Sin que se entienda como una generalización, en muchas de las 17 normales rurales se vive, desde hace muchos años, por no decir que tradicionalmente, un sistema casi carcelario, de autogobierno estudiantil, de abusos, vejaciones, excesos y adoctrinamiento, a través de doblegar el espíritu de sus alumnos, que ha quedado al descubierto, por las denuncias de las familias, tras el fallecimiento de dos normalistas de Escuela Normal Rural “Carmen Serdán”, del municipio de Teteles de Ávila Castillo, Puebla, cuando aparentemente intentaban saquear un camión.
El video que dio a conocer Noticieros Televisa es abrumador.
Junto con la pena por esta tragedia humana, por estas muertes, hay que hacer la reflexión social.
La revisión a las condiciones de estos centros educativos.
Las normales rurales cumplieron, y aún deberían hacerlo, con un enorme compromiso y proyecto sociales: la educación de los pobres y para los pobres.
No es romanticismo, es realidad.
Son la puerta de acceso al conocimiento de jóvenes muy pobres, quienes luego, convertidos en maestros, pueden regresar a las comunidades.
Desde los años 70, se satanizó a las normales rurales.
Fueron, efectivamente, cuna profesional como maestros de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, guerrilleros en los tiempos convulsos del estado de Guerrero, y la “guerra sucia del Estado Mexicano”.
Luego, ha habido episodios de violencia, con niveles de justificación o sin ella, como enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
De los más recordados, el de la Escuela Normal Rural “Luis Villarreal”, El Mexe, en Hidalgo, contra la casi recién creada Policía Federal Preventiva (PFP), en febrero del año 2000.
El caos de Ayotzinapa y la desaparición de 43 estudiantes tiene otro contexto, pero no lo pasamos por alto.
Los conflictos, con causa o sin ella, son cíclicos.
Y buena parte de ellos, nos aseguran y lo han denunciado las familias, se deben a lo que, de manera oscura, casi secreta, ocurre dentro.
Vejaciones graves contra las alumnas y alumnos, por parte del grupo dominante del Consejo Estudiantil.
En Teteles, por lo que se ha denunciado, les hacen novatadas muy crueles.
Como en otros de estos 17 centros educativos del país.
Aseguran que las dejan sin comer.
Las bañan en desechos.
Las hacen correr de noche, por tiempos extenuantes.
También se sabe que les quitan el apoyo económico
No las dejan dormir noches enteras.
Les imponen altas sanciones económicas.
Durante la cresta más alta de la pandemia, cuando deberían haber estado en sus casas, muchas fueron obligadas a acudir a hacer “guardias”.
Llegan a golpearlas.
Un caso extremo análogo ocurrió en la normal de Chiapas, conocida como Mactumatzá, en 2018, cuando falleció un estudiante por la presunta golpiza que recibió.
El fin de todos estos abusos es simple: menguar su voluntad humana.
Crear el ambiente psicológico y físico del sometimiento.
Para obligarlos y obligarlas a todo.
Ello, junto con el adoctrinamiento ideológico.
Esto deberá investigarse a partir de las denuncias.
Luego de los lamentables hechos de Teteles.
Ya el gobierno del estado de Puebla ha anunciado su disposición y que lo más importante son las normalistas y su seguridad.
Por primera vez se pone el dedo en este doloroso renglón.
Que sea para que mejoren esas condiciones.