Con tres facciones bien identificadas con los también tres contendientes por la dirigencia nacional de Morena, Puebla es hoy campo de combate en esa contienda intestina que amaga con convertirse en guerra.
La actual presidenta interina, Yeidckol Polevnsky, tiene el apoyo del barbosismo, en reciprocidad con que nunca dejó de respaldar la genuina candidatura del ahora gobernador electo, Miguel Barbosa.
La supuesta favorita de Palacio Nacional, Bertha Luján, cuenta con el apoyo del “morenismo puro”, en donde están algunos cercanos a Claudia Rivera y la propia presidenta municipal, aunque no lo ha dejado ver públicamente.
Y el grupo que encabeza el senado Alejandro Armenta es previsible que se decante por el rijoso de este pleito, Alejandro Rojas Díaz-Durán, quien como alfil del coordinador de los senadores, Ricardo Monreal, se supone debe serlo también del armentismo. Esta batalla poblana se pelea en serio y podría dejar cicatrices profundas.
La premisa de ésta es la misma que ha llevado antes a los militantes a enfrentamientos: el rechazo de los fundadores a los recién llegados.
Con matices y énfasis: los puros contra los tránsfugas.
El Congreso Nacional en el que se definirá al nuevo presidente o presidenta de Morena convoca a 3 mil delegados, 10 por cada distrito electoral federal, quienes son elegidos directamente por la militancia.
Eso ocurrirá antes de noviembre.
Puebla, por obviedad, tendrá 150 delegados en ese Congreso, que sesionará en noviembre.
Según algunas fuentes, el principal operador del barbosismo para conseguir que la mayor cantidad de ellos y ellas estén a favor de Yeidckol, es el ex diputado local Eric Cotoñeto Carmona.
La mano derecha del futuro gobernador constitucional en estos temas.
El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en Puebla, de acuerdo con varias versiones, tiene más de 10 mil militantes, aunque esas cifras son siempre dudosas.
Sin embargo, el partido del Presidente de la República será gobierno estatal en 9 días y lo es ya para casi 70 por ciento de los poblanos en los municipios, además de ser mayoría en el Congreso del estado.
De ahí la importancia de Puebla en este combate.
Para la contienda por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, hay quienes han apuntado también al coordinador de los diputados federales del partido lopezobradorista, Mario Delgado Carrillo, pero todavía no hay claridad y hay quienes lo han señalado como “palero” de Polevnsky Gurwitz.
Ellos dos han mantenido una excelente relación en los últimos tiempos.
Tiempos en que ella ha enfrentado reveses de su Consejo Nacional, entre ellos la destitución de su representante ante el Instituto Nacional Electoral (INE), Carlos Suárez Garza.
Esa destitución del pasado 7 de julio fue calificada como “un duro golpe” para ella.
Delgado a lo más ha dicho que “evaluará” la posibilidad de contender.
En tanto, sin que se hayan dado todavía actos masivos de apoyo, los operadores en Puebla de cada contendiente han mantenido trabajo en tierra con los militantes, rumbo al 20 de noviembre, en que se definirá la contienda, en un Congreso Nacional.
Yeidckol ya lo hizo incluso personalmente en una visita a Puebla hace nueve días.
Alejandro Rojas también estuvo aquí hace poco, pero su gira fue un completo fracaso: ni las moscas lo acompañaron –aunque sí algunas ratas de dos patas-.
En Puebla, como ocurrió con el jaloneo de las candidaturas en 2018, esta disputa tiene tintes muy agrios.
Hay heridas añejas entre las corrientes “pura” y neomorenista, que no quedaron del todo saldadas.
Éstas, sumadas a las de la interna de este 2019 por la candidatura a la gubernatura en la elección extraordinaria de gobernador, encuentran nuevamente campo fértil para las revanchas.
Los morenistas fundadores, esos llamados “puros”, nunca han quedado satisfechos con el desplazamiento de que fueron objeto de las candidaturas.
Hay cierto rencor contra los que dejaron al PRI y PRD para sumarse a Morena, oportunamente con el tsunami lopezbradorista y hoy tienen cargos de elección popular.
Son ellos y ellas quienes ven, en la posibilidad de la llegada de Bertha Luján, la oportunidad de cobrarse las afrentas.
De ahí que Luján, quien en versiones periodísticas es vista como la preferida de Andrés Manuel López Obrador, goce de la simpatía de esa corriente, con su propuesta de “institucionalizar” al partido que no ha podido del todo trascender la inercia de “movimiento”.
La cercanía de definición de noviembre irá escalando en la emoción del morenismo.
Y la emoción, así intensa y franca, no siempre es buena consejera.
LOS AHORA “HÉROES ESPONTÁNEOS” EN EL VERDE
Han surgido últimamente, cual generación espontánea, muchos padres y madres que quieren colgarse la medalla de los buenos resultados que obtuvo el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Puebla, en la elección extraordinaria a la gubernatura, en la que acompañó a Miguel Barbosa Huerta en su triunfo del 2 de junio.
Nos comentan que hay más de uno que quiere hacerse el “héroe” y desplazar al verdadero artífice de la buena nota verdeecologista.
Esa tarea política, aseguran, fue obra del dirigente estatal y diputado local, Juan Pablo Kuri Carballo, quien tiene “toda la confianza y la estima del gobernador electo”.
Se trata de los mismo “operadores” que, por ejemplo, en la capital reportaron pésimos números, que no llegaron siquiera a 3 por ciento de la votación; incluso su “trabajo” no pudo conseguir 2 por ciento, en otros casos.
Sin embargo, en el resto del estado, se obtuvo 8.4 por ciento y poco más de 128 mil 400 votos, de la mano de Kuri.
Ello, con base en acuerdos con diputados locales, alcaldes y liderazgos regionales y distritales, como el caso de la Región Mixteca.
El PVEM es en el país y en Puebla visto por la Cuarta Transformación (4T) como un sólido aliado.
Eso y los números de este 2019 dibujan sonrisas en sus verdaderos artífices.