Falta de espacios en hospitales, desabasto de medicamentos, la falacia de la gratuidad, un galimatías legislativo que obstaculiza su operación, desinformación y la muerte de pacientes por la imposibilidad de brindarles atención pronta y básica, son algunas de las calamidades con que arrancó, en Puebla y el país, el Insabi. El Presidente prometió cobertura universal y sin costo, pero lo único que ha logrado es el casi desmantelamiento del ya de sí deficiente sistema de salud. El Seguro Popular era una cloaca de corrupción, pero el Insabi es una inagotable fuente de ineficiencias. En medio de este caos, que ha tenido que atajar, en calidad de urgente, el gobierno de Miguel Barbosa, la pregunta es insoslayable: ¿Y dónde está el súperdelegado federal Rodrigo Abadalá? El sobrino político de Manuel Bartlett es el fantasma más caro de la 4T.
México vive una crisis hospitalaria y médica que está llevando a varios a la tumba (y no es exageración).
La ineficiencia de la Cuarta Transformación (4T) en este delicadísimo rubro es descomunal.
Basta hojear los diarios o darle clic a las noticias en Internet, para entender la magnitud del problema, que ha generado la sustitución del Seguro Popular por el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi).
Desde su entrada en vigor en el primer día de este 2020.
La “idea genial” con la que el lopezobradorismo hizo la sustitución, para borrar las huellas de la creación del Seguro Popular, en un gobierno federal panista en 2003, ha resultado el peor error.
A pesar de que hubo muchísimas advertencias de que fracasaría.
En los hospitales Sur y Norte de Puebla capital, se han reportado ya decesos por la falta de atención.
O no hay el instrumental o no hay cobertura para ciertas enfermedades e intervenciones, con el nuevo Insabi.
El Sol de Puebla reportó el jueves 9 de enero el fallecimiento de un hombre, nada más porque el nuevo esquema del servicio de salud no cubría una endoscopía que hubiera advertido sobre la gravedad de su padecimiento.
“El pasado 2 de enero, el señor Florencio Medina Castro ingresó al Hospital del Norte al filo de la 1:30 de la madrugada solicitando el servicio de atención tras presentar una hemorragia de tubo digestivo.
“Luego de explorarlo, alrededor de las 11:00 de la mañana los médicos le indicaron que requería de una endoscopía.
“Sin embargo, refirieron que no se la podían realizar ahí toda vez que, el nuevo servicio de salud público Insabi, ya no ofrecía esa asistencia…
“El señor quedó en espera del estudio y finalmente a las 8:00 de la noche perdió la vida”, relata la información del rotativo poblano.
Y así, hay varias historias.
Tantas, como excusas de los funcionarios federales.
¿Y dónde está Abdala Dartigues?
¿Anda todavía por ahí el por cierto denunciado ante la Secretaría de Función Pública, por meterse en lo electoral, súperdelegado?
En el caso del desabasto de medicamentos y las reclamaciones al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en Puebla, es la administración estatal la que ha tenido que dar la cara.
Miguel Barbosa en persona ha tenido que meterse a suplir las ineficiencias del ex diputado federal.
Así lo hizo el viernes pasado, cuando acudió al Hospital del Niño Poblano (HNP), para atender a los padres de pacientes con cáncer, que clamaban por medicamentos.
Ofreció y concretó la ayuda.
Pero de Abdalá, el sobrino político de Manuel Bartlett Díaz, (su poderoso protector) director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), nada se sabe.
Como las avestruces, permanece con la cabeza escondida bajo la tierra de su incompetencia.
Rodrigo es el fantasma más caro en la nómina de la 4T.
No se ve, no escucha y menos se siente.
Por ello y por todos los errores en su andamiaje, el Insabi no funciona.
Y no hay a la vista soluciones.
Si el Seguro Popular y sus errores eran el purgatorio en la tierra…
El Insabi ha resultado un infierno.
LOS EXCESOS PERSONALES DE GENOVEVA: IMPONE A SU NOVIO COMO REPRESENTANTE DEL PAN ANTE EL IEE
En Garganta Profunda no acostumbramos meternos en vida privada de nadie, pero es inevitable hacer referencia a ella cuando alguna conducta afecta la vida pública.
Los partidos reciben recursos del erario, por lo que éstos y sus dirigentes son obligadamente sujetos de escrutinio.
Genoveva Huerta, la presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Acción Nacional en Puebla, no es la excepción.
No debe y no puede serlo.
De ahí que hemos venido dando cuenta de sus yerros.
La destitución, injustificada y artera, de Amparo Acuña como secretaria de Promoción Política de la Mujer (PPM).
Todo, por los rencores acumulados contra su esposo, Jesús Zaldívar, presidente del Comité Municipal en Puebla capital.
Luego, con lo que deja la impresión de que se trata de una conducta reiterada y misógina, también defenestró a la coordinación de la bancada albiazul en el Congreso local,Mónica Rodríguez Della Vecchia.
Otra vez, “por sus pistolas”.
Ahora, comete otro “tropiezo” más.
Y más grave.
Huerta colocó a su novio como representante del PAN ante el Instituto Estatal Electoral (IEE), en sustitución de Óscar Pérez Córdoba.
Irving Vargas Ramírez, quien públicamente es pareja de la presidenta estatal panista, también es el representante titular, como consta en la página de IEE.
Su relación es conocida y así consta en el apoyo y halagos que, a través de sus redes sociales, él le ha prodigado.
Lo mismo aplaudiendo su dedicación al trabajo, que su brillante sonrisa.
Su relación personal está en el ámbito de lo privado, sin duda, pero desborda su intimidad, cuando trasciende a la vida institucional del PAN en Puebla.
Sí, se confirma: Genoveva Huerta fue, es y seguirá siendo el peor error de Martha Erika.