Arturo Luna Silva
Para Carlos Gómez, por el milagro de la vida (otra vez)
Pues resulta que el pasado fin de semana “El Tigre”, mejor conocido como Humberto Aguilar Coronado, intentó impresionar al Consejo del PAN con su rimbombante –pero inútil- nombramiento de integrante de la Comisión de Reflexión y Análisis del Proceso Electoral de 2009, intentando imponerse como “mensajero” del Consejo Estatal para llevar el resultado del análisis realizado en Puebla al Comité Ejecutivo Nacional.
El senador no resistió hablar desde su asiento, tomó la tribuna para decir: “fui nombrado como miembro de la Comisión de Reflexión y Análisis del Proceso Electoral de 2009“ y a continuación, muy serio todo él, propuso tres cosas: la primera, enviar el documento de análisis al CEN; la segunda, que ingresara su secretaria para que tomara nota de lo que se decía, con el fin de ser él el único portavoz de los poblanos en la susodicha Comisión de Reflexión, y la tercera y última, que pasaran al salón cuatro ex candidatos para hacer sus comentarios sobre la campaña, a lo que los consejeros le respondieron: “no, no y no”.
En su primera “gran” idea le dijeron no al “Tigre”, porque la propuesta inicial del Comité Estatal fue enviarla directamente y sin intermediarios al Comité Ejecutivo Nacional por conducto de la presidencia estatal, es decir, de manos del presidente estatal, Rafael Micalco, a César Nava.
Con ello quedó claro, clarísimo, que el “maravilloso” nombramiento de Aguilar Coronado sólo fue el “Whiskas” con el que le callaron la boca y que en verdad su publicitada renuncia al Comité Nacional únicamente resultó un “maullido” (porque tampoco es perro), dado que jamás la presentó por escrito y por tanto nunca fue real.
Según algunos asistentes a la sesión de Consejo Estatal del pasado fin de semana, su segunda propuesta también fue rechazada y es que el legislador trató de hacerse el muy chistoso. Hubo por ahí quien amablemente se ofreció a tomar nota de sus palabras, como era el deseo de Aguilar Coronado, pero éste rechazó el ofrecimiento porque, según dijo, no acostumbra sentarse en las piernas a alguien “con huevos”. La bromita cayó como patada de mula entre quienes lo escucharon y no pocos de los presentes recordaron cuando “El Tigre” fue acusado precisamente de abusar sexualmente de una joven colaboradora suya, en otro tiempo, en otra circunstancia de la política aldeana.
Pero lo verdaderamente relevante fue la desconfianza que mostraron todos los presentes para que Humberto Aguilar fuese el mensajero de Micalco ante César Nava, argumentando que existe un sesgo por su interés electoral y sobre todo porque a últimas fechas “El Tigre” ha venido desprestigiándose.
De entrada aún no ha explicado por qué siendo miembro de la famosa Comisión de Reflexión, dejó a los militantes de Puebla capital con “la palabra en la boca” en la reunión celebrada en las instalaciones del Comité Municipal, o acaso ¿de ellos no quiso ser mensajero?
Y es que tenía una (ni tan secreta) cita con su amigo el priísta Javier López Zavala, con quien es evidente ya llegó a un arreglo, como llegó con César Nava (a quien primero criticaba y ahora alaba) y como lo llegará a tener en su momento con la o el candidato panista al gobierno del estado (¿quién y cuánto apuestan?) para vender como si fuesen de oro las dos o tres canicas de vidrio que tiene en la bolsa.
El último punto propuesto por “Silvestre” (porque es un lindo gatito), de plano se desechó porque los ex candidatos que supuestamente querían ingresar a la sesión fueron engañados o no se aprendieron el guión. La petición de audiencia que supuestamente suscribieron por escrito no solicitaba una audiencia con el Consejo, sino con el presidente nacional; de hecho, cuatro de los seis firmantes ni siquiera tenían conocimiento del contenido de la carta. El senador los trató de usar de tontos útiles y por poquito lo logra.
Mejor para Humberto, porque de haber entrado a la reunión igual y hasta terminaban reclamándole por qué no hizo nada para que ganaran, ya que sólo dedicó tiempo a ganar la plurinominal de su protegida Augusta Valentina Díaz de Rivera o reprochándole que fue él quien propuso la elección de candidatos por designación.
No cabe duda que en un abrir y cerrar de ojos, Aguilar Coronado pasó de “Tigre” a ser el “Garfield” de la política poblana: torpe, flojo y mentiroso, pues aunque tiene la habilidad de hablar, no ha dejado de comportarse como un simple gato.
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