Ningún gobernador en la historia de Puebla, ni en el viejo priato ni en los años de la alternancia que se inauguró con el PAN en 2011, ha tenido que enfrentarse a un Congreso adverso, con mayoría opositora. Ninguno. Los priístas obtenían la hegemonía natural desde las urnas. Rafael Moreno Valle tuvo que construirla, en su primera mitad de sexenio, con sus partidos afines y sumando, por la buena o por la mala, a los opositores. La posibilidad de que por primera vez se dé una legislatura sin la mayoría para el mandatario, se asoma por la caída de Morena en las potenciales preferencias electorales. Algo similar ocurre en el contexto federal -en donde los Presidentes sí han tenido legislativos contrarios-, pues Andrés Manuel López Obrador podría perder, en los comicios intermedios, su aplanadora morenista en San Lázaro. Eso y más se juegan los gobiernos de la 4T.
Cuando en 2018 el hoy Primer Mandatario arrancó su campaña a Palacio Nacional, no pidió el voto para sí, sino para los candidatos de la alianza Juntos Haremos Historia (JHH) al Poder Legislativo.
Tan sobrado estaba en los pronósticos, que iba entonces por la mayoría parlamentaria.
Y la consiguió.
Hoy tiene en las dos Cámaras del Congreso de la Unión verdaderas aplanadoras.
De sobra ostenta la mayoría simple, la mitad más uno.
Con eso le basta para avalar reformas a leyes secundarias, la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, en el caso exclusivo de San Lázaro, cada año
Incluso, sus números le dan la posibilidad de construir fácilmente mayorías calificadas, las dos terceras partes.
Los votos necesarios para avalar reformas constitucionales.
En la Cámara de Diputados, entre el mayoritario grupo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados, suma 332 curules, del total de 500.
En el Senado de la República, la cuenta le da 77 de 128 escaños.
Y ni así ha podido decirse que la Cuarta Transformación (4T) está en marcha.
Ni lejos.
¿Qué será si el tabasqueño pierde la mayoría?
En los procesos intermedios, a la mitad de los sexenios, cuando se renueva la Cámara Baja, casi ningún presidente ha podido conservar su mayoría.
No desde que gobernó el priísta Carlos Salinas de Gortari.
El “innombrable” es la excepción.
Su sucesor, el también priísta Ernesto Zedillo comenzó mandato con la LVI Legislatura (1994-1997) de San Lázaro, con 300 curules priístas, pero en la LVII Legislatura (1997-2000), tras el proceso intermedio, se quedó solamente con 239.
Zedillo perdió 61 curules.
Luego el panista Vicente Fox Quesada arrancó sexenio con 207 curules albiazules en la LVIII Legislatura (2000-2003).
Pero en la LIX Legislatura (2003-2006), apenas consiguió 148 diputados y diputadas de su partido.
La pérdida para el primer Presidente de la alternancia fue de 59 sitios.
Felipe Calderón Hinojosa, también del PAN, tuvo el peor descalabro.
Comenzó con 206 curules panistas en la LX Legislatura (2006-2009), pero al llegar a la mitad de su mandato, con la LXI Legislatura (2009-2012), perdió 64.
AN apenas tuvo 142 diputados y diputadas.
Paradójicamente, el priísta Enrique Peña Nieto es, históricamente, el presidente que menos sufrió de la pérdida de curules afines en el proceso federal intermedio de su periodo sexenal.
El mexiquense comenzó con 214 diputados y diputadas del tricolor en la LXII Legislatura (2012-2015) y concluyó con 205 en la LXIII (2015-2018).
La disminución fue casi imperceptible.
Además, Peña ya para ese momento había sacado avante las llamadas reformas estructurales en la primera mitad de su mandato, por lo que no resintió la baja de legisladores en San Lázaro.
El caos de Andrés Manuel López Obrador plantea toda una incógnita.
Su popularidad ha sufrido una caída grave, a un año y casi dos meses completos en Palacio Nacional.
Del extraordinario más de 80 por ciento de aprobación, en promedio, hoy está apenas en 55.8 puntos, de acuerdo con el Tracking Poll de Consulta Mitofsky, de este lunes.
Eso pegará a Morena, sin duda.
Y a las alianzas que haga.
En Puebla capital se siente ya, al menos en las mediciones que hay sobre las potenciales preferencias electorales rumbo a la presidencia municipal.
El más reciente análisis de Campaigns and Elections México y Varela y Asociados, muestra que Morena en solitario tiene apenas 20 por ciento.
El PAN, en alianza, le ganaría casi dos a uno en la capital poblana.
Aunque no hay análisis sobre el estado completo, una cosa es segura: la mayoría que tiene hoy la 4T en el Congreso local está en riesgo de perderse.
La próxima LXI Legislatura de Puebla podría tener una mayoría opositora.
Eso complicaría mucho el ejercicio de gobierno desde Casa Aguayo.
Los acuerdos.
La agenda del Ejecutivo.
Sería la primera vez que ocurra.
Son 41 curules locales las que estarán en disputa en 2021: 26 de mayoría relativa y 15 plurinominales.
También 217 ayuntamientos.
Panistas y priístas se frotan las manos cada vez que se evidencia un mal gobierno municipal de la 4T, en Puebla y el país.
Vaya reto.
Vaya gravedad.
Algo deberían estar haciendo los morenistas.
Los militantes y los dirigentes.
Algo urge, más allá de los pleitos intestinos.