En Coahuila, la lógica electoral de una ventaja morenista, que se percibe por casi todo el país, no ocurre. Esa entidad se cocina aparte. De confirmarse en las urnas las proyecciones de las encuestas, el régimen lopezobradorista naufragará ahí y el PRI continuará sus más de 100 años de gobiernos estatales, a pesar de todas las acusaciones de corrupción. En Puebla debemos tener (muchos ya la tienen) una especial atención en ese proceso, porque hay una sombra espesa que se cierne sobre el futuro poblano.
La semana pasada comenzaron oficialmente las campañas en tierras coahuilenses.
Serán 60 días de proselitismo, antes de la jornada electoral.
Hay cuatro aspirantes: el ex alcalde de Saltillo, Manolo Jiménez Salinas, candidato del PRI, PAN y PRD.
El priísta de origen lleva la ventaja y por un buen trecho.
El senador con licencia, Armando Guadiana Tijerina, candidato de Morena. Presuntamente impuesto desde la Presidencia de la República.
Él debiera ser el favorito, pero va en desventaja.
El ex subsecretario de Seguridad Federal, Ricardo Mejía Berdeja, por el Partido del Trabajo (PT), quien rompió la alianza lopezobradorista.
Más que un berrinche, para convertirse en un esquirol, él argumenta que se trató de que lo trampearon en la encuesta interna.
Y Lenin Pérez Rivera, ex alcalde de Acuña, por los partidos Unidad Democrática de Coahuila (UDC) y Verde Ecologista de México (PVEM).
Él también fue un ingrediente para el rompimiento de la alianza lopezobradorista que, por ejemplo, abandera y tiene a la delantera en el Estado de México a una anticlimática Delfina Gómez.
Ese escenario de ruptura, principalmente de uno de los contendientes internos del lopezobradorismo, es el que tiene en vilo la posibilidad de triunfo en Coahuila.
En promedio, las encuestas dibujan ahora una ventaja de más de 15 puntos para el candidato del PRI-PAN-PRD.
Una brecha que no existiría, si el candidato petista Ricardo Mejía Berdeja no hubiera roto la alianza del régimen.
La contienda en aquel estado norteño lleva implícita una lección para Puebla.
Aquí, la visión es que podría haber una imposición para 2024.
Se percibe que Ignacio Mier, el coordinador de los diputados federales del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), no es el más competitivo.
Pero él y su equipo han propagado la versión de que sería “el favorito” de Palacio Nacional.
En cambio, Alejandro Armenta, el presidente del Senado de la República, se advierte como quien tiene más fuerza y base social.
Pero también desde el campamento de Mier se ha sembrado la idea de que su primo no cuenta con la bendición presidencial.
Esas versiones, en realidad, no pueden darse por ciertas.
Pero, en cambio, sí dejan una duda: ¿el escenario de Coahuila podría reeditarse en Puebla?
¿Armenta podría convertirse en el factor de rompimiento y, en su caso, de debilidad para Morena?
La respuesta simple es sí.
Sin embargo, faltará ver si hay “imposición” o la encuesta es “efectiva”.
En la sombra de Coahuila que pesa sobre Puebla, hay otro elemento que se debe considerar.
Allá, hay quienes defienden la hipótesis de que el rompimiento de la alianza morenista fue pactado.
Que la plaza se negoció con el PRI, a cambio del tenue apoyo legislativo que ha recibido el gobierno de López Obrador.
Otra duda surge: ¿ese pacto podría darse en Puebla?
La respuesta lógica es no.
Nada está escrito.
Pero para el análisis de Puebla es indispensable observar con lupa a Coahuila.
La nube coahuilense podría llover sobre Puebla.