Se tambalea la transición de terciopelo

Arturo Luna Silva

Pues con la novedad de que la relación entre el marinismo y el morenovallismo entró en una muy, muy seria fase de crisis desde ayer.

Desde ayer que trascendieron con pelos y señales los cochupos que cierto sector del gobierno en funciones intenta hacer con un par de predios de la Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl.

Vamos: el famoso y sospechoso remate de fin de sexenio que se tramó a espaldas de todo mundo desde algún oscuro rincón del poder, de ése que ya se desvanece pero que aún alcanza para exprimir algunas últimas, útiles, jugosas gotas de riqueza a costillas del patrimonio de los poblanos.

Hay enorme, verdadera molestia en el equipo de Rafael Moreno Valle.

Por el doble lenguaje del marinismo.

Por las incongruencias entre el decir y el hacer.

Por el incumplimiento en algunas reglas básicas en la relación entre los que ya se van y lo que están a punto de llegar.

Y por la ausencia total de información sobre una decisión importante que sin duda trasciende el sexenio que fenece.

Y es que en ninguna de las varias reuniones que han sostenido los representantes de ambos bandos, el marinismo dijo una sola palabra sobre la “venta” de los millonarios predios.

Y menos de la bizarra, dudosa forma en que ahora se intenta ¿subastarlos?, ¿rematarlos?, ¿regalarlos?…

Nunca, ni por asomo, Valentín Meneses habló del tema con Fernando Manzanilla.

Menos, mucho menos lo hizo Mario Marín con Rafael Moreno Valle.

Y ahora, por consecuencia, la relación se tambalea.

Vamos, que la transición de terciopelo está a un tris de dejar de ser eso -de terciopelo-, con todo, todo lo que ello implica.

De hecho, las voces que ayer se escucharon en uno y otro lado de repente dejaron de ser amables y corteses, y mutaron hacia lo bélico.

“(Los marininistas) no tienen llenadero, pero esta sí que no la vamos a dejar pasar, vamos con todo”, dijeron los morenovallistas.

“No hay marcha atrás (en la venta de los terrenos), (los morenovallistas) deben entender que el gobernador es (Mario) Marín y que lo será hasta el último segundo del último minuto de su sexenio”, respondieron los marinistas.

Y el escenario de guerra -sí, de guerra- empezó a configurarse de manera más que evidente.

No importa que ayer mismo, tras el escándalo -destapado por el periodista Mario Alberto Mejía en su leída Quintacolumna-, el gobierno estatal haya salido a anunciar que se detuvo temporalmente la venta de los predios de la discordia.

Ni tampoco que para intentar justificar lo injustificable, Rafael Moreno Valle Buitrón, el inefable director general del Fideicomiso de la Reserva Territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, haya jurado y perjurado que la cifra millonaria que se obtendría, serviría para amortiguar la abultadísima deuda del organismo que encabeza -y que, ya se sabe, ha sido eterna fuente de negocios tan ilícitos como impunes con los bienes del Estado-.

Y es que ya se perdió (y tal vez para siempre) lo más importante, también quizá lo único, que daba cuerpo a la larga e inédita transición política que los poblanos vivimos desde el pasado 4 de julio.

La confianza.

Ésa que, como bien decía el Filósofo de Güémez, dura hasta que se acaba.

* Las siguientes horas serán decisivas para el rumbo que tomará la relación entre marinismo y morenovallismo. Los partidos aliados de Moreno Valle saldrán a las calles y tanto en el ámbito político como legislativo serán puntuales e inflexibles para exigir las explicaciones del caso. Si el gobierno de Marín no las ofrece, verdaderamente arderá Troya. Y entonces… Entonces ningún acuerdo, pacto o arreglo previo servirá de nada. De nada.

gar_pro@hotmail.com

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