Envidias, malos entendidos, protagonismos excesivos y otras cuitas femeninas, tienen divididas, si no es que abiertamente enfrentadas, a las integrantes de la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras del Estado de Puebla, la famosa -y muy diluida- AMPEP.
Y es que el arribo de la nueva presidenta, María Teresa (Maité) Colchero Garrido, investigadora de la BUAP que no llegó precisamente a sumar adeptas, provocó que un grupo se distanciara poco a poco, al extremo de dejar de asistir a las reuniones, y otro más de plano se planteara nuevos y mejores caminos, como la conformación de una nueva agrupación que verdaderamente represente los intereses del gremio.
Ciertos desplantes discriminatorios y ofensivos hacia algunas de las socias -a quienes sin ton ni son se les llama “nacas”-, falta de rumbo, ausencia de planes de trabajo y un marcado interés por favorecer sólo los anhelos de algunas de las integrantes (como por ejemplo el financiamiento que dará la Secretaría de Cultura a un libro de la autoría de Maité Colchero sobre el Bicentenario de la Independencia de México), ponen en duda el futuro de la AMPEP.
No exagero.
El pasado viernes, en el domicilio particular de Malú Ferniza Rodríguez, coordinadora de la sección de sociales y columnista de “El Sol de Puebla”, se llevó a cabo la primera reunión de trabajo para conformar una nueva asociación de mujeres periodistas, proyecto que va en serio y que cada día suma más simpatizantes.
Y es que la ruptura con la AMPEP es inminente.
Algunas de las “conspiradoras” a la cabeza de este esfuerzo son Hilda Luisa Valdemar, Alejandra Galindo y María de los Ángeles García.
Pero no son las únicas -ni son pocas-.
La cosa va tan adelantada que ya hasta cuentan con la asesoría jurídica de la abogada María Luisa Sánchez Pontón, hija del periodista Manuel Sánchez Pontón y funcionaria de gobierno, que participa a título personal.
La verdad es que poco queda de la asociación que fundó Blanca Lilia Ibarra y que fue encabezada en distintos momentos por la citada Hilda Luisa Valdemar, por Diana Hernández y, recientemente, por Josefina Zárate López.
La AMPEP nació para dar fuerza y cohesión al gremio periodístico femenil poblano y poco a poco fue convirtiéndose en una agrupación sin rumbo, sin influencia, sin peso específico, sin voz ni voto, y peor: en coto de poder de sólo unas cuantas.
Hay más que molestia, por ejemplo, con la actitud soberbia (y por tanto sobrada) de Leticia García Polo, integrante de la mesa directiva y periodista sin demasiados méritos profesionales, misma que, empero, en un santiamén pasó de modesta reportera a “asesora” de su amiga, la presidenta municipal Blanca Alcalá Ruiz, de quien no se despega ni a sol ni a sombra, al estilo calcomanía, para desgracia de no pocos funcionarios de primer nivel del ayuntamiento capitalino (¿verdad Guillermo Hidalgo Vigueras?).
Hoy doña Leticia, su graciosa majestad, trata con desdén, ve de arriba hacia abajo a quienes antes elogiaba y decía admirar, y, desde su pedestal de cristal, decide quién sí y quién no merece un sitio en la AMPEP. Como dicen sus propias “amigas”, ella sí que se cree “Dios en el poder”.
La AMPEP vive hoy quizá sus peores momentos y el cisma es inevitable.
Bien dicen que “juntas, ni difuntas”.
Ojalá que la nueva asociación no se conforme con sólo ir a desayunar con los funcionarios del gobierno para el consabido intercambio de elogios mutuos, y dé nivel, personalidad y credibilidad a un gremio que, eso sí, siempre ha sido relegado y minimizado de los medios de comunicación poblanos, donde abunda el machismo y evidentemente, por consecuencia, la discriminación laboral hacia las mujeres (¿cuántas son directoras o jefas de información o conductoras de sus propios espacios de radio y televisión?).
En tiempos de Blanca Lilia Ibarra, talentosa comunicadora que hoy es integrante de la Comisión de Acceso a la Información Pública, en la AMPEP por lo menos se trató de avanzar por el lado académico, que es -como se sabe- el que mejor paga. Hubo foros, cursos de capacitación y coloquios sobre la comunicación y otros temas de coyuntura.
Pero de eso, insisto, muy poco queda.
Y ya se vio.
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No todo es malo en Puebla.
El plantel Las Ánimas del Colegio Americano fue elegido como locación para el documental “Puebla, sinfonía silenciosa”, proyecto ganador en la categoría documental de la Convocatoria a la producción y post producción de corto metraje 2008-2009 organizada por CONACULTA y la Secretaría de Cultura del gobierno del estado de Puebla.
El objetivo de este proyecto es realizar un documental de la ciudad de Puebla que retoma las características de los documentales urbanos de la corriente cinematográfica cine ojo, cuyo iniciador es Dziga Vertov, quien en 1925 estrenó el documental “Man with the movie camera”. (Pueden ver el primero de los nueve fragmentos del documental original de Vertov en la dirección http://www.youtube.com/watch?v=AInQ1×5_r3o).
Por desgracia, nuestra ciudad no cuenta con un testimonio cinematográfico que le permita preservar para la posteridad su aspecto actual, por eso en el plantel Las Ánimas están muy entusiasmados por haber sido elegidos como locación, pues esto significa que será la única institución educativa no universitaria que formará parte de este importante testimonio.
Muchas felicidades a toda la comunidad del Colegio Americano.
gar_pro@hotmail.com