Otra vez, sin asomo de vergüenza, el presidente municipal de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres, decidió mostrar su incongruencia –y supina ignorancia- al pronunciarse abiertamente en contra de la ley que sanciona a quienes dañen la propiedad ajena, en el caso de monumentos históricos, hasta con 6 años de prisión, la cual se aprobó este martes en el Congreso del estado de Puebla.
Tan sencillo de entender el fondo del asunto, pero el J.J. insiste en hacerse la víctima, envolviéndose a nombre de la sociedad en una bandera que honestamente le queda muy grande.
Si el alcalde de Movimiento Ciudadano –un día morenovallista, al otro antimorenovallista, mañana lópezobradorista, hoy coordinador electoral del PRI- recorre las calles del municipio que dice gobernar, se podrá dar cuenta que las pintas vandálicas en sitios de valor histórico son numerosas.
Ojalá se decida salir de su oficina y hacer una simple caminata, o subir a su caballo más cercano –vestido, como le gusta, de charro-, para constatarlo.
Corto de memoria, incongruente, neopolítico que actúa con el hígado antes que con el cerebro, a José Juan Espinosa habría que recordarle que a finales de 2014, cuando su administración inició el retiro de grafitis en edificios, la directora de Obra Pública y Movilidad Urbana, Dulce Gudelia Báez Quintero, señaló que el 50 por ciento de ellos se haría nuevamente a los pocos días; además aceptó que con ello se daña la imagen de San Pedro Cholula como Pueblo Mágico.
La pregunta sería:
¿Le interesa a José Juan Espinosa combatir o no los asuntos que afectan a la ciudadanía?
Y es que un presidente municipal que decide adoptar medidas populistas y se resiste a aplicar la ley que reglamenta actos vandálicos que se ejecutan día con día en nuestras ciudades, lo único que demuestra es su preocupación y desesperación por subirse al ring político-mediático, a tan sólo unos pasos de la contienda electoral intermedia de este 2015.
Entre otras cosas, José Juan olvida que hoy gobierna por y para la gente, y que sus posturas las debería dejar para el líder de un partido político, para un activista con ganas de figurar, para un candidato con aspiraciones, para un porro de barrio bajo, o para un fanático obsesionado con pegar por pegar, para sacar ganancia electoral.
¿O será que él es, o pretende ser, todo eso al mismo tiempo?
Serénese señor alcalde, no sea que le vaya a salir el tiro por la culata.