Del plato a la boca se cae la sopa

Arturo Luna Silva

 

Hace tres meses, es decir, en septiembre, el Centro de Investigaciones sobre Opinión Pública (CISO) de la BUAP incluyó los nombres de tres panistas en una encuesta general sobre la carrera al ayuntamiento de la ciudad de Puebla.

 

Esos tres panistas fueron: Ana Teresa Aranda, Eduardo Rivera Pérez y Humberto Aguilar Coronado, mejor conocido como “El Tigre”.

 

El mismo que el pasado fin de semana anunció que no tiene con qué pelear la candidatura del PAN a la gubernatura, pero se apuntó para la alcaldía capitalina, puja en la que sin duda tiene y tendrá mejores posibilidades.

 

En ese ejercicio de medición, que hoy sirve como la referencia demoscópica más a la mano, Aguilar Coronado quedó por debajo de Ana Teresa Aranda, pero por arriba del diputado Eduardo Rivera Pérez.

 

De una lista de 14 (once de ellos priístas), “El Tigre” se ubicó en el noveno lugar de conocimiento, en el séptimo de confianza y en el séptimo de intención de voto.

 

En contraste, Lalo Rivera apareció en el décimo primero de conocimiento, en el décimo primero de confianza y también en el décimo primero de intención de voto.

 

El sondeo se hizo antes de que “El Tigre” reforzará de forma notable su presencia mediática y de la enorme campaña publicitaria que mediante bardas y espectaculares realizó so pretexto su informe de labores como senador de la República; por ello, no es ocioso pensar que los números de Humberto hoy son mucho mejores que hace tres meses en Puebla capital.

 

Quizá sea un buen momento para que, aprovechando el remanso de fin de año, Lalo Rivera empiece a reflexionar muy seriamente sobre ese dicho popular que reza: “Del plato a la boca se cae la sopa”.

 

Porque resulta que “El Tigre” luce, al menos en el papel, como una opción más competitiva que él para la alcaldía de Puebla.

 

De hecho, las veces que a Rafael Moreno Valle le han preguntado con quién le gustaría hacer dupla, nunca de los nuncas ha mencionado el nombre de Lalo Rivera, quien le parece un buen muchacho pero poco menos que timorato.

 

Ahora Lalo Rivera no sólo tiene que pelear con la materialización de la sombra de Luis Paredes (quien regresó del ostracismo a hacerle la vida imposible) y disputar la candidatura que ya creía suya con uno de su misma estirpe, aunque mejor pedigrí, como Pablo Rodríguez Regordosa, quien ya fue candidato en 2004 y aunque perdió, obtuvo el mayor número de votos en la historia del PAN en la ciudad de Puebla.

 

También tendrá que enfrentar a “El Tigre”, quien va en serio a pesar de que no es el candidato de El Yunque, al que pertenece y del cual si bien está distanciado, no está divorciado.

 

¿Quién vencerá en esta guerra, la madre de todas las guerras al interior del PAN?

 

¿Qué intereses prevalecerán?

 

Lo único cierto es que se van a destrozar.

 

gar_pro@hotmail.com

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