Fracasó en combatir la pobreza y el crimen; falló como líder de administración y partidista. Los resultados del sexenio de Enrique Peña Nieto, quien dejó cientos de anécdotas que fueron aprovechadas en memes con el boom de las redes sociales, va de lo hilarante a lo trágico. Aunque concretó en la primera mitad de su mandato las anheladas reformas estructurales, la economía cayó y el país nunca despejó a los prometidos niveles de bienestar. El gobierno que ofrecía la restauración del priato terminó por ser uno de las más corruptos. Sus malos resultados, con la peor calificación de la historia reciente, terminaron por hundir al PRI y pusieron alfombra roja al lopezobradorismo. Así se va el mexiquense, con la frente marchita.
Hay una consecuencia incontrovertible que nos da claridad sobre las fallas del peñismo.
Desde Los Pinos, con la mala administración que termina con el último minuto de este 30 de noviembre, se construyeron las condiciones de hartazgo social, que permitieron el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y MORENA.
Las cifras son frías y unas cuantas bastan para ilustrar estos seis años.
Casi la mitad de los mexicanos está en pobreza: 53.4 millones.
El número fue prácticamente el mismo con que recibió el país en 2012, de 53.3 millones de pobres, pero esa indeseable estabilidad evidencia su fracaso en el combate a la carestía de las familias mexicanas.
Esto, pesar de los programas estrella del gobierno que agoniza, como Prospera y la Cruzada Nacional contra el Hambre, cuyo diseño, por cierto, muchos atribuyen al ex subsecretario de Estado poblano, Juan Carlos Lastiri Quirós.
En materia de seguridad, Peña fue incapaz de detener la espiral de violencia que le heredó el panista Felipe Calderón.
Incluso se incrementó, si tomamos en cuenta la cifra de muertos en asesinatos y ejecuciones, 122 mil 300 hasta hoy, más que en el gobierno anterior, que cerró con 102 mil 859, de acuerdo con varios seguimientos mediáticos.
El sexenio peñista deja también un incremento muy importante en la deuda pública externa de 17 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, cuando la que recibió en 2012 fue de 10.32 por ciento.
En la microeconomía, pegaron mucho los aumentos que se dieron en esta administración.
Por poner un ejemplo, en 2012 el litro de gasolina Magna costaba 9.82 pesos y hoy supera los 19 pesos; la Premium se pagaba al principio de este gobierno en 10.36 el litro y hoy cuesta el doble, 20.87 pesos, en promedio.
El tema de los impuestos a los combustibles y la autosuficiencia energética fue un fiasco, a pesar de la reforma constitucional del caso.
En materia cambiaria, el mejor termómetro de la economía, cuando Peña rindió protesta el 1 de diciembre de 2012, se pagaban 13 pesos por cada dólar, y hoy está en 20.50.
Claro, en este tema en los últimos meses mucho ha tenido que ver el lopezobradorismo.
Son solamente ejemplos de lo que todos tenemos en la mente.
De lo que todos padecemos día a día.
De ahí que Enrique Peña cierre como el presidente peor calificado de la historia contemporánea.
De acuerdo con la encuesta del diario Reforma, el mexiquense de Atlacomulco está reprobado en el ánimo de los mexicanos: 68 por ciento lo desaprueba y solamente 21 por ciento tiene una opinión distinta.
El peor, desde que se realizan estos ejercicios.
Su incapacidad, pero también sus anecdóticos e involuntarios momentos hilarantes, son ya comidilla popular.
Por un largo rosario de sucesos, este sexenio se convirtió también en paradigmático de la corrupción en México.
La Casa Blanca de Peña y su esposa, la actriz Angélica Rivera, se convirtió en escándalo y monumento a la impunidad.
La frivolidad de él y su familia, tanto como en otros sexenios, fue evidente.
Sin embargo, las redes sociales hicieron mayor la indignación social, aunque haya históricamente casos más escandalosos, como los del lopezportillismo.
El fracaso se da a pesar de las supuestas condiciones favorables.
Peña pudo finalmente realizar, en la primera mitad de su mandato, las reformas estructurales que se esperaron y anhelaron por décadas, solamente para naufragar en la transformación del país.
Si con esas modificaciones se suponía que México alcanzaría los niveles del primer mundo en materia energética,telecomunicaciones, condiciones laborales, educación y otros rubros, con Peña nada se avanzó.
Esas reformas legislativas además tuvieron un alto costo para él y el PRI y enterraron cualquier bono que ante el peñismo podría haber tenido ante la sociedad.
Desde ahí, que los ciudadanos comenzaron con un repudio manifiesto a su gestión y voltearon cada vez más los ojos hacia López Obrador como opción.
Peña enterró a su partido.
Sus decisiones y acciones impopulares, su incapacidad para capitalizar el apoyo que tuvo incluso de la oposición en sus primeros tres años, la corrupción de sus funcionarios y la inmovilidad ante el fuego interno en el priísmo y su administración, construyeron la sepultura del tricolor.
Le faltó energía para controlar a sus subordinados en el gobierno y también la mano le falseó para controlar a sus emisarios políticos.
Hoy el partido que obtuvo el primer lugar hace seis años en las urnas es tercero y su presencia legislativa es irrelevante.
Enrique Peña Nieto defraudó a aliados y detractores.
Así termina este viernes su paso por la historia de México, como presidente.
En el balance, el peñismo significa para el país un retroceso de lustros.
No, menos, de décadas.