Arturo Luna Silva
Improvisados.
Miserables.
Ridículos.
Grotescos.
Y sectarios.
Así se están viendo los “genios” del PAN que han empezado a llamar “Sr. López” a Javier López Zavala.
Como si apellidarse López fuese una peste o algo de lo cual avergonzarse.
Y más en este país donde los muy honorables y respetables López son, sin duda, mayoría.
Y abrumadora.
¿Acaso sabrán en el PAN que es el apellido más popular en México y que basta echarle un ojo a la sección amarilla para comprobarlo?
¿O al padrón electoral?
No es cosa menor.
En los últimos días, el dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Mondragón Quintana, se ha referido al precandidato único del PRI como el “señor López”.
Y lo ha hecho de forma despectiva.
Como si ofendiera o humillara de alguna forma a López Zavala.
¿Ejemplo?
El boletín que el PAN ayer emitió bajo el cabezal: “Las donosas propuestas del PRI” (sic), y que rezó en la parte que nos importa de forma literal:
“El Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Acción Nacional (PAN) reprueba la incongruencia en las propuestas que el señor López pretende vender a la sociedad (…)”
“Así mismo, otra de las propuestas que evidencia la falta de congruencia por parte de la cúpula priísta es la presunta reforma integral a la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública que propone el señor López”.
Y así por el estilo, párrafo tras párrafo.
Hace unos días fue Pablo Rodríguez Regordosa, fracasado candidato a presidente municipal de Puebla y actual diputado federal plurinominal, quien durante una rueda de prensa se refirió en iguales términos a Javier López Zavala.
Cada vez que habló del ex secretario de Desarrollo Social –a quien los panistas de todos los signos y tamaños traen en la mente como una obsesión y una preocupación- lo hizo como “el señor López” por acá, “el señor López” por allá y “el señor López” por acullá.
No es chistoso.
Y para ser casualidad es demasiado.
Parece más bien parte de una “estrategia” desesperada para contrarrestar la fuerza mercadotécnica que, nos guste o no, ha tenido como marca política la denominación López Zavala o simplemente Zavala. A pesar, a veces, por supuesto, del propio Javier López Zavala y la gente que lo rodea –pero ésa es otra historia, diría la Nana Goya-.
Creo que en el PAN se equivocan.
Y garrafalmente.
Primero al intentar hacer menos a un político, sin importar su filiación partidista, por el simple hecho de tener como apellido paterno el de López. Como si fuera pecado o algo de lo cual apenarse.
Segundo, al repetir el mismo y chocante error del equipo de “genios” del patético Felipe Calderón, quien en su campaña a Los Pinos utilizó la misma estratagema (acción engañosa para obtener algo, especialmente en el arte de la guerra) para “atacar” al perredista Andrés Manuel López Obrador, a quien invariablemente se referían como “Andrés López” o simple y precisamente como “el señor López”.
Y tercero, al olvidar que, si se trata de ponernos elitistas y perfumados, su virtual candidato a la gubernatura no está precisamente para presumirse desde el punto de vista de la heráldica, pues su nombre completo no es Rafael Moreno Valle sino Rafael Moreno Valle Rosas.
Sí, Rosas.
El muy mexicano Rosas, que así como que muy fino y distinguido no se escucha.
Detallito del cual, por cierto, se olvidan Juan Carlos Rodríguez Regordosa y Pablo Mondragón Quintana, perdón, Juan Carlos Quintana Regordosa y Pablo Mondragón Rodríguez, perdón, Juan Carlos Mondragón Quintana y Pablo Rodríguez Regordosa cada vez que hablan públicamente de Rafael Moreno Valle Rosas.
¿Qué les sucede?
Pensé que en el PAN tenían mejores ideas y mejores argumentos para dar la pelea al PRI.
Ya veo que no.
Y no sólo eso.
Confirmo con espanto que son:
Improvisados.
Miserables.
Ridículos.
Grotescos.
Y sectarios.
Vamos: retrato hablado (con escudo de armas al fondo).