Acorralado y abandonado por los que eran sus aliados políticos y mediáticos, Israel Pacheco Velázquez ha buscado en los últimos días entrar en contacto con el único que supone lo puede salvar del patíbulo; el mismo que lo inventó y empujó y fortaleció al frente del sindicato “Benito Juárez” del ayuntamiento de Puebla; aquel que es su hechura, reflejo fiel de sí mismo, maestro suyo en el abuso de poder y la corrupción: Mario Marín, el célebre “góber precioso”.
Hay registro de al menos una llamada con uno de los operadores más cercanos de quien, desde las sombras, sigue haciendo política y tratando de intervenir en asuntos de coyuntura, como el relevo en la dirigencia estatal del PRI, la elección en juntas auxiliares y ahora la cloaca destapada en torno a Israel Pacheco.
No es casual: fue Marín en 2001, en sus tiempos de presidente municipal de Puebla, quien lo hizo dirigente, lo creó, empoderó y empezó a convertirlo en el “monstruo” sindical que, después, iniciaría una vida de lujos y abusos, amasando una fortuna de respeto a costa de los trabajadores de base del ayuntamiento capitalino.
Desde el pasado lunes, su “lunes negro”, Pacheco ha buscado desesperadamente entrar en contacto personal con el “góber precioso”, pues está seguro que será el único que se atreverá a meter las manos al fuego por él. Mal asesorado, cree, Israel, que el ex gobernador tiene todavía la suficiente fuerza y el suficiente dinero –en esto no se equivoca- para defenderlo política, mediática y jurídicamente.
Hasta donde se sabe, el encuentro entre estos dos personajes no se ha dado, por múltiples razones; sin embargo, la simple intentona da una idea clara del tamaño del miedo del dirigente sindical, cuyos negocios, bienes y estilo de vida han sido expuestos por los medios de comunicación, dejando en evidencia su enriquecimiento ilícito. Confundido, lanza un S.O.S. al priísta poblano más desprestigiado y repudiado de los últimas dos décadas. Tal es su exasperación.
Sin salidas, Israel Pacheco se aferra a un clavo ardiente. Ha quemado sus naves e inevitablemente, ante sus ojos, se desmorona el reino de terror que construyó durante tantos años, aplicando como fórmula la fuerza, la amenaza y el castigo (cancelación de compensaciones, multas, despidos y retención de sueldos) a los trabajadores, en especial aquellos que intentaron impedir su liderazgo vitalicio y sus continuas reelecciones, y construir un nuevo sindicato.
Mario Marín lo inventó y desde él ningún presidente municipal y ningún gobernador se atrevieron a tocarlo. Hasta hoy.
¿Se atreverá el “góber precioso” a entrar al rescate de su pupilo, tal vez uno de sus alumnos más aplicados?
Ni Blanca Alcalá ni Enrique Doger parecen dispuestos a jugar con fuego; Enrique Agüera, a quien Pacheco apoyó en la fracasada campaña a la alcaldía en 2013, es un “cadáver” que no se ha dado cuenta que es un “cadáver” político; los actuales regidores del PRI no están precisamente de su lado; para el Revolucionario Institucional, en general, es un impresentable; los lazos que tenía con el PRD, Movimiento Ciudadano y sobre todo MORENA, el partido de Andrés López Obrador, están totalmente rotos; el dirigente sindical se ha quedado solo, solo, solo…
Su única, última esperanza es Mario Marín.
¿También él lo abandonará?
Se aceptan apuestas.