El karma, ese inexorable e indeseable visitante que siempre nos alcanzará, ha tocado la puerta del ex secretario de Seguridad Pública del morenovallismo, Facundo Rosas Rosas, quien ha estado relacionado a lo largo de su carrera, también como comisionado de la Policía Federal Preventiva (PFP), con casos sangrientos y de violación de los derechos humanos. Por un tema, aparentemente menor, fue arrestado este jueves y luego vinculado con delitos más graves, que estaban en el clóset del pasado y que a la 4T, hay que decirlo, le caen como “anillo al dedo”.
A Facundo Rosas le ha ocurrido, en principio, como al célebre jefe de la mafia de Chicago, Alphonse (a) Al Capone, quien cayó por un tema de evasión de impuestos y no, realmente, por su largo historial criminal.
Este jueves, antes de las 08:00 horas, Rosas Rosas atropelló a una mujer en la Ciudad de México.
La mató.
Técnicamente, visto de botepronto, se trató de “un homicidio negligente o involuntario” y las leyes permiten hasta caución, para salir del arresto.
La tragedia de la pérdida una vida es muy grave.
Nunca debe minimizarse.
Pero la ley podría haber cobijado a Facundo Rosas.
Sus defensores, porque tiene medios de comunicación -en los que colaboraba- aliados en Puebla, dicen que “el exsecretario de la SSP en Puebla permaneció en el lugar del percance hasta la llegada de la policía”.
O sea, casi el héroe de esta película de terror.
Luego, se informó que agentes de la Marina y de la Fiscalía General de la República (FGR) lo trasladaron, de su centro de detención en la alcaldía Álvaro Obregón, a las instalaciones de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (Femdo).
De ahí, habría sido trasladado en jet a Toluca y luego por tierra al penal del Altiplano, vía terrestre.
Ha trascendido que la orden de aprehensión que se ejecutó fue por su probable responsabilidad en el caso “Rápido y Furioso”.
Se trata de la operación en la que, en coordinación con agentes de Estados Unidos, se ideó el ingreso ilegal de más de 2 mil 500 armas de alta potencia.
La idea era “rastrearlas”.
Por supuesto todo terminó mal.
Esas armas terminaron en manos del Cártel de Sinaloa.
Con consecuencias de sangre y muerte.
Facundo Rosas, quien es colaborador del portal poblano e-consulta, en donde su más reciente artículo aparece en la portada del informativo, con el título “Sistema penitenciario bajo asedio”, con fecha 26 de enero, está estrechamente vinculado con el titular de Seguridad Pública federal en tiempos de Felipe Calderón, Genaro García Luna, preso en Estados Unidos.
Precisamente su mayor presunto pecado juntos fue la operación “Rápido y Furioso”.
Pero tiene más antecedentes.
Ha estado vinculado él, y sus mandos estuvieron en la cárcel, por sus presuntas ligas con el robo de combustible, el huachicol, en Puebla.
Cuando fue comisionado de la PFP (2009-2012), en su último año en ese cargo dirigió un operativo policiaco para desalojar manifestantes de la Autopista de El Sol, a la altura de Chilpancingo, Guerrero.
Fueron asesinados dos normalistas de Ayotzinapa y el dueño de una gasolinería de la zona.
Luego, en 2014, apenas dos años después, dirigió un nuevo operativo para desalojar de la Vía Atlixcáyotl a manifestantes de la junta auxiliar de San Bernardino Chalchihuapan, del municipio de Santa Clara Ocoyucan, en Puebla.
Un menor, de 13 años de edad, fue golpeado con el cartucho de gas lacrimógeno que disparó con torpeza uno de los policías estatales a su mando, y falleció, tras varios días de agonía, con el cráneo destrozado.
Hubo otros heridos de gravedad.
A pesar de todo, Facundo Rosas andaba muy tranquilo por la vida y en modo valentón lanzando toda clase de estiércol a la 4T.
Aseguraba que no tenía ninguna cuenta pendiente con la ley.
Se erigía, en sus sesudos artículos, como especialista y crítico de la seguridad.
Dictaba “cátedra” o eso suponía.
Toc-toc, tocó hoy el karma.