Varios son los factores que inciden en el fracaso de la estrategia presumida por Enrique Peña Nieto en materia de política social, de manera particular en Puebla. Y es que la llamada Cruzada Nacional Contra el Hambre no ha generado el impacto social originalmente esperado y la miseria en la que viven miles de familias poblanas, dista mucho de la numerología argumentada por los funcionarios federales en los acostumbrados mítines sabatinos concurridos por los condicionados beneficiarios de programas de asistencia social.
El fracaso de la Cruzada tiene diversas causas y el más representativo ha sido la anteposición de los intereses políticos y electorales a los sociales, que ocurre en todos los niveles y comienza desde la inicial imposición de Trinidad Barrón en la Coordinación de la Cruzada Contra el Hambre en Puebla por parte de Rosario Robles Berlanga.
Pero los funcionarios de Peña Nieto en Puebla parecen más inclinados a procurar la frustración de la estrategia estrella del presidente de la República para combatir la pobreza, pues al interior de la delegación poblana de la Sedesol existe una disputa encarnizada por controlar los recursos y en la que Juan Manuel Vega ha tomado partido, obligado por compromisos políticos e ilusionado por la idea de manejar los programas con claros intereses políticos a favor del partido político que alguna vez dirigió en el estado de Puebla, el PRI.
Solo así puede entenderse la incorporación de Israel Carbente Corona en la coordinación de la Cruzada, en sustitución de Trinidad Barrón García, ante la proximidad de los comicios electorales federales. Todo parece indicar que a Vega le urgía tener un operador político en ese cargo, lo cual podría ser comprensible en la inmundicia del ámbito político mexicano; sin embargo, la capacidad e inexperiencia de Carbente es notoria.
A Carbente se le puede recordar por su insignificante papel en aquella guerra de enanos aspirantes a dirigir al PRI municipal, orquestada contra Juan Carlos Lastiri en los tiempos en que dirigió al PRI estatal; algo que debe reconocerse es que la hermandad marinista entre Vega y Carbente es a prueba de fracasos, aunque estos le peguen al presidente Peña.
Es verdad: la fidelidad del “Jefe Vega” con sus amigos es manifiesta y se refleja en la nómina, también así puede explicarse la permanencia de Ariel Álvarez Arronte en la Coordinación Administrativa de la Sedesol poblana; Vega ha mantenido su postura de conservar en el cargo al hermano del operador político de la campaña de Mario Rincón González, candidato panista a la diputación federal por Tepeaca, el mismo ex priista, hoy morenovallista, Ariel Álvarez Arronte.
Se podrán exponer múltiples argumentos en defensa de Ariel Álvarez, pero no hay que perder de vista un dato relevante: Omar Álvarez Arronte, fiel a su modus operandi, ha implementado una campaña negra en la que sobresale la pinta de bardas para denostar en el distrito tepeaquense no sólo al candidato priísta Alejandro Armenta Mier, sino también al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto; pese a ello, por mandato de Vega, Ariel seguirá siendo su administrador, aunque Omar siga denostando a Peña al tiempo en que Ariel Álvarez junior seguirá asistiendo a Juan Carlos Lastiri en las oficinas de Rosario Robles.
Ahora que lo saben, ¿cuál será el sentir de la nutrida pléyade de priístas poblanos en orfandad política, económica y laboral?
Sea cual sea el sentimiento, a los que encontraron lugar en la burocracia federal les importa poco, como les vale poco que la pobreza siga galopante; sí, esa miseria que más se exhibe cuanto mayor es la cantidad de pobres que de manera obligada asisten los días sábados a los rancios mítines llamados Asambleas Públicas realizadas en las principales plazas de los principales municipios poblanos.