Está prácticamente culminando el periodo de campañas y los partidos hicieron todo lo posible para dar una última demostración de fuerza. Mucho se habla de que los mítines ya no son efectivos, que la “bufalada” no vota, que eso ya está pasado de moda y cosas por el estilo. Por supuesto que eso lo argumentan aquellos a los que ya no les da para llenar ni un salón de fiestas, como los candidatos del PRI y del PAN-PRD-MC. Lo real es que todos quieren su evento multitudinario, al estilo del candidato de Morena-PT-PVEM, quien como se esperaba ofreció una contundente demostración de fuerza en la Plaza de La Victoria que, en forma y fondo, resume lo que han sido las campañas y lo que pasará el 2 de junio.
Políticamente muerto el PAN desde el pasado 24 de diciembre, uno de los partidos que seguramente agradece como nadie el fin de las campañas es el PRI.
Con una campaña prácticamente desfondada, sus militantes en franca huida y con terribles problemas para llenar un evento, como ya lo vimos este domingo, agradece que el suplicio termine.
Los priistas se aprestan a sufrir la derrota más dolorosa de su historia, y lo peor es que no están seguros de haber tocado fondo, quizá todavía no han tocado fondo.
El priismo en Puebla no camina en unidad. Se encuentra en un periodo de crisis que significa ir perdiendo de manera paulatina todos aquellos espacios que un día fueron su fortaleza: la capacidad de operar por ejemplo en los municipios, en los cabildos, en las juntas auxiliares, entre otros.
Se encuentra en un proceso de desmantelamiento de su estructura seccional y en su capacidad de estar en las regiones más apartadas, que lo hacía el partido que movilizaba a las mayorías.
Deben reconocer que sus problemas no son de apenas, ni se generaron en los últimos años. Son el resultado de las malas acciones y los vicios que se enquistaron en un partido que generó no solo un modelo, más bien una cultura política.
Durante este proceso electoral fueron notorias las actividades de algunos priistas que operaron para sus adversarios. Algunos abiertamente han aceptado cargos en la administración pública del gobierno interino, que responde a los intereses de MORENA, otros operan desde el PRI para otros partidos, ya sea invitando a sus militantes o filtrando sus estrategias.
El escenario futuro en estas condiciones no es nada satisfactorio. La derrota en la próxima elecciones será demoledora, considerando que tampoco existe una nueva generación de priistas que asuman la reconstrucción del partido.
Por ello cobra especial relevancia la visita de Alejandro Moreno Cárdenas al cierre de campaña del alicaído candidato Alberto Jiménez Merino.
Indudablemente que la nota es la visita del que se perfila a ser el candidato más fuerte a la dirigencia nacional del ex partidazo, un cuadro relativamente joven, gobernador de un estado, ex presidente de la CONAGO y sin duda un hombre al que hay que seguir, sobre todo si el proceso de reconstrucción del PRI va en serio.
Ante la pérdida del poder en lo que se refiere a espacios en los tres niveles de gobierno, seguramente la lucha de los priistas se enfocará en el control del partido, sobre todo por aquellos que no alcancen a traicionar a tiempo, y también por los grupos contrarios que consideren dentro de sus estrategias tenerlos como aliados –algo similar, por cierto, pasará con los panistas tras la derrota del 2 de junio, aunque eso será motivo de otra entrega-.
El reto del PRI no es menor. En los días posteriores al 2 de junio seguramente observaremos la lucha que se desate por los cambios a nivel nacional y eso repercutirá en el ámbito local.
La renovación de su dirigencia representa la oportunidad de comenzar un proceso de recomposición, considerando que de no hacerlo su desaparición parece inminente. El nacimiento de nuevas corrientes al interior del PRI que deje fuera de escena a los melquiadistas, marinistas, y demás “istas” es un proceso natural.
Nuevos liderazgos se aprestan a reclamar espacios y ya estaremos al pendiente de algunos que comienzan a despuntar en este que es el más crítico periodo de sombras que ha tenido el ex partidazo.
Si el PRI aspira a competir de manera decente en los siguientes procesos electorales tendrá que ir a una batalla calle por calle, casa por casa, seccional por seccional, contra adversarios que los tienen bien medidos.
Ya veremos de qué está hecho el “nuevo PRI”. Si es que eso del “nuevo PRI” existe.