La que no sólo sigue anotada para la minigubernatura del 2016, sino construyendo al interior de su partido, el PRI, por si las circunstancias –y sólo ellas- la convierten en la candidata, es Blanca Alcalá Ruiz. Cuentan que la senadora y presidenta del Parlamento Latinoamericano lleva varios días entre el Distrito Federal y Puebla, estableciendo contacto con algunos de sus compañeros priístas, tomando el pulso a una contienda que se acelerará en el momento justo que Manlio Fabio Beltrones, “Don Beltrone”, asuma formal y oficialmente la dirigencia nacional del tricolor, es decir, a partir del próximo 20 de agosto.
El pasado fin de semana, como se supo, Blanca Alcalá estuvo en Zacatlán a invitación del subsecretario de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la Sedesol, Juan Carlos Lastiri Quirós, otro fuerte aspirante a la minigubernatura, quien la convidó a la feria de la localidad y a dar el banderazo de salida a la Cuarta Carrera Familiar por la Salud, que el funcionario federal y su familia organizan año con año y en la que participaron más de 2 mil personas.
Este jueves al medio día se sentó con el diputado federal Enrique Doger Guerrero, con quien tomó café e intercambió puntos de vista sobre la política en Puebla; más tarde, la senadora hizo lo propio con el diputado federal electo Jorge Estefan Chidiac, su amigo, con quien comió en un conocido restaurante de la ciudad.
No será extraño que en los próximos días, ya sea aquí o en la capital de la República, se le vea reuniéndose con el resto de los suspirantes a la candidatura, como Alberto Jiménez Merino, Alejandro Armenta Mier, Juan Manuel Vega Rayet y hasta Javier López Zavala, quien va en serio en su segundo intento de llegar a Casa Puebla, aunque esta ocasión sea para un plazo tan corto de un año y 8 meses.
Blanca Alcalá es de las que cree que sólo la unidad del PRI poblano, la de a de veras, no la de dientes para afuera, permitirá empezar a crear condiciones para la recuperación del poder en el estado, aunque entre sus rivales haya quien insista en bajarla una –y otra y otra vez también- del 2016.
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Donde, por cierto, sigue el movimiento es en la notaría del ex gobernador Mario Marín, ubicada en la 2 Sur esquina con 37 Poniente de la colonia Huexotitla.
Y es que hasta ahí no dejan de llegar comisiones y grupos de campesinos, amas de casa y hasta comerciantes, para pedir “línea” sobre la minigubernatura.
Como en sus mejores tiempos, el “góber precioso” se erige en pastor del rebaño y, sin ningún complejo, les pide apoyar “con todo” a su candidato, el delegado de la Sagarpa, Alberto Jiménez Merino.
“Hay que apoyar al ingeniero, es el hombre que garantiza la unidad y el triunfo del PRI”, dice con base en quién sabe cuáles encuestas, al tiempo que esboza una sonrisa.
Marín, que pretende convertirse a fuerza de destapes en el factótum del PRI, estuvo el pasado viernes 7 en Acatzingo, donde repitió similar escena ante presidentes auxiliares, líderes y seccionales, nostálgicos de aquellos tiempos (ni tan remotos) en que el oriundo de Nativitas Cuatempan era el Gran Dios sexenal que, como tal, todo daba o todo quitaba.
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Este sábado estará en Puebla el dirigente de Morena y sempiterno aspirante presidencial, Andrés Manuel López Obrador, para cumplir una intensa agenda de actividades e iniciar el trabajo político de cara al 2016, donde su partido sin duda será factor determinante, para bien o para mal, en la sucesión estatal.
AMLO ofrecerá una rueda de prensa en la sede del Comité Ejecutivo Estatal del Movimiento de Regeneración Nacional y una conferencia sobre la situación socioeconómica y política nacional en el Sindicato de Telefonistas.
También se le espera en Atlixco y San Martín Texmelucan, donde encabezará mítines y diversas reuniones con sus simpatizantes.
Tras las elecciones del pasado 7 de junio, Morena se colocó como tercera fuerza política en Puebla, con más de 150 mil votos, suficientes para hacer ganar, o hacer perder, al PAN o al PRI en 2016.
Su primer lugar en las encuestas presidenciales, la política de alianzas, los posibles candidatos del partido para la minigubernatura y la administración de Rafael Moreno Valle, seguramente estarán presentes en los discursos y en las declaraciones de López Obrador, acompañado de su principal operador en el estado, el ex mandatario Manuel Bartlett Díaz, con todo y su costal de conocidos resentimientos ante una Puebla que gobernó pero que, según él, nunca lo entendió.
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En otro frente político, este fin de semana la maquinaria morenovallista obrará el milagro de la multiplicación de los votos en el proceso interno del nuevo dirigente nacional del PAN.
Como en los chistes con final predecible, se da por descontado el triunfo aplastante del favorito del grupo en el poder, el queretano Ricardo Anaya.
La meta es alcanzar 20 mil o más sufragios en el estado, negando cualquier oportunidad al “gallo” de la ultraderecha local, Javier Corral, cuya anunciada “rebelión de las bases” terminó siendo una farsa, al menos en Puebla.
Preámbulo de lo que pasará en las siguientes horas es la decisión del TEPJF de avalar el Listado Nominal de Electores que se usará en la elección del domingo, al considerar como “infundados e inoperantes” los argumentos de Corral sobre el crecimiento atípico y la afiliación corporativa de militantes, un asunto operado desde aquí, por el morenovallismo, en buena parte.
“Contundencia”, es lo que ha pedido Moreno Valle a sus operadores y eso se verá en los principales centros de votación de la entidad, con el sello de la casa, pues siguen vigentes los acuerdos (ni tan secretos) con Anaya de cara al 2018, por más que en su campaña –que este viernes habrá cerrado en Puebla- el virtual presidente del CEN panista haya intentado marcar distancia con quien, diría Corral, hasta le palomeó su planilla… y algo más.