Cuentan que el presidente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno Cárdenas, estuvo muy contento en Puebla el viernes pasado y con muchos halagos para el dirigente estatal, Néstor Camarillo, al que prácticamente dejó como inamovible en su encargo y con probabilidades de brincar a un periodo estatutario de cuatro años.
En medio de la rebelión del grupo del ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, quien pide su renuncia y le tomó la semana pasada sede del partido, en la Ciudad de México, el campechano encontró en tierras poblanas un remanso.
Dos son las razones: luego de la jornada electoral del 6 de junio, se expresó “muy satisfecho” con los resultados.
Claro, es un tema de percepción, porque el tricolor poblano perdió varias alcaldías, aunque subió votación y consiguió más curules locales.
Se puede ver el vaso o medio lleno o medio vacío.
La segunda razón es que se sintió muy cobijado con la delegación de 400 priístas poblanos que, el pasado martes 29 de junio, cuando estaba en su punto de ebullición la toma de las instalaciones, llegaron en su apoyo a la Ciudad de México.
Tras ver ese respaldo, fue que Alito definió que estaría este viernes en Puebla, en un hotel de San Andrés Cholula, para reuniones que ya había postergado en al menos dos ocasiones.
Su presencia además se leyó, dentro de la militancia tricolor, como un respaldo inequívoco a Camarillo.
Como es la naturaleza caníbal del PRI de Puebla, hubo ya un fallido connato de rebelión.
El mismo día que en la Ciudad de México las huestes de Ulises Ruiz tomaron las instalaciones del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), la candidata derrotada a diputada federal Xitlalic Ceja y el ex subsecretario Juan Carlos Lastiri habían convocado a una reunión en Puebla.
Se sabe que la intención era plantear la ruta para destronar a Néstor, pero fracasaron.
La convocatoria ni siquiera tuvo eco.
La reunión fue suspendida.
De ahí que este viernes tomara mayor relevancia la llegada de Alito a Puebla.
El presidente del CEN priísta tuvo tres encuentros.
Primero con autoridades electas, presidentes y sus planillas, diputados locales y regidores, casi con micrófono abierto, como karaoke.
En ésa tomó protesta a Jorge Estefan Chidiac como coordinador del Grupo Legislativo del PRI en la LXI Legislatura local.
Luego, con sectores, organizaciones; lo que ellos llaman clase política.
En esas dos también estuvo, como invitado especial, el ex gobernador Melquiades Morales.
Una tercera con ex candidatos.
Y la última, con consejeros nacionales, en otro hotel distinto, ya casi de salida hacia la capital del país.
Ahí estuvieron los diputados y diputadas, locales y federales, electos.
Dato relevante: del grupo de los conspiradores, no asistió Xitlalic a ninguna de las reuniones.
Lastiri sólo estuvo en la primera, al lado de Javier López Zavala.
(Algo así como la mesa de los zombies priístas).
Otro asunto que compartió Alito es que no ve a Ulises Ruiz y su rebelión como un peligro real.
Que detrás del oaxaqueño ve a Morena, pero no necesariamente al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Que asegura que terminará su gestión, como está programado, hasta 2023.
Que está “muy contento y orgulloso de los resultados de Puebla, a pesar de que no hubo dinero y que todo fue muy limitado”.
Por cierto, formalmente, el proceso electoral local termina el 14 de octubre.
La dirigencia local está firme.
Son datos que ofreció para quien los sepa leer.
Pero más, para quien los pueda entender.