El crecimiento acelerado que está teniendo la pandemia de la COVID-19 en el país, con su tercera ola y con su reflejo en Puebla, hacen suponer que no habrá condiciones, a pesar de lo mucho que insiste en ello el presidente Andrés Manuel López Obrador, para regresar a clases presenciales a finales de agosto.
A mes y medio de ese emplazamiento a volver a las aulas, que ha hecho principalmente el Gobierno Federal, no hay buenas noticias.
Al arranque de la semana epidemiológica número 27 -este domingo- se registró un aumento de 37 por ciento en los casos estimados, en relación con la semana anterior.
Son los datos oficiales de la Secretaría de Salud federal de este mismo 18 de julio.
La cifra, si se ve con cuidado, debería encender las alarmas.
Ya lo hemos estado viendo en el incremento de hospitalizados.
Hay reportes que ubican ya saturación en 10 por ciento de los hospitales del país.
De acuerdo con las proyecciones, la tercera ola tendrá sus picos entre septiembre y octubre.
Justo cuando, si no se frena la pretensión, estén los niños y jóvenes en clases.
Varias asociaciones de padres de familia han pedido a las autoridades federales que descarten el regreso a clases, al menos en el corto plazo.
En Puebla, se ha planteado un modelo híbrido: presencial, con clases a distancia también y asistencia alternada de los alumnos.
Sin embargo, también con responsabilidad, la administración de Miguel Barbosa ha dejado como condición indispensable, la protección a la salud de los estudiantes.
También del personal docente, padres y todos quienes intervendrán en la movilización masiva que implica regresar a las aulas.
En entrevista, el secretario de Educación, Melitón Lozano, le dijo a este reportero la semana pasada que, si no hay condiciones, no forzarían desde el Gobierno del estado de Puebla el regreso a aulas en la entidad.
Son casi dos millones de estudiantes de los distintos niveles educativos en el estado.
Más de 75 mil docentes.
La semana pasada terminó con más de 150 casos registrados.
Es más, el gobernador sentenció que “nunca hemos estado en semáforo verde” y que sería muy probable regresar a las restricciones del color naranja.
Aunque también aseguró que “no volveremos a cerrar”, en referencia a la suspensión total de actividades no esenciales, que tanto deterioró la economía.
Sin embargo, no hay esta misma visión en el presidente de la República, quien desestima el riesgo.
Dice que los niños y adolescentes no se contagian.
Sin embargo, la variante Delta de la COVID, por poner un ejemplo, sí afecta a los menores.
Habla Andrés Manuel de que, de no regresar a las aulas, “el daño va a ser mayor en lo emocional, en lo afectivo, en lo familiar”.
¿Pensarán igual los padres de familia?
Yo coincido con usted en esta respuesta.