Arturo Luna Silva
Está confirmado: al menos a uno de los aspirantes del PRI a Casa Puebla le fueron ofrecidos los servicios de la empresa Servicios de Inteligencia Industrial y Comercial FEVI.
Sí, la misma que, según informó el pasado domingo el diario “Reforma”, hacía trabajos de espionaje y entre sus objetivos estaba el gobernador de Puebla, Mario Marín Torres (además del jefe del gobierno del DF, Marcelo Ebrard; la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo; los mandatarios de Veracruz, Coahuila y Sonora, Fidel Herrera, Humberto Moreira y Eduardo Bours, respectivamente, y hasta la novia de Enrique Peña Nieto, la actriz Angélica Rivera, mejor conocida como “La Gaviota”).
De acuerdo con el reportero Abel Barajas, todos estos personajes eran presuntos “objetivos” de una red profesional de espionaje político que tenía sede en el Estado de México y que hace poco fue desmantelada por la PGR.
Por separado, Marín y compañía eran blancos de este grupo que recababa información sobre sus vidas públicas y privada.
El trabajo sucio –porque forzosamente tuvo que ser sucio- era realizado por 13 ex funcionarios de áreas de seguridad nacional, liderados por el ex delegado del Cisen Luis Miguel Dena Escalera.
Usaban identificadores de señal para teléfonos móviles, antenas, cámaras de video ocultas, micrófonos ocultos y receptores inalámbricos para intervenir comunicaciones privadas.
Armaban sinopsis, cuadros de vínculos, relaciones afectivas, vulnerabilidades y presuntamente llamadas de todos estos personajes.
Cuánta información pudieron recopilar de Mario Marín, es algo que se desconoce por el momento.
Pero no que todas o parte de las carpetas que alcanzaron a elaborar (dicen que son más de 20) le fueron ofrecidas a uno de los aspirantes del PRI a sucederlo, a cambio de una cifra millonaria.
Una de las pistas para saber quién es ese aspirante que tal vez compró la información está en que la empresa Servicios de Inteligencia Industrial y Comercial FEVI le trabajaba al gobierno del Estado de México, a quien el citado Luis Miguel Dena Escalera llegó a facturarle un contrato de 1 millón de pesos.
Sin duda un caso para la araña.
Sólo le digo que mucha, pero mucha mugre saldrá de la averiguación previa, la 83/UEIDCSPCAJ/2008, que al respecto tiene abierta la Procuraduría General de la República.
Nadie debe olvidar que el mayor escándalo del sexenio, el caso Cacho, nació, creció y se reprodujo gracias precisamente al bendito espionaje político.
¡¡¿Otra vez…?!!
Sí, la pregunta quema:
¿Quién, quién espiaba a Mario Marín?