Este domingo -último del mes de abril-, en las 611 juntas auxiliares de los 217 municipios del estado de Puebla se elegirá a los presidentes mediante el método que cada Cabildo haya decidido en sus respectivas convocatorias. En muchas de ellas, se impone sin embargo la tradición, fuente de engaños por parte de los partidos políticos que intervienen de forma encubierta, y los usos y costumbres, que permiten plebiscitos singulares en los cuales los seguidores de uno u otro candidato se forman a determinada hora y se cuentan uno a uno, ganando quien reúna la mayoría de las simpatías y la credibilidad social.
Estas prácticas comunitarias son parte de la democracia directa, en la que los vecinos eligen al mejor ciudadano para gobernarlos, para hacer respetar la vida propia de sus pueblos y comunidades, para garantizar con ello los equilibrios políticos y para evitar sobre todo los abusos de los ediles municipales con sus pueblos.
Las juntas auxiliares son los espacios territoriales de muchos pueblos olvidados, son la segunda instancia de gobierno de un ayuntamiento, son comunidades que resguardan sus propias identidades y que defienden su entorno social y cultural. Lo mismo sucede con las cientos de inspectorías municipales, también con los barrios o localidades.
Existen gobiernos auxiliares que son más grandes que los propios municipios o cabeceras municipales; de hecho, a lo largo de la historia muchas juntas han querido convertirse en municipios, pues son pueblos que se sienten ignorados y condenados al ostracismo político, social y económico.
Otros más están más cerca de otros municipios que de los suyos en términos administrativos. No forman parte de los cabildos municipales, no son tomados en cuenta para obras y programas sociales, no los escuchan y mucho menos son atendidos. La mayoría tiene seguridad pública, otros muchos no cuentan con oficinas propias y mucho menos con infraestructura material. Son excluidos y marginados por los presidentes municipales y sus cabildos.
No tienen autonomía, no tienen ingresos propios, no son parte activa para detonar el desarrollo municipal y ninguno de los tres poderes les hace caso.
Salvo las juntas de la capital del estado (17), que tienen otro estatus político y administrativo, mejor atención por el ayuntamiento local y por su población un peso importante en la ciudad, las demás están sujetas a la Ley de Herodes: o te chingas o te jodes.
Es decir, sus presidentes auxiliares son impuestos por los ediles para su conveniencia política, y en la mayoría siguen estando igual o peor que hace dos o tres décadas, no importando de qué color u origen partidista sean sus gobiernos municipales.
Todos, absolutamente todos hacen lo mismo con ellas: les imponen los presidentes auxiliares que ellos quieren; no les entregan suficientes participaciones; no los toman en cuenta en los cabildos municipales; no forman parte de los Coplademun para el desarrollo municipal; no les llegan los programas sociales; les imponen obras; los regidores no reciben pago alguno, el apoyo municipal solo les alcanza para pagar una o dos personas y solo cuentan con el manejo del Registro Civil, sin bien les va, aunque ahora muy acotado ante las recientes reformas en la materia.
También el juez de paz y el agente subalterno les son impuestos por el presidente municipal, que ejerce un poder absoluto y arbitrario sobre la vida de estos pueblos, en su mayoría ignorantes y arrinconados ante la pobreza y la miseria, el subdesarrollo y la falta de oportunidades.
Este domingo, más allá de las polémicas estériles y absurdas sobre la participación abierta o indirecta de los partidos políticos, esa realidad no será modificada.
Los nuevos ediles subalternos serán electos para “gobernar” por primera y única vez por cuatro años y ocho meses.
Y a pesar de que las juntas auxiliares son espacios comunitarios, que tienen historia, que son necesarias para la gobernabilidad, para la alternancia política y para generar contrapesos políticos necesarios ante muchas de las arbitrariedades y los abusos de los alcaldes, que se sienten amos y señores, siguen estando olvidadas y menospreciadas por las autoridades estatales, municipales y federales.
No solo son los caciques locales y los malos ediles municipales quienes lastiman y siguen lacerando la vida social de las 611 juntas auxiliares, también lo son todos los partidos políticos, quienes lucran con la vida comunitaria de estos espacios municipalistas. Sólo ven en ellas ganancia electoral y control político, mediante el clientelismo, la manipulación y la corrupción.
Las juntas auxiliares merecen un nuevo trato, conservar su espacio de comunidad y que ellas mismas elijan a sus gobiernos; requieren apoyo, necesitan ser tomadas en cuenta para el desarrollo regional y les urge un nuevo marco legal que les de facultades y recursos.
La intervención de los partidos políticos, incluso de aquellos que se desgarran las vestiduras, es cínica y en ocasiones hasta burda.
Un ejemplo de caso: el presidente municipal de Tecali de Herrera, Onésimo Téllez de los Santos, violando la Ley Orgánica Municipal, quiere con el apoyo de su partido (PRI) que se suspenda el plebiscito en la junta auxiliar de Ahuatepec para este domingo, solo porque habrá la feria del pueblo.
Sin embargo, en el fondo, no quiere que su candidato pierda las elecciones auxiliares.
Ahuatepec es la junta auxiliar más grande del municipio de Tecali de Herrera.
La comisión electoral -compuesta por sus regidores y el síndico municipal- le negó el registro a otros candidatos, sólo porque no coincidía su nombre con el del padrón electoral.
Les pidieron constancia de no inhabilitación, en una junta en donde nadie de los participantes jamás ha ocupado un cargo público.
Por si fuera poco, les cobraron 3 mil pesos por inscripción, para poder participar en la elección de su junta auxiliar. Algo que jamás se ha hecho.
Además, rechazaron el registro por cualquier motivo de otros candidatos, para que el aspirante del presidente municipal solo fuera él.
De hecho, en el colmo, fuera de toda norma legal, el pasado domingo quisieron hacer la elección auxiliar.
Este pueblo subalterno de Ahuatepec solo recibe la mísera cantidad de 17 mil pesos mensuales para poder gobernar y trabajar con una población que tiene 3 mil 964 habitantes. Tecali tiene 4 mil habitantes y seis juntas. El nuevo edil municipal, un empresario del mármol de Tecali, no tiene interés en sus comunidades, hace lo que quiere y un grupo de regidores se imponen sobre él.
Pero este es solo un ejemplo entre muchos.
Así es en la mayoría de los municipios, sean azules, rojos o amarillos.
En las juntas auxiliares de Puebla, o te chingas o te jodes.
La Ley de Herodes en pleno.
Y no es película.