Apuntes sobre la UAP, hoy

Arturo Luna Silva

Después de la serie de errores políticos por buscar defender al rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez, de todo lo que se ha publicado sobre él en Internet y no atinarle a dar con el verdadero responsable, sólo terminaron por hacer víctima a Enrique Doger Guerrero.

Claro que Rafael Moreno Valle debe estar muerto de risa y contento al ver pelear a los dos enriques y más todavía porque ésta, ésta no es su bronca.

La pasión cegó a Agüera, convocó de la noche a la mañana a los universitarios para que lo defendieran y no fue lo más correcto. Sin información y sin saber qué pasaba exactamente, los universitarios sólo atinaron a identificar al fantasma de Doger.

Por supuesto que Doger Guerrero detesta a Agüera Ibáñez, tiene información del grupo agüerista y también filtra algunos datos a los enemigos del rector. Pero todo parece indicar que esta vez no es la mano que mece la cuna en esta bronca que, la verdad, ha crecido más de lo esperado.

Lo subieron al ring y Doger es más hábil que ellos, lo están haciendo víctima y lo peor: reviven a un muerto al interior de la propia UAP.

La misma estrategia que utilizaron los marinistas con el asunto de Lydia Cacho lo están poniendo en marcha en defensa de Agüera Ibáñez; sólo falta que convoquen a una marcha de desagravio a favor del rector y que llamen a las armas a los viejitos revolucionarios de Marín.

Desplegados institucionales que nadie lee en la UAP

Campaña publicitaria (spots de radio) a favor de la universidad y el rector a destiempo.

Una comunidad universitaria desmovilizada y aletargada por ellos mismos, sin capacidad de respuesta.

Su papel crítico desapareció y fue silenciado hace unos buenos años, un error trágico, porque hoy la UAP tuviese un papel digno que jugar ante la alternancia.

Los directores de las unidades académicas se han convertido –en su mayoría- en burócratas dorados, no tienen una visión de lo que es la universidad pública, toman como su propiedad a las escuelas y facultades, no tienen sensibilidad para con los estudiantes y sólo se dedican a administrar bien para poder reelegirse.

La historia que está en los libros que muchos desprecian señala que después del rectorado del maestro Alfonso Vélez Pliego (Q.D.E.P.), todos celebraron que por fin había terminado la relación universidad-partido (en este caso, Partido Comunista Mexicano).

Hasta hoy muchos siguen diciendo que no hay que regresar al viejo pasado: nadie quiere a la UAP como el “cuarto sector” del PRI y de ningún partido.

Por supuesto que la UAP de aquellos años (70 y 80) fue otra, eran otros tiempos y otras condiciones, y los amigos del PCM cometieron muchos errores estratégicos y su ambición y soberbia los hizo perder la universidad.

José Doger Corte fue electo y designado por la izquierda del seccional universitario del ex PCM y por Vélez Pliego.

En esta parte es en donde la universidad comienza su nuevo acercamiento con el gobierno estatal y federal. Con Doger Corte se inaugura la relación universidad-gobierno, misma que sigue hasta estos momentos.

José Doger impone a su primo Enrique por encima de Guillermo Nares Rodríguez, a cambio de seguir con el control de sus escuelas.

Enrique Doger renueva el contrato político con las administraciones priístas; los tiempos, se dice, son los mejores para la universidad, pero la vida universitaria se pervierte, desgasta y agota internamente.

Su autonomía deja de existir, su libertad de cátedra, la investigación social y la pluralidad de pensamiento son hechas a un lado para que entre la era de la calidad educativa.

La universidad se convierte en una fortaleza por su historia, se blinda a sí misma y sirve para escalar y formar a los nuevos cuadros del PRI.

El dogerismo vive a plenitud el control de la universidad, las buenas relaciones son como nunca antes vistas con el gobierno. Enrique Doger se reelige, mantiene el control, se enriquece -y mucho- y con el apoyo de Melquiades Morales salta a la vida partidaria.

Es impulsado por el propio Melquiades a competir internamente en contra de Mario Marín por la candidatura al gobierno del estado y para esto usa a la universidad. Melquiades usa a Doger para su guerra contra Marín y Doger se deja usar aunque ello le signifique romper su amistad con Marín.

A final de cuentas, Doger obtiene su recompensa y contra la opinión del candidato Marín, renuncia a la UAP para ser candidato a la alcaldía poblana por parte del PRI.

Antes pacta con Enrique Agüera para la sucesión y pasa por encima del contador Armando Valerdi y lo impone.

Se dice que Marín en ese entonces no quería a Agüera Ibáñez, optaba por Valerdi, pero Doger impone su voluntad.

Agüera asume como interino, se postula nuevamente y nuevamente se reelige.

