Arturo Luna Silva
Que enorme inquietud y nerviosismo –por decir lo menos- generó la difusión de una primera lista de posibles funcionarios de la próxima administración estatal.
“¿Y yo en qué libro voy a leer?”, se preguntaron, hasta indignados, algunos de los operadores cercanos, aunque ya se vio que no tanto, del gobernador electo, Rafael Moreno Valle Rosas.
Y es que hasta el momento, del búnker morenovallista han salido pocas señales respecto al futuro no de los integrantes de su burbuja (Antonio Gali, Eukid Castañón, Patricia Leal, Luis Banck, Marcelo García o Jorge Aguilar), o de la gente del SNTE (Eric Lara, Leticia Jasso o Guillermo Aréchiga), o de los melquiadistas (Carlos Alberto Julián y Nácer, René Meza Cabrera, David Villanueva o Mario Riestra) que se la jugaron contra viento y marea, que ellos algo van a alcanzar sin duda alguna, sino de aquéllos que apoyaron a Rafael desde el principio, cuando hubo que romper inercias y construir desde abajo al interior de un PAN que veía con recelo y dudas, muchas dudas al que por entonces tachaban de arribista y oportunista por, entre otras cosas, venir del PRI.
Fue el martes de la pasada semana cuando el periodista Rodolfo Ruiz, en su influyente columna “La Corte de los Milagros” de e-consulta, citó una serie de nombres de hombres y mujeres que, dada su cercanía con Moreno Valle y su trabajo en la campaña, tendrán posiciones de importancia.
Empero, la lista causó urticaria y algo más a un grupo que, a tan pocos días del triunfo, empieza a ser relegado o al menos a pensar que los compromisos con ellos no serán cumplidos, pues el mensaje para la repartición del pastel ha sido hasta hoy:
Primero, los de la burbuja o Grupo Finanzas;
Después, la gente del magisterio y de Nueva Alianza, pues la madrina Elba Esther va a co-gobernar;
Tercero, los escasos panistas que gozan de confianza (como Pablo Rodríguez Regordosa).
Y al último, de relleno, los que se la partieron desde el inicio y que incluso se pelearon con gente como Ana Teresa Aranda, Jorge Ocejo, Ángel Alonso Díaz Caneja o el mismísimo Francisco Fraile con tal de apoyar a Moreno Valle.
¿Nombres?
Pedro Plaza, Violeta Lagunes, Cecilia Espino, José Miguel Castillo, Eduardo Louvier, Enrique Cruz Pardo, José Gómez Carranco, Guillermo Velázquez, Eduardo Covián y, especialmente, Rafael Micalco Méndez, el ex dirigente estatal del PAN que le apostó todo, sin remilgos, a su tocayo, soportando acusaciones gravísimas por parte de sus compañeros panistas y hasta sacrificando sus propios proyectos personales en aras del objetivo común (Micalco tuvo que ceder su lugar en la lista de diputados por la vía plurinominal para dar cabida a las posiciones que se negociaron para construir la coalición “Compromiso por Puebla”).
Son personas y operadores políticos que quizá no se vieron tanto durante la campaña constitucional, pero que desde la interna panista han mostrado fidelidad y lealtad, y que desempeñaron con buenos resultados las tareas específicas que les encomendaron para contribuir a la victoria del pasado 4 de julio, y que hoy –es natural- quieren su recompensa.
La lista es, por supuesto, más larga, pero todos temen que en los hechos se cumpla con aquello que tanto se dijo, en el sentido de que si Moreno Valle ganaba los comicios, sólo gobernaría con sus amigos, olvidando a quienes creyeron en él cuando nadie lo hacía, al menos al interior de Acción Nacional.
Falta, desde luego, mucho para la toma de decisiones y las percepciones y las cosas pueden cambiar radicalmente, pero de verdad que no cayó nada, pero nada bien la citada primera aproximación al gabinetazo, pues ya hay quien se ve como damnificado de la guerra sin cuartel que forzosamente se dará por las posiciones de privilegio del próximo gobierno del estado.