No fue el mejor día para José Antonio Meade Kuribreña en su visita a Puebla para pedir el apoyo de sectores, cuadros y militantes del tricolor. En el Centro de Convenciones, el precandidato del PRI, PVEM y PANAL a la Presidencia escuchó reclamaciones que estuvieron salpicas de episodios humorísticos y errores durante el formato de preguntas abiertas y “espontáneas”. Con dificultades para conectar de inmediato con los priístas, sin embargo el ex secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se vio genuino, sin poses, pero sin destellos. Al final, pudo levantar el ánimo de los asistentes, quienes, empero, no se pudieron llevar la certeza, el ansiado compromiso, de que 2018 no estará negociado con el morenovallismo. Esa fue la solicitud, con aroma a reproche, que trascendió como la nota del día. Más tarde, previo a su cita con empresarios, junto con el presidente del Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Ochoa Reza, advirtió a los aspirantes a la gubernatura que nada se moverá aquí hasta después del 20 de enero.
“Yo lo único que vine a hacer es pedirles su apoyo para ser Presidente de la República (…) Quien piense que Puebla está negociada, está muy equivocado. Hay las condiciones de recuperar la entidad en 2018”, son la frases que resumieron el mensaje de Meade, a quien pocos, muy pocos priístas le creyeron la socorrida frase: “Quien piense que Puebla está negociada, está muy equivocado“.
Las sentencias grandilocuentes y las arengas espectaculares de los actos políticos no vinieron en esta ocasión del visitante, del precandidato.
En cambio, el color, los yerros, los cómicos dislates y las reclamaciones por el abandono y la entrega que se ha hecho de los priístas en el pasado, vinieron en cascada de los poblanos que hicieron preguntas, en un formato que se supone sería a modo.
Mientras el participante cenecista puso en duda el triunfo del ex secretario de Energía del calderonismo el próximo 1 de julio, al pedirle su respaldo “en caso de que llegue” a Los Pinos; el integrante del Movimiento Territorial (MT) se dijo seguro de que sería un buen ¡presidente municipal!
Juana Cuevas -tan buscada como él a la hora de la selfies-, la esposa del precandidato, también aportó a la tarde de los simpáticos errores en su discurso, al quitarle tres años a su cuenta del matrimonio; Meade la corrigió cariñosamente: “tenemos 23 y no 20” años de casados.
El descaro vino del hermano de la nuera de Jorge Estefan Chidiac, presidente estatal del PRI, Raúl Rodríguez Olvera, quien subió al escenario, en ese formato que se suponía controlado, para destaparse por la alcaldía de Chignahuapan.
Antes de llegar a su cita con las bases y los cuadros -términos propios del costumbrismo priísta poblano que otra vez mostró una de sus más claras estampas-, el cuatro veces secretario de Estado se reunió con el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa y directivos de medios de comunicación.
Luego de su paso por el Centro de Convenciones sostuvo un breve encuentro con los aspirantes a la gubernatura, en la casa del diputado local José Chedraui Budib, en donde ya estaba preparada una comida con empresarios.
Tal vez ahí se dio la única instrucción clara: les dijo que “esperen hasta el 20 de enero” y platicaron además del caso Puebla, en donde el tricolor no ha definido alianza para los comicios