A pesar de tener el tiempo como rival, de recibir una Puebla lastimada, de encontrarse con conflictos políticos que le son ajenos, pero que debió encarar, y hasta de enfrentar adversidades naturales, el gobernador Tony Gali ha realizado una administración conciliadora y con buenos resultados a contrarreloj; un ejercicio pleno que no se dejó opacar por las sombras del pasado reciente. Con el paso de los meses, su gobierno será ponderado en plenitud por aliados y opositores. El mandatario que sólo tuvo 22 meses se va satisfecho por el trabajo realizado en una de las etapas más convulsionadas de la historia poblana, por la puerta principal y con el reconocimiento incluso de sus detractores recurrentes. No es extraño, de hecho, escuchar en mesas y sobremesas que se le va a extrañar y que es una lástima que no haya podido gobernar todo un sexenio.
Tony Gali se propuso y tuvo que hacer en un mes, lo que otros gobernadores realizaban en un año o más.
Esa fue la premisa y el acicate para sí y para todos sus colaboradores.
De ese modo asumió el reto y alcanzó sus metas.
Enfrentó, literal y metafóricamente, sismo y huracanes, pero igual no los usó como pretexto para dejar de cumplir ninguno de los 22 compromisos que selló con Puebla y los poblanos.
Sanó algunas heridas que le heredó Rafael Moreno Valle, con su estilo diferente -muy diferente- de ejercer el poder.
Fue cálido, conciliador, cercano y humano.
El final que le ha tocado vivir, de crispación política, también lo ha sabido encarar con paciencia y capacidad.
Este tránsito por un periodo de inestabilidad y vacíos de poder, debido a la polarización por el irresuelto tema de la gubernatura, lo ha surcado sin dubitaciones.
El gobernador bien puede asegurar que no fue factor ni es elemento de la impugnación y las acusaciones del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA).
Fue prudente en los tiempos de campaña y la realidad jurídica lo exonera de cualquier culpa.
También, a su paso por la administración que entregará el 14 de diciembre, Tony Gali ha sabido dejar saldos positivos.
La relación con el gobierno federal de esta sui generis administración, por lo corto de su tiempo, fue extraordinaria.
Estuvo además despojada completamente de la necesidad de acudir a las relaciones del morenovallismo para afianzar la colaboración y el trabajo conjunto.
Apenas este martes, en la inauguración de la carretera que conecta a Puebla con Acapulco, Enrique Peña Nieto y Gali se despidieron en su último encuentro en sus respectivos mandatos, con el mismo ánimo gustoso de las ocasiones anteriores.
Logros tiene muchos que presumir.
Como legado del galismo en Puebla quedan el rescate de La Célula, para hospedar a la industria militar, que ya está en funcionamiento desde la semana pasada, al menos en su primera etapa.
Su llegada es solamente comparable en su dimensión al arribo a Puebla de la armadora Volkswagen en 1964 y de Audi en 2015.
También está, especialmente reconocida, la creación de la Agencia Especializada para erradicar la violencia de género.
El esfuerzo, sin simulaciones, para combatir el huachicol.
La generación de más de 53 mil empleos en tan poco tiempo.
La reducción de los índices de pobreza y el crecimiento económico permanente de la entidad.
La línea 3 de RUTA.
El Bulevar Carmelitas.
El rescate del Parque Amalucan.
El Acelerador Lineal y el Equipo de Resonancia Magnética para pacientes que requieren atención especializada, un éxito del que no es ajeno su esposa y mejor aliada, la titular del SEDIF, Dinorah López de Gali.
De todo ello -y más- dará cuenta el gobernador este jueves en su informe de despedida.
Los números y los datos que le dan solidez a la afirmación de que entrega una buena gestión, le pese a quien le pese, aunque con un foco rojo -ya muy rojo- en materia de inseguridad y violencia: van 30 asesinatos y/o ejecuciones en la última semana.
En lo social, Gali será de los pocos que pueden andar por las calles de Puebla sin preocupaciones, sin escoltas, y hasta con el saludo amable y reconocimiento de muchos ciudadanos.
La mayoría de los ex gobernadores no lo puede hacer.
Y hay que tenerlo claro: este no es el final de su carrera política.
Después de Casa Puebla hay, incluso, posiblemente más vida pública que la que existió antes.
Además, con el plus de que la hará con un capital político exclusivamente personal.
Ya lejos de la influencia o la ascendencia del morenovallismo.
En su momento podría pelear nuevamente la alcaldía capitalina u otras posiciones.
Sobre todo, ante la falta de perfiles para contener o encarar a MORENA en Puebla, incluso si Martha Erika Alonso quedara en la gubernatura.
Todo depende que las circunstancias se le acomoden.
La construcción de su horizonte tendrá el viento a su favor.
A pesar de los escasos días, Gali gobernó para bien.
En medio de los tiempos aciagos, deja su sello.
Y sí, hasta sus críticos lo van a extrañar.