expresado claramente a través de sus redes sociales y durante las reuniones que ha sostenido en corto con su equipo de trabajo y algunos liderazgos priístas, a quienes ha dicho que la “cargada” a favor de Alcalá es preludio de ruptura y una señal clara de que el PRI perderá la elección a la minigubernatura porque, como en 2010 y 2013, el partido llegará dividido y con rencores a los comicios.
Y es que, como se ha dicho, la falta de una “operación cicatriz” ha sido el peor pecado de los jerarcas del PRI; la falta de aseo político y el descuido en las formas, han complicado un proceso interno que ya de por sí se esperaba convulso.
¿Llega a tiempo el “Acuerdo de Unidad por Puebla” impuesto, casi con fórceps, por Manlio Fabio Beltrones?
¿Funcionará para garantizar la disciplina de quienes, pese a su perfil competitivo, no resulten ungidos?
¿Qué dará, u ofrecerá, el CEN a los perdedores a cambio de sumarse a la candidata o al candidato?
¿O todo será parte de una puesta en escena, en la que los actores dirán públicamente que sí aceptan la decisión del partido pero, en los hechos, actuarán a traición y cobrarán venganza, como es la naturaleza de los priístas poblanos?
No falta mucho para saber las respuestas.