Rompe con Doger Guerrero, se acerca demasiado a Mario Marín (hasta lo hizo su compadre) y ciertamente es de los pocos que verdaderamente lo cobija en momentos difíciles por lo sucedido con Lydia Cacho.

La relación universidad–gobierno vive sus mejores tiempos, es mejor de la esperada y mucho mejor que con Doger Guerrero.

Llegan las elecciones del pasado 4 de julio y con la derrota del PRI, todo sufre cambios y reacomodos.

Desde José Doger, los rectores no debieron meter a la universidad en esta relación con el gobierno. Ahora se pagan las consecuencias, pues la catástrofe del PRI alcanza inevitablemente a la UAP, que políticamente hoy se siente huérfana. Abatido Marín y desinflado Javier López Zavala, ¿a qué árbol arrimarse?

El 4 de julio y el pleito inútil entre los enriques varias lecciones de fondo nos dejan, pero especialmente una: después de varias décadas, la relación universidad–gobierno ha sufrido un golpe demoledor, el modelo se ha agotado y quizá nunca vuelva a verse tal simbiosis (casi mimetismo) en el sexenio de Moreno Valle.

La UAP fue vista como patrimonio personal, ambicionaron todo, la despolitizaron, la partidizaron y hoy vive una nueva crisis interna de la que nadie es inocente y todos son culpables, incluyendo los medios de comunicación.

¿Qué va a pasar?

Como en tantas cosas, nadie sabe.

La confusión impera.

La regla es que no hay reglas.

El nuevo orden no acaba de llegar y el viejo no termina de morir.

En esta etapa, Moreno Valle ha asumido una actitud autista, lejos de Puebla, que en nada ayuda.

Sus operadores mandan todos los días el mensaje de que van a gobernar con sus amigos, sus empresarios, sus cómplices, sus sindicatos, sus medios, su “sociedad”, y que al resto del mundo se lo cargue la calaca. Algo ciertamente peligrosísimo.

Fuentes de primera cuentan que hace unos días el rector Agüera buscó con insistencia al diputado electo del SNTE Guillermo Aréchiga Santamaría, para pactar una reunión con la maestra Elba Esther Gordillo.

¿El objetivo?

Que ella pueda intervenir y detener esta bronca que se ha dado en los últimos días. Además para pactar tregua y evitar conflictos con Rafael Moreno Valle, con quien se enfrentó y confrontó en campaña (rencoroso por naturaleza, Moreno Valle difícilmente olvidará aquella madriza en las afueras del Carolino el día que compareció en el recinto universitario y aquel reto lanzado y reproducido por mil: “Nadie que aspire a gobernar Puebla debe ignorar a la UAP”).

Todo lo cual nos lleva a un nuevo escenario: la maestra Elba Esther Gordillo –factótum, poder tras el trono, marquesa de Puebla- interviniendo en un asunto de una universidad pública. Peligrosísimo también.

Al rato el poder de la maestra crecerá tanto que nadie lo podrá detener (véase el caso de Felipe Calderón y el PAN, rehenes y codependientes de ella).

Tal y como hoy están las cosas, ahora el rector no tiene quien lo apoye, puesto que el gobernador no será del PRI.

Busca la garantía de terminar su rectorado, pero sabe que para el siguiente ya no podrá imponer, designar o intervenir para su sucesor.

La candidatura al Senado se le complica. Blanca Alcalá y Doger se ven, al menos por hoy, como tiradores más viables.

Muchos priistas nada quieren saber de él, a pesar de que recibieron su apoyo; es más, ellos se encargan de reenviar los cientos de correos que llegan todos los días en contra del rector y su familia.

Nuevo “Gran Elector” y nuevo virrey de la comarca, Rafael Moreno Valle llevará mano: sin necesidad de intervenir demasiado ni bronquear a los universitarios, simplemente de una terna podrá “opinar” y decidir.

El programa de Denisse Merker en Televisa deslindó, en los hechos, a Doger como autor de la campaña negra contra Agüera. ¿O a poco Doger es tan poderoso como para influir en el consorcio de medios más importante de México? Si no lo hizo a su favor en el proceso interno del PRI rumbo a Casa Puebla, ¿ahora sí?

Por cierto: en la UAP, Doger Guerrero benefició a muchos directores y funcionarios universitarios que hoy buscan lincharlo. Doger es –ya se sabe- un auténtico cabrón, sí, pero crió cuervos que ahora intentan sacarle los ojos.

Y algo más para tomar en cuenta en el futuro: el vicerrector Jaime Vázquez es amigo, amigo de Moreno Valle y si empieza a trabajar, se meterá en su momento a la puja por la rectoría.

Al tiempo.

gar_pro@hotmail.com

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