Los poblanos hace mucho que nos sentimos inermes. Los pasos cotidianos en el municipio capitalino se dan con miedo. En cada hogar hay un caso, a veces muy grave, otros solamente de susto, relacionado con la grave delincuencia. Este jueves, el Inegi lo confirmó con cifras: en percepción, Puebla es la ciudad más insegura del país. Así lo siente 92.7 por ciento de sus habitantes. El mismo pasado miércoles, en un evento que no llegará a las estadísticas, pues no habrá denuncia, fue asaltado un restaurante de Calzada Zavaleta. Las tres comensales mujeres y el personal que estaban ahí a las 22:00 horas fueron encerrados y golpeados por dos ladrones armados. La Policía Municipal tardó en llegar y, aunque algunos agentes se portaron con diligencia, un par iba con aliento alcohólico. Así hay cientos de historias en esta capital de la zozobra.
Lo terriblemente irónico es que, a pesar de que por primera ocasión la Angelópolis es la ciudad número uno de todo el país en que sus habitantes se sienten más inseguros, no ha sido su nivel más alto de alerta.
La medición Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU)del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) situó la percepción de inseguridad local en 92.7 por ciento, este mes.
Pero ya en diciembre de 2018 llegó a 93.4 por ciento.
La gravedad sigue palpable.
La cifra actual que surgió del ENSU este primer mes de 2020 está muy por encima de la media nacional, que es de 72.9 por ciento.
¡20 puntos arriba!
La capital poblana, convertida en la capital del miedo, está por encima en percepción de inseguridad, de Tapachula, Chiapas; Ecatepec, Estado de México; Uruapan, Michoacán; Fresnillo, Zacatecas; y el también municipio mexiquense Tlalnepantla de Baz.
Lo han expresado las universidades, los organismos empresariales y ciudadanos.
Lo han dicho y clamado organizaciones políticas, actores y funcionarios de gobierno.
Urge un cambio en la estrategia de seguridad en la capital poblana.
Reforzar la capacitación y controles de seguridad de los policías.
Mejor equipamiento.
Pero también hay que reconocer que no es un tema nuevo.
Que tampoco puede ser endilgado a un solo gobernante.
O a un único partido.
O a uno solo de los tres niveles de administración.
Es un conjunto de circunstancias en el último lustro.
Desde 2015, en la elección federal intermedia, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), entonces oposición en el estado aunque gobierno en el ámbito federal, le reclamó al panismo por la inseguridad en Puebla.
Le funcionó en las urnas.
De los cuatro distritos electorales federales de la capital poblana, tres se pintaron de tricolor.
En 2018, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) enfiló sus críticas al PRI, administración federal, y al PAN, estatal, por la inseguridad.
También le redituó.
Ahora Morena es gobierno municipal, estatal y federal.
La historia se repetirá.
Como repetida, hasta el cansancio, es la historia de la inseguridad.
Esto es de primera mano:
Miércoles 22:00 horas.
Un grupo de amigas disfruta de una cena en un restaurante reconocido por sus tapas y gastronomía española.
Está en Calzada Zavaleta, casi esquina con Forjadores.
Estaban a punto de irse.
Dos sujetos con escuadras llegan al lugar.
Les quitan todo.
Carteras, celulares, bolsas.
Hay golpes.
Roban la caja.
Someten al personal.
Los encierran a todos.
Pasan muchos minutos, se pueden librar y llaman a la Policía Municipal.
Tardan en llegar.
Arriban finalmente los agentes en tres camionetas.
Algunos son amables.
Unos más, ausentes.
De la decena de efectivos, un par de ellos tiene franco aliento alcohólico.
Se van.
No habrá denuncia.
Es demasiado engorroso.
Es la Puebla cotidiana.
La capital de la zozobra.