La batalla que se libra en los distritos electorales del municipio de Puebla es sin duda una de las más interesantes del actual proceso federal, por la cantidad de intereses que se ven involucrados de cara al 2013.
Desde el gobernador Rafael Moreno Valle hasta el presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez, todos -sin excepción- han soltado a sus gallos y no piensan dejarlos perder, pues no solo está en juego el control de uno de los poderes indispensables para la gobernabilidad, que es el poder Ejecutivo, sino también las futuras luchas épicas por el Congreso local y la alcaldía de Puebla.
El distrito VI es un claro ejemplo de la alta competencia entre amigos y rivales: ahí luchan un candidato panista apoyado desde lo más profundo del Yunque, la senadora Leticia Jasso –elbista y morenovallista al mismo tiempo- y el priísta –ex edil y ex rector- Enrique Doger (¿alguien sabe el nombre del candidato de la izquierda?).
Todos con intereses claros y por supuesto con fuertes aspiraciones a futuro.
Por ello, no debe extrañar el suceso que aconteció hace varios días en La Resurrección, donde un grupo de simpatizantes le amargó su memela a Enrique Doger, quien es diputado local con licencia.
Dicho acontecimiento, por menor que haya sido, tiene su origen en las aspiraciones que todos los políticos involucrados tienen a futuro: la Presidencia Municipal, que por primera –y única- vez será de 4 años con 8 meses.
Y es que un botín tan grande como lo es colgarse del presupuesto por tooodo ese tiempo, además de convertirse en aspirante oficial a la gubernatura, es un bocado que antoja (y enloquece) a cualquiera.
Todos los aspirantes a la Presidencia Municipal de Puebla –incluyendo a Fernando Manzanilla, Enrique Agüera, Mario Riestra, Antonio Gali, Jorge Aguilar, Franco Rodríguez y los que se acumulen esta semana- saben que de lo que suceda en ese distrito habrá de definir gran parte de este medular asunto:
Si gana Doger se convierte de facto en el mejor posicionado de un PRI alicaído y sin mayores liderazgos a este puesto, y júrenlo que nadie lo detendrá para lo que sigue, y sigue mucho.
Por ello, Lalo Rivera, soldado del Yunque, sabe que no puede dejar pasar esta posibilidad (entre otras) de frenarlo desde ahora, pues ya bastante tiene con no ser del agrado del gobernador y todavía sumar un potencial riesgo de derrota del único candidato totalmente suyo, pues Marissa Ortiz es hoy más morenovallista que el mismísimo Moreno Valle (su campaña se maneja y financia ya desde la cúpula del poder).
Perder el distrito VI, sería trágico –por no decir dramático- para el presidente municipal.
De ahí que para esta titánica tarea de frenar a Doger ha encomendado a tres alegres compadres, remedo de los tres García, encargados de llenar de piedras el camino del memelero ex rector de la BUAP.
Los remedos de estos tres emblemáticos personajes del cine nacional son:
1. Pablo Montiel, secretario de Gobernación Municipal y quien desde su posición aspira –y suspira- por el puesto de Lalo.
2. Enrique Guevara, mejor conocido como “El Huevo”, que ejerce de candidato a diputado federal, y
3. Eduardo Alcántara, director de Colonias y Juntas Auxiliares.
Cada uno de ellos, con la idea vaga de un día adueñarse de la Presidencia Municipal.
Ahora bien: ¿qué es lo que comparten estos tres tristes personajes, aparte de la ambición?
Pues el apellido Montiel: Pablo Montiel Solana, Enrique Guevara Montiel y ¡por supuesto! Eduardo Alcántara Montiel.
Por ello no debe extrañar a nadie que aquel intento de ataque contra Enrique Doger haya ocurrido en la junta auxiliar de La Resurrección, por cierto panista, controlada por Eduardo Alcántara, que depende de Pablo Montiel, y ambos apoyando con todo, desde la estructura municipal, al “huevo” Enrique Guevara, ni que el autor material de la agresión haya sido un trabajador de la Dirección de Normatividad, que depende –of course- de Pablo Montiel.
¿Demasiadas coincidencias?
Para nada.
Parar a Doger, como sea, se ha convertido en una obsesión, casi una enfermedad.
Es más: este trío, de paso, esperar recibir su recompensa: que Guevara sea diputado federal, que Pablo Montiel sea promocionado como la “mejor” opción del Yunque para la alcaldía y que Eduardo Alcántara ascienda a la Secretaría de Gobernación Municipal.
Así, más o menos, es la verdadera batalla que se libra en la ciudad de Puebla, trazada por ángeles y gobernada por verdaderos demonios.
Y es que hoy, sin duda, se escribe el 2013, el año clave del futuro de Puebla, y nadie, pero nadie, quiere quedarse fuera del juego del poder.