En tiempos de bonanza, de plenitud en el poder, de vino y rosas, Mario Marín fue siempre una especie de “ángel guardián” para Ricardo Henaine Mezher.
No hubo petición, intención, proyecto o capricho –sobre todo capricho- que el poderoso político le negara al empresario consentido del sexenio perdido.
La amistad se expresó en la nómina, donde importa, ¡claro!, y también en los hechos, que son finalmente los que a la larga cuentan para edificar complicidades entre los hombres de (y con) poder.
Mario Marín fue tan condescendiente con Ricardo Henaine que no sólo apuntaló sus empresas, sino que las protegió hasta donde pudo –y vaya que pudo-, incluso en tiempos adversos, es decir, en el último tramo de su gobierno, cuando el Fin de Fiesta Marinista iniciaba con toda su crudeza, su resaca, y todos, todos sus amargos efectos.
A finales de 2010, unos tres meses después de la estrepitosa derrota del PRI en los comicios estatales, ya cuando Rafael Moreno Valle se preparaba para asumir con todo el poder en el estado y cuando Henaine ya veía venir lo que después vino, el dueño de El Heraldo de Puebla acudió personalmente con su amigo, Marín, para hacerle una última, expresa súplica:
Que antes de irse, y para prevenir cualquier riesgo de cara al nuevo gobierno, le diera total certidumbre legal al contrato de comodato que le amparaba a él, Henaine, la posesión y el uso de la vieja casona conocida como “El Mesón del Cristo” y habilitada desde 1992 como sede de su periódico, uno de los de mayor tradición en la entidad.
Mario Marín no pudo negarse; de hecho, de inmediato dio el sí y, a continuación, giró precisas instrucciones superiores.
Fue así, entonces, que el 10 de septiembre de 2010 se estaba suscribiendo un nuevo contrato de comodato que dejó sin efectos el signado el 28 de febrero de 1992 por el gobierno de Mariano Piña Olaya y El Heraldo de México S.A. –propiedad, entonces, de la familia Alarcón-, por un periodo de 25 años.
El documento, copia del cual obtuvo recientemente el reportero, es interesante, entre otras cosas porque revela dos cosas:
La primera, que, tras el 4 de julio de 2010, Henaine supo que Moreno Valle haría todo para quitarle el histórico inmueble de mil 393 metros cuadrados de la 8 Oriente 216.
Y la segunda, que quiso evitarlo y lo hizo recurriendo a la ayuda solidaria de su amigo, Marín.
¿Cómo?
Estableciendo que el nuevo comodato tuviese una vigencia de 7 años a partir de la firma del nuevo contrato, es decir, un plazo que superaría en al menos un año la propia duración del gobierno morenovallista.
En otras palabras: en los estertores de su sexenio, Marín autorizó que Henaine siguiera en posesión del edificio de la 8 Oriente hasta el año 2017, y así, tal cual, quedó establecido en la cláusula tercera del documento signado –por parte del gobierno- por Gerardo María Pérez Salazar, secretario de Finanzas y Administración, y –por Henaine- Jorge Meléndez Viveros, mandatario general del Grupo Rihemez SA de CV.
Ricardo Henaine siempre creyó que con eso bastaría para convertir en intocable el inmueble que siempre albergó a El Heraldo.
No fue así.
Y es que él o sus representantes cometieron un error, grave error: aceptar, también en el cuerpo del nuevo contrato, que el nuevo comodato por 7 años podría “ser terminado en cualquier momento por cualquiera de las partes, mediante simple comunicado por escrito que se haga al respecto”.
Se agrega en el documento:
“Sin perjuicio de lo anterior, EL COMODANTE (el gobierno) podrá dar por terminado y requerir a EL COMODATARIO la restitución del espacio objeto del presente comodato, obligándose ésta última a desocupar y restituir el mismo a EL COMODANTE, en buen estado de uso y conservación a juicio de EL COMODANTE, en un término de 20 días hábiles, a partir de recibida la notificación” (sic).
Precisamente el detalle, la cláusula de la que el gobierno de Rafael Moreno Valle ha echado mano para disolver legalmente los términos y las condiciones del nuevo contrato firmado el 10 de septiembre de 2010, así como para dejar sin ningún efecto el nuevo plazo de 7 años que Mario Marín le había otorgado a su amigo Ricardo Henaine en los últimos días del pasado sexenio.
El próximo jueves, jueves 28 de abril, sin pretextos ni prórrogas, el comodato que presumía Henaine deberá llegar a su fin con la desocupación total (y pacífica, se espera) del edificio de la 8 Oriente y la entrega de las llaves del mismo a los representantes del morenovallismo.
Para entonces, la historia ya se habrá escrito:
El Heraldo de Puebla tendrá seguramente nueva casa, nuevas oficinas, y “El Mesón del Cristo” volverá a ser, en esencia, lo que nunca debió dejar de ser: “El Mesón del Cristo”.
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Este es, íntegro, el contrato con que Marín intentó dejar protegido a Ricardo Henaine Mezher: