Directo al corazón de la corrupción priísta. En ese sentido han ido las documentadas revelaciones del periódico The New York Times sobre los ex gobernadores de Oaxaca y Veracruz, José Murat Casab y Fidel Herrera Beltrán, respectivamente, quienes poseen diversos inmuebles de lujo en esa ciudad estadunidense, valuados en millones de dólares. Pero lo más interesante de todo es que otros connotados priístas, como por ejemplo Mario Marín Torres, estarían en idéntico predicamento, pues para nadie son un secreto las fuertes inversiones realizadas por el ex gobernador poblano en la Unión Americana –donde incluso es copropietario de una cadena de restaurantes de comida rápida-, España, Panamá y algunos paraísos fiscales.
Tema sin duda que entrará de lleno dentro de la agenda electoral de este año, la situación patrimonial de los ex gobernadores mexicanos está hoy más vigente que nunca.
Y es que se acumulan y acumulan los casos de corrupción, incluso al más alto nivel del poder presidencial, y en México no pasa nada ni cuando pasa: la impunidad sigue ganando todas las batallas. Ahí están, por ejemplo, las residencias de Enrique Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y Luis Videragay, así como los exclusivos relojes del dirigente del PRI, César Camacho, entre otros casos del patrimonialismo –ese eterno vivir fuera del presupuesto es vivir en el error- llevado al extremo.
Según el influyente The New York Times, la familia del ex gobernador de Oaxaca, José Murat Casab, posee por lo menos seis propiedades en Estados Unidos, entre ellas dos inmuebles de lujo en la ciudad de Nueva York, donde también un hijo del ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, y uno del ex alcalde del municipio nuevoleonense de San Pedro Garza García, Fernando Margáin, son dueños de un condominio.
Con un valor aproximado de 5.44 millones de dólares, dos condominios de lujo en Nueva York, junto con otros cuatro inmuebles, pertenecen a la familia del exgobernador oaxaqueño, de acuerdo con el largo reportaje de The New York Times titulado “Una familia política mexicana con nexos cercanos al PRI, y sus casas en Estados Unidos”.
Las propiedades de los Murat –por cierto ya con prospecto de candidato del PRI a la gubernatura en Puebla- se componen de dos condominios en un centro para esquiar en el estado de Utah, otro en la Isla del Padre, Texas, y dos más en la isla de Manhattan, Nueva York. “En Nueva York, los hijos de Jose Murat han vivido por periodos de tiempo en uno de los más modestos condominios de lujo en el edificio Time Warner Center, con vista a Central Park”, se destaca en el artículo del rotativo estadunidense.
El reportaje, que forma parte de una serie de investigación periodística que comenzó a publicar The New York Times el pasado fin de semana sobre políticos y empresarios estadunidenses y extranjeros, dueños de condominios y casas de lujo en Nueva York y los sospechosos métodos que usan para adquirirlos, ha puesto a temblar a muchos en Puebla, incluido por ahí hasta un célebre ex rector de la BUAP y alguno que otro ex presidente municipal.
Y es que no escapan a ese oscuro esquema de adquisición de inmuebles, joyas y autos de lujo –es muy conocido el Ferrari de Mario Marín junior en Miami, Florida- que hoy sale a la luz pública. “La propiedad de las casas fue con regularidad no muy transparente, por la variación de los nombres de los familiares registrados en los títulos de propiedad o por medio de empresas fantasma a nombre de las cuales adquirieron los inmuebles”, destaca el reportaje del diario neoyorquino.
La revelación de las propiedades de la familia del exgobernador de Oaxaca y del hijo de Fidel Herrera, son sólo un grano de arena más a los escándalos sobre la famosa Casa Blanca, adquirida a la contratista gubernamental Higa por parte de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, y la que el propio mandatario tiene en Ixtapan de la Sal, Estado de México, y la de su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en Malinalco, también en la entidad mexiquense.
Pero un grano de arena que podría volverse un alud de tierra, para desgracia de varios poblanos, entre ellos destacadamente el “góber precioso”, que en estos años ha movido su dinero en Estados Unidos, España y Panamá, principalmente, donde se ha hecho –a nombre propio o de testaferros diversos- de varios edificios y negocios que no resistirían la más mínima auditoría para saber el origen de los fondos con que fueron adquiridos.
Si en diciembre pasado –en medio de la peor fase del caso Ayotzinapa-, el ex gobernador Mario Marín se libró de una aprehensión cantada e instrumentada desde Los Pinos por razones políticas de legitimidad presidencial, es probable que no corra igual suerte si de repente, como no queriendo la cosa, las revelaciones periodísticas internacionales lo llegan a alcanzar. La bomba sería atómica: devastadora para él, en lo personal; para sus candidatos a diputados federales, en general, y en especial para su partido, un PRI históricamente caracterizado por el enriquecimiento (muy explicable), los conflictos de intereses y el uso del erario como patrimonio personal, pero nunca tan expuesto como ahora.
Como diría el clásico: cuando veas las barbas de tu vecino cortar…
Y sobre todo en plena época electoral.
Al tiempo.