Por “traidora”

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Quienes saben aseguran que, efectivamente, la que debería empezar a preocuparse por su futuro y en especial por la aprobación de su cuenta pública 2010, es la ex presidenta municipal de Puebla, Blanca Alcalá.

La priísta, aspirante al Senado de la República, no las trae todas consigo últimamente, y menos ahora que ya no es una especulación, sino un hecho, la animadversión –por decirlo con amabilidad- que le profesan desde Casa Puebla.

¿Qué hizo la actual delegada del CEN del PRI en Colima para causar tanto encono en su contra? ¿A quién ofendió? Como diría el Filósofo de Güemes: ¿Qué se comió que tanto molestó?

Quienes saben explican que Alcalá jugó con fuego en 2010, durante las campañas para renovar la gubernatura y la alcaldía poblana, y que no sólo terminó quedando mal con Dios y con el diablo, sino quemada, exhibida como una “traidora”.

Fueron por lo menos dos las reuniones secretas –una en Cuernavaca; la otra en el domicilio particular de Antonio Gali- que la entonces presidenta sostuvo con el entonces candidato de la coalición “Compromiso por Puebla”, Rafael Moreno Valle.

En ambas, sin dejar dudas, se comprometió a contribuir a la causa del hoy mandatario. Vamos: sumarse al frente antimarinista y, desde su trinchera, ayudarlo a conseguir su objetivo: sacar a Marín del poder y evitar que El Yunque pusiera un pie dentro de él.

La apuesta era: la derrota de Javier López Zavala y el triunfo de Mario Montero. Moreno Valle sería gobernador y Eduardo Rivera fracasaría en su intento por ser alcalde de Puebla. Así, todos los conjurados ganaban.

Pero titubear es una de las características que mejor definen la personalidad política de Alcalá. Y eso precisamente hizo en la recta final del proceso: dudó y al dudar, volvió al redil priísta, incumpliendo su palabra –otro de sus sellos- y desconociendo los importantes compromisos asumidos con Moreno Valle y su equipo, a quienes nunca más volvió a tomar las llamadas ni a devolver los mensajes.

Por eso, el fuerte adjetivo que le endosan los que hoy gobiernan es el de “traidora”. Y es tal la aversión, que incluso ya se ha hecho llegar al CEN del PRI, de forma clara, directa y contundente, una especie de veto a cualquier posibilidad de que la ex presidenta sea candidata a senadora. De hecho, aseguran, fue uno de los temas desahogados durante la última reunión con Humberto Moreira.

No sólo eso: su cuenta pública 2010 será objeto de una minuciosa, estricta revisión en busca de los hilos que, se sabe, llevan a terrenos harto fangosos, principalmente en obra pública y desarrollo social.

“Yo dejé todo en orden”, se ufanó hace un par de días la propia Blanca Alcalá. Pero tal vez sea bueno que fuera bajando sus expectativas. No vaya a ser que la realidad vaya a desmentirla otra vez, y con su severidad acostumbrada.

gar_pro@hotmail.com

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