La impunidad y sólo la impunidad han permitido que Mario Marín y su cofradía permanezcan en calidad de intocables.
“El Precioso” puede reaparecer en la Catedral de Puebla con motivo de la boda de su hijo mayor con una jovencita de origen austriaco, sin que nadie lo moleste ni con el pétalo de una rosa, o continuar gestionando sin mayor problema los múltiples negocios que ha logrado desarrollar gracias a los miles de millones de pesos que pudo acumular durante nueve años de lucrar con –y desde- el poder: tres de la presidencia municipal, seis de la gubernatura.
Poco se sabe, en términos reales, de los lugares, polos o sectores donde Marín mueve su fortuna, pero algunas fuentes empiezan a darse una idea.
Ahí está, por citar un ejemplo, la cadena de restaurantes de comida mexicana, con especialidad en tacos al carbón, denominada “El Patrón”, instalada en un muy ubicado corredor del estado norteamericano de Texas.
La cabeza visible del proyecto –que opera con éxito desde hace unos meses- es el constructor favorito del sexenio marinista, Édgar Nava, conocido prestanombres de Mario Marín y amigo íntimo, socio y cómplice de Marín Jr., quien este fin de semana contrajo matrimonio con Nadja Ludmer en una ceremonia oficiada por el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, a la que se dieron cita algunos de los allegados del ex gobernador, como su compadre Valentín Meneses y al menos tres sus delegados federales: Alberto Jiménez Merino (Sagarpa), Isabel Merlo Talavera (Procuraduría Agraria) y Carlos Hernández Hernández (Profeco).
La cadena consta de varios locales muy bien acondicionados; cada restaurante costó entre 600 y 900 mil dólares y cuentan con un terreno de 200 metros cuadrados, estacionamiento, aire acondicionado y todo el mobiliario y equipo para atender un negocio de estas características.
Marín no aparece, por supuesto, en las actas constitutivas, pero ni falta hace: en los restaurantes, por ejemplo el ubicado en Sprin, un suburbio al norte de Houston, por la autopista 45, todos saben quién es el verdadero jefe. O “El Patrón”. O “El Precioso”.
De acuerdo con una persona cercana a Édgar Nava, el negocio está enfocado no al mercado hispano, ya que las taquerías no están localizadas en los barrios donde viven los connacionales, sino al consumidor norteamericano.
¿De cuándo a acá un “empresario” poblano tiene el suficiente capital para crear de la noche a la mañana una cadena en los Estados Unidos, cuya inversión rebasa por mucho los seis ceros en dólares?
Definitivamente esos restaurantes y el resto de negocios en que aparece involucrado el célebre ex gobernador guardan -y lavan- el tesoro escondido… de Puebla.
El mismo tesoro que Marín y sus amigos se llevaron del estado sin apenas despeinarse, protagonizando para la eternidad la historia de impunidad más grande y jamás contada de la política local.
¿O alguien lo duda?
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Un acto que estaba destinado a pasar desapercibido se convirtió en la redefinición de la identidad del PAN, al menos en Puebla.
Y es que durante la celebración por el 74 aniversario del blanquiazul, el gobernador Rafael Moreno Valle dictó durante su intervención lo que puede considerarse la nueva “línea” del panismo local.
Una “línea” que, por cierto, respaldan los panistas para sorpresa de personajes como el secretario de Relaciones Internacionales del CEN, Jorge Ocejo Moreno, quien intentó contrastar y nadie le hizo eco.
Moreno Valle habló de pragmatismo pero sin perder de vista los principios del partido y sobre todo destacó con sobradísima razón unos de los yerros históricos de Acción Nacional en el poder: su incapacidad para poder defender sus logros por más que escasos que estos sean.
Una de las causas, por cierto, de haber perdido el poder federal en el 2012, cuando ni Felipe Calderón ni la candidata Josefina Vázquez Mota fueron capaces de presumir ante el electorado los avances y las virtudes de un gobierno panista.
En medio de aplausos de militantes convencidos de que por ahí es el camino, Moreno Valle señaló la importancia de saber comunicar los logros de las administraciones panistas, pues el partido “no puede desvincularse de sus gobiernos”.
“Desde el municipio más pequeño hasta el estado más importante y el propio país, porque finalmente cuando hay un gobierno emanado del PAN se tiene que gobernar con los principios del partido”, señaló.
En otra palabras: si partido y gobierno caminan de la mano hay posibilidades de conservar y ampliar el poder, y en ese escenario todos ganan; en caso contrario, si hay divorcio o lejanía entre gobierno y partido, la consecuencia lógica es la derrota, el fracaso y lo que ha pasado en otros estados y a nivel federal: la pérdida del poder, y todos van a la derrota.
Un mensaje claro para quienes siguen creyendo ingenuamente que lo mejor es que el gobernador esté ajeno al PAN y la toma de decisiones internas.
El camino es este, dijo en términos reales Moreno Valle. Y quien se suba al tren, le irá bien.
Así de claro, así de fácil, así de sencillo, pero sobre todo así de práctico y pragmático. Que entienda quien quiera entender.