Arturo Luna Silva
Hay ya una percepción generalizada (y una aceptación callada) sobre el desproporcionado activismo de Javier López Zavala en todo el estado, usando las bondades de la Secretaría de Desarrollo Social que encabeza.
Hay también una percepción generalizada –y percepción es realidad- de que él, y no otro, será el candidato del PRI al gobierno del estado y de que sólo algún evento súper extraordinario lo impediría.
Pero no todo es miel sobre hojuelas.
Su posicionamiento al interior del estado de Puebla es sin duda inigualable, y más que eso: inalcanzable, pero no tanto, aún, en la capital poblana, donde se concentra casi el 40% del electorado.
Quizá por eso el “Gran Elector”, el mismo que en el desayuno del pasado sábado en Casa Puebla jaló los hilos y fijó reglas a todos los suspirantes, también de paso -con todo el oficio y colmillo políticos del mundo- se otorgó tiempo, capacidad de maniobra, y le otorgó más tiempo a su “delfín” para precisamente terminar de crecer donde debe de crecer, es decir, en las encuestas de la ciudad de Puebla, requisito final para ungirlo como el candidato oficial.
Y es que sus enemigos internos se preguntan:
“Si de verdad va tan adelantado, ¿por qué no deja de repartir recursos, reunirse con grupos sociales y visitar colonias populares?”.
Para muchos ya es sospechosa –o curiosa, al menos- tanta movilidad, tanto estar arriba del ring mediático, tanto querer que siempre se hable de él, tanta necesidad de atraer reflectores…
Por eso, si ya ganó -y muchos creen que ya ganó la sucesión priísta 2010- es urgente:
1. Que desacelere un poco su vehículo hacia el poder.
2. Que evite provocar a sus adversarios o generar situaciones de rechazo por el uso (y abuso) de las estructuras de gobierno.
3. Que se ocupe a fondo en las tres “P” (prudencia, prudencia y más prudencia).
4. Que recuerde que aún no es el candidato del PRI y que esto es como en el futbol: puede haber tiempos extras y definición por penales.
5. Que escuche a quienes no dejan de decirle que sería bueno despegarse un poco de la mano de su principal promotor; ayudaría, entre otras cosas, a diseminar la extendida idea del continuismo.
6. Que no olvide que Mario Marín tiene un “Plan B”, que según dejó entrever en un desayuno con columnistas es Alejandro Armenta, y que si lo tiene es por algo, es por algo…
7. Que necesita seguir, sí, su activismo político, pero con mucha estrategia y cambiar de discurso.
8. Que requiere con extremada urgencia una agenda temática para dejar de ser monótono y repetitivo en sus actos públicos; incorporar asuntos clave como crisis económica, seguridad y pobreza, entre muchos otros, y demostrar que sabe de temas nacionales y hasta internacionales. Esto le ayudaría para mostrar liderazgo, capacidad intelectual y quitarse de encima la idea de que sólo, siempre, únicamente, está en campaña, la cual debe dotar ya, pero ya, de eso que llaman sustancia.
9. Que debe ir dando una idea, así sea general, del nivel o calidad de los personajes con los que en su caso haría gobierno. Porque no va a hacer equipo con los que ahora trae detrás, ¿verdad?
10. Que ordene su agenda (llega con retraso y dedica poco o insuficiente tiempo a sus compromisos), que no esconda –más bien que presuma- a su familia y que se concentre en un plan estratégico de comunicación, que le ayude a mejorar su imagen pública y sobre todo su rendimiento mediático.
Así, sólo así el “delfín” estará completamente a salvo.