En una catarsis colectiva se convirtió la reunión bimestral de delegados federales de Puebla que tuvo lugar el pasado martes en el salón Hacienda Zerezotla, en San Pedro Cholula.
Los lamentos se escuchaban hasta un kilómetro a la redonda.
¿Las razones?
Varias, pero en especial dos: el abandono generalizado en el que los tiene el gobierno peñista y la falta de una estrategia y sobre todo de presupuesto para la promoción de sus programas.
Durante el cónclave privado, al que asistió la mayoría de los delegados y las delegadas, se afirmó que este 2013 han invertido en el estado unos 21 mil millones de pesos en distintas acciones, principalmente en la (fantasmal) Cruzada Nacional contra el Hambre (CNH), a la que según el de la Sedesol, Juan Manuel Vega Rayet –quien por cierto se presentó en estado de ebriedad, como ya va siendo costumbre-, se han canalizado unos 9 mil millones de pesos en Puebla.
Sin embargo, su trabajo no sólo no ha lucido como quisieran, sino que mediáticamente ha sido aprovechado y explotado por el gobierno de Rafael Moreno Valle, tal y como expresó amarga y abiertamente el citado Vega Rayet, títere del subsecretario federal de la Sedesol, Juan Carlos Lastiri Quirós.
Un rosario de quejas se escuchó al respecto en el encuentro convocado y encabezado por el delegado de Gobernación federal, Juan Molina Arévalo, ante quien varios manifestaron su gran preocupación por la forma en que les han venido “comiendo el mandado”, gracias a un mejor conocimiento y manejo del marketing y las relaciones públicas.
Hubo quien criticó incluso la absurda decisión del oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, Jorge Márquez Montes, de prohibirles el uso de cuentas de Twitter y Facebook para difundir sus “logros”, pues sólo hay algo peor que no estar en los medios: no estar en las redes sociales.
Otros, como Vega Rayet, se sumaron a la propuesta de contratar –“aunque sea”, dijeron- una plana entera en el diario de mayor circulación de la entidad con un resumen del trabajo que realizaron durante todo este año.
Tan desesperados andan. Y es que no se ven, no se notan, no se escuchan. Y por tanto: no existen.
Eso sí: no dijeron que muchos de ellos han cometido el grave, gravísimo error de ignorar las invitaciones que diplomáticamente el estado les ha hecho para acompañar a Moreno Valle a inauguraciones o entrega de apoyos donde hay recursos de los dos niveles de gobierno, dejándole así, en automático, todo el escenario y todos los reflectores para asumir los logros como totalmente propios.
Curiosamente quienes así han actuado son los del Club Lastiri, lento de reflejos, soberbio e imposibilitado de origen para ver más allá de sus fobias: Alberto Jiménez Merino (Sagarpa), Vanessa Barahona de la Rosa (Trabajo y Previsión Social), Raúl Salvador Aguirre Valencia (SCT), José Lorenzo Rivera Sosa (SRA) y Carmenchú Izaguirre Franco (SRE), además del multicitado –y multiebrio- Vega Rayet, entre otros.
Lo peor es que, en términos prácticos, de la reunión no se obtuvo gran cosa.
Tan sólo la promesa de volverse a reunir pronto para ver si ahora sí le encuentran la cuadratura al círculo y terminan por resolver lo que los tiene tan, pero tan preocupados:
Cómo, cómo diablos volverse amigos de los medios de comunicación… sin morir en el intento.
De pena ajena.