LA CAÍDA DE PEÑA NIETO

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Los números no mienten: el 79 por ciento de los mexicanos culpa al gobierno de Enrique Peña Nieto de la fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. Esto según una encuesta que, por si fuera poco, ubica la aprobación del presidente de México en 34 por ciento, la más baja de lo que va de su gestión.

El sondeo, del diario “Reforma”, apunta que el aspecto peor evaluado del gobierno federal es su política contra la corrupción, seguido por la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.

La caída del presidente es brutal. Por el túnel donde se escapó el capo de capos también se evaporó el escaso respaldo ciudadano que tenía Peña Nieto, el mandatario peor evaluado a estas alturas del sexenio desde Ernesto Zedillo.

En efecto: el cúmulo de problemas en que se ha metido el gobierno de la República en los últimos meses ha rebajado a mínimos históricos la popularidad del titular del poder Ejecutivo, objeto de escarnio y burlas cada vez más subidas de tono en redes sociales, un reflejo exacto de un sentir generalizado de hartazgo y decepción: Peña Nieto ni sabe ni quiere ni puede con el país.

Inaugurar un estadio vacío –el de los “Rayados” de Monterrey, este fin de semana- para evadir la rechifla del público, es algo más que una metáfora del declive del poder presidencial.

De acuerdo con la encuesta –dada a conocer el pasado viernes y que confirmó los peores temores de Los Pinos-, solo el 34 por ciento de los mexicanos aprueba su labor.

La fuga de “El Chapo” de una prisión de –es un decir- “máxima” seguridad ha sido tan solo un detonante más de la caída en picada de la confianza.

Y es que el 79 por ciento opina que el gobierno es responsable del monumental fracaso; el 87 por ciento cree que el narcotraficante contó con ayuda de altos funcionarios para poder escaparse, y solo el 13 por ciento confía en que la evasión tendrá alguna consecuencia de carácter penal contra los servidores públicos que le sirvieron de cómplices, algo que a la fecha no ha sucedido.

Pero eso no es todo: el aspecto peor valorado del gobierno priísta es su política contra la corrupción, ya que el 76 por ciento la considera desfavorable. Le siguen, la lucha contra el narco y el crimen organizado, con el 75 por ciento.

Es obvio que en el ánimo nacional aún permanecen intactos tanto el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa como el escándalo por la mansión (la “Casa Blanca”) de la esposa del presidente, la actriz Angélica Rivera.

Aunque objetivamente con Peña Nieto se ha reducido la tasa de homicidios respecto a las cifras que se alcanzaron con el panista Felipe Calderón, asuntos tan graves como Ayoptzinapa o los sucedidos hace poco en Jalisco, donde fueron asesinados en una emboscada del crimen 15 policías, hacen que la sociedad tenga poco optimismo de que las cosas van a mejorar a corto plazo.

Un dato que no se debe menospreciar de la encuesta de “Reforma” es la mala calificación que Peña Nieto alcanza entre más de mil líderes de opinión: 84 por ciento reprueba totalmente su trabajo.

La caída del presidente no la frena nadie. Solo es cosa de recordar cómo ha venido perdiendo paulatinamente el respaldo de los ciudadanos, incluso de quienes votaron a su favor en 2012.

Cuando tomó posesión (diciembre de 2012), tenía una aprobación del 61 por ciento; en abril de 2013, descendió a 50 por ciento, y en noviembre de 2014, dramáticamente pasó a 39 por ciento. Su última evaluación, correspondiente a julio de 2015, es de 34 por ciento, por lo que no es exagerado afirmar que la fuga de “El Chapo” le costó al menos cinco puntos.

Lo más grave es que ni Peña Nieto ni su gobierno parecen haber tocado fondo, pues la crisis de popularidad, aprobación y credibilidad se agudiza dados los malos resultados económicos del país. Con el regreso del PRI, México sigue siendo desigual, bipolar y una auténtica fábrica de pobres, dados los últimos resultados dados a conocer por el Coneval, la entidad que mide la miseria nacional: se agregaron a la pobreza 2 millones de personas (ahora son 55.3 millones) y los ingresos de 90 por ciento de los ciudadanos se redujeron de forma drástica.

Peña Nieto llegó al poder con una plataforma en la que la prioridad eran las reformas estructurales para el crecimiento económico. A la distancia, todo terminó en un sonoro fracaso, pues, según la encuesta, el 69 por ciento de los ciudadanos dice estar peor económicamente hablando que hace un año. Los bolsillos de los mexicanos siguen esperando, por ejemplo, los efectos de haber permitido la inversión privada en el sector petrolero, un jugoso manjar solo para las mafias empresariales y políticas del sector energético.

Sí, los números no mienten. De hecho, parece que, faltándole un buen trecho, el sexenio de Peña Nieto ya terminó.

gar_pro@hotmail.com

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