Arturo Luna Silva
Que una sorpresa se llevarán quienes ven a Abel Hernández López como el más firme candidato para convertirse en el director de Comunicación Social de Eduardo Rivera Pérez, pues el ex coordinador de prensa del CEN panista apunta a una posición de mayor relevancia dentro del gabinete del próximo presidente municipal de Puebla.
Cuentan que tras ser desplazado por Maximiliano Cortázar, quien fue nombrado por César Nava como secretario de Comunicación y vocero del PAN, Abel recibió la oferta de ser el director de Comunicación Social de una importante dependencia del gobierno federal, propuesta que rechazó por así convenir a sus intereses.
Hernández López se ve de regreso en Puebla y apoyando con todo a su amigo Eduardo Rivera, de quien se podría convertir en una especie de jefe de gabinete, con influencia y poderes amplios sobre el primer círculo de colaboradores del actual edil electo.
Dicen que éste confía tanto en la experiencia y la capacidad de Abel que, incluso, ya hay quien lo ve como un virtual vicepresidente municipal, con todo lo que ello implica y a cargo sobre todo de la conducción política del nuevo ayuntamiento.
Hay que recordar que si bien en los últimos años ha radicado y trabajado en el D.F., Hernández López tiene amplio conocimiento de los entretelones del poder en Puebla y relación con importantes actores de la vida pública local, entre ellos varios connotados priístas.
Fue director de Comunicación Social del Comité Directivo Estatal del PAN en los tiempos en que Eduardo Rivera fue su presidente y secretario general del mismo CDE con el hoy diputado electo y aspirante a coordinador de la bancada panista en el Congreso local, Juan Carlos Espina von Roehrich.
¿Será?
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Que ayer fue un amargo día para Guillermo Deloya Cobián, pues este columnista, por un involuntario error, lo omitió como miembro activo del TUCOZ (Todos Unidos contra Zavala).
El secretario particular del gobernador Mario Marín es, cuentan, uno de los más activos opositores a la idea de que el ex candidato a la gubernatura se convierta en el sucesor de Alejandro Armenta Mier.
De hecho, en su oficina, todos los días desde el 5 de julio, se hacen sonar los tambores de guerra para impedir el despropósito.
Es más: en los últimos días, a Memo se le ha visto en reuniones con varios de los priístas que, como él, rechazan la idea de que López Zavala se convierta –claro: por designación divina- en el nuevo tatiasca del ex partidazo.
Durante el sexenio, Deloya nunca tuvo una buena relación con el “delfín” marinista; leal e institucional, se disciplinó cuando aquel fue ungido como candidato del PRI a la gubernatura. En la campaña, hizo su chamba y cerró filas porque el proyecto zavalista era, en esencia, el proyecto de Mario Marín, su jefe.
Como otros, toleró y avaló la imposición, pero, también como otros, hoy no está dispuesto a aguantar otra, la famosa segunda imposición, y menos tras la vergonzosa derrota electoral de julio.
Apunte, pues, a Deloya como uno de los más serios y abiertos detractores de Zavala, y miembro distinguido del TUCOZ.
Tope donde tope.
Le guste a quien le guste.