Más que desactivarlos, o dispersarlos, el desalojo del pasado fin de semana en el zócalo capitalino no hizo sino reagrupar y volver a motivar a los integrantes del movimiento #YoSoy132 en Puebla.
Ahora no sólo se disponen a efectuar este jueves, a partir de las seis de la tarde, una marcha para protestar contra los gobiernos de Rafael Moreno Valle Rosas y Eduardo Rivera Pérez, sino que han incorporado a su lenguaje cotidiano, de por sí basto en signos de admiración, el concepto de “presos políticos” -un despropósito, claro, desde cualquier punto de vista por más que los jóvenes hayan sido llevado de la plaza pública al Juzgado Calificador el pasado sábado 15 de septiembre-.
Tras el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que validó el triunfo del priísta Enrique Peña Nieto, pocas razones habían encontrado para seguir la lucha social y política, más allá de la nebulosa idea de “democratizar” los medios de comunicación y de hacer eco, en ocasiones, a los llamados de Andrés Manuel López Obrador.
En las últimas semanas no reunían ni a media centena de seguidores en asambleas o marchas, y habían salido definitivamente del foco de la opinión pública y publicada.
Pero el desalojo por parte de la fuerza pública, y sobre todo los abusos que ciertamente cometieron algunos policías en contra de algunos integrantes del grupo –y que no deben quedar impunes-, vinieron a darles el oxígeno que tanto les faltaba.
Sobre todo al interior de la BUAP, donde, a falta de nuevos referentes, han hallado un campo fértil para seguir sembrando su mensaje: tanto Moreno Valle como Rivera “son represores y deben pagar por ello”.
Este miércoles, después de mucho tiempo de no hacerlo, #YoSoy132Puebla tuvo asambleas en las escuelas de Derecho, Economía e Ingeniería Química de la máxima casa de estudios, y estableció una mesa de información y “brigadeo” junto al mural “Ni Independencia ni Revolución”.
Sin embargo, la resurrección del movimiento pretende ser de más largo aliento, pues además de la marcha “en solidaridad con los presos políticos” (sic), a la que se espera de sumen grupos sociales inconformes con el gobernador y el presidente municipal, habrá otras actividades paralelas, de este jueves al próximo domingo.
Por ejemplo, asambleas en Contaduría, Arquitectura e Ingenierías de la BUAP, para luego dar paso a la V Asamblea Estatal, el sábado, a partir de las 10:00 horas, en la Universidad Iberoamericana plantel Golfo-Centro.
Asimismo, una asamblea de padres y familiares, y otra de artistas aliados, el domingo, en el zócalo de la ciudad de Puebla, en la acampada, justo el punto de donde la policía los desalojó para liberar el área con motivo de los festejos oficiales con motivo del CCII aniversario de la Independencia de México.
Al menos en el estado, #YoSoy132 era un movimiento diluido, en vías de extinción; claramente una mera anécdota de un proceso electoral que, en la memoria colectiva, ya quedó demasiado lejos.
Sin embargo, una conducción política errónea –¿dónde quedó su capacidad de negociación?- por parte de autoridades estatales y municipales les ha dado nuevos motivos para salir a la calle y armar su (muy particular) “revolución”.
Puede que este resurgimiento no sea definitivo, y que por ello termine por agotarse al paso de las semanas –eso dependerá de los propios activistas-, pero lo cierto es que hoy les han puesto en charola de plata suficientes razones para al menos intentar recuperar la fuerza que sin duda llegaron a tener durante el verano, verano caliente, el verano de las pasadas elecciones mexicanas.
Están molestos, están irritados, y andan movidos. Otra vez.