La pregunta de quién necesita más a quién, si el PRI al ex gobernador Mario Marín Torres para regresar a Casa Puebla o él para revivir, desde un cargo legislativo federal, su carrera política, ha sido respondida recientemente y ya en varias ocasiones por el delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor, Rogelio Cerda Pérez, en reuniones con líderes y legisladores.
En encuentros privados a los que también ha asistido la presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE), Ana Isabel Allende Cano, el enviado de Manlio Fabio Beltrones a Puebla ha ido dejando en claro a la cúpula estatal del tricolor que el góber precioso no tiene autoridad moral para suponer que su voz será definitiva en la selección de la candidata o candidato y en el diseño de la estrategia del priísmo para 2016.
¿Lo habrán entendido ya los priístas?
Lo tiene claro Marín.
De ahí se explicaría con claridad el activismo desmesurado del ex mandatario y su juego con tres distintas cartas, como ya describimos hace unos días en este espacio.
Se ve que Marín sí lo captó.
En las reuniones con los diputados locales en pleno, que se dio el pasado lunes, así como por separado con algunos federales, pues se ha tenido que suspender ya en dos ocasiones la de todos juntos, por los trabajos del Presupuesto de Egresos, que fue aprobado el pasado jueves, el delegado ha escuchado a los priístas poblanos, quienes han abordado repetidamente el tema de 2013, en el que le fue tan mal al PRI en la entidad.
Sobre el particular, el delegado ha recibido un alud de evaluaciones lastimeras sobre el abandono en que el CEN dejó a los poblanos y la “arrastrada” que su dirigencia nacional permitió que les diera el gobernador Rafael Moreno Valle, la peor de la historia del priísmo estatal.
Ante ello, el doctor en derecho y miembro del club alpino, Rogelio Cerda Pérez, quien en la pasada legislatura federal fue representante de Cadereyta, Nuevo León, dijo con contundencia “vamos a ganar, venimos a ganar” en 2016.
Aunque sus palabras han sido “motivadoras” para algunos, en otros prevalece el escepticismo.
En todos esos encuentros ha surgido el nombre de Mario Marín.
Y es que hay seria dudas de cuál será su papel y cuál su peso específico en la definición de la candidata o candidato del PRI a la minigubernatura.
Es entonces cuando Rogelio Cerda echa la mirada atrás y recuerda a los priístas poblanos sus yerros.
Les ha recordado la contienda de 2010, cuando por primera vez en Puebla el tricolor perdió porque ya no pudo convocar al voto más allá de su estructura o porque se “entregó”, luego del gobierno descomunalmente desprestigiado que encabezó Marín.
El neoleonés ve una analogía entre Puebla y Oaxaca. Cita los excesos de Héctor Ortiz y la ingobernabilidad en el estado vecino, que lo tuvieron al filo de la desaparición de poderes, y lo compara con el caso poblano, el tema Lydia Cacho y Mario Marín, ya de todos conocido.
En los dos temas, a la hora de elegir candidatos a la gubernatura, Eviel Pérez Magaña allá –hoy senador–, y Javier López Zavala acá –hoy nada–, Cerda describió una analogía: que ambos delfines fueron “decisiones, ocurrencias” impulsadas por los mandatarios en turno, a pesar de las evidencias de que se trataba de pésimas opciones.
Cuando los gobernadores o ex gobernadores se encaprichan es que perdemos, soltó el delegado del CEN, como una lápida para la reflexión.
Si sus interlocutores, legisladores locales y federales y líderes priístas, entendieron o no la señal entre líneas, con el tiempo se verá.
Lo cierto es que ese mensaje, que también fue dicho en la reunión que en privado sostuvo Marín con Manlio Fabio Beltrones, el pasado 28 de octubre, ya llegó hasta el góber precioso. De ahí que hoy juegue para Blanca Alcalá, para Enrique Doger y, ya como hobby y por no dejar, con Alberto Jiménez Merino.