Ernestina Fernández Méndez es la primera mujer en la historia de Tehuacán que gobierna ese municipio y podría ser la primera de los 217 alcaldes poblanos en funciones que podría abdicar al cargo antes de que se cumpla el periodo de cuatro año y ocho meses por el que fue electa.
No es una exageración.
Todos, propios y extraños, saben que la ingobernabilidad en Tehuacán es generada por el poder fáctico que ejerce Álvaro Alatriste Hidalgo, con la complacencia de su esposa, la presidenta Ernestina Fernández, orgullo de su nepotismo.
Cuando todo parece indicar que Álvaro Alatriste –también conocido como “El Mostro”- no soltará por nada del mundo el poder del cual se ha apropiado incluso pasando por encima de un grupo de regidores sumisos que se han rendido a sus pies, la posibilidad de que un concejo municipal llegué a presidir ese ayuntamiento es cada vez más real.
Sea por acción o por sumisión, pero Ernestina Fernández Méndez es la principal responsable de que la comuna tehuacanera atraviese por una crisis de ingobernabilidad nunca antes suscitada.
La alcaldesa sabe mejor que nadie que Álvaro Alatriste es un hombre al cual no le importa transgredir la ley cuando se trata de hacer negocios a costa del erario, pues ya lo hizo en primera persona siendo presidente municipal de Tehuacán, aun a sabiendas de las vicisitudes legales que para su suerte solo lo inhabilitaron para ejercer un cargo público.
En esta ocasión, “El Mostro” no dejará pasar la oportunidad, sabedor de que está exento de las consabidas repercusiones legales y de que puede actuar tras bambalinas, usando a su mujer como títere; de hecho, desde antes de la toma de protesta de su esposa Ernestina, tenía ya elaboradas una serie de amarres y una estructura laboral a modo para aterrizar sus negocios y así recuperar el dinero invertido en la campaña.
Lo de postular a Ernestina fue siempre una pantalla, una simulación, una macabra broma avalada por Pablito Fernández del Campo y ahí están las consecuencias.
El Congreso del estado de Puebla, mediante una medida preventiva, podría actuar pronto, antes de que la multiplicación de problemas se convierta en una imparable ola de complicaciones que ya comenzó afectando la seguridad de los tehuacaneros, que no se merecen la pesadilla por la que están pasando.
La dimisión del poder pudiera representar a primer golpe de vista una tragedia política para Ernestina Fernández Méndez; no obstante, en realidad podría tratarse de un acto de sensatez, que bien podría salvarla de ir a prisión, de seguir como va.
Al tiempo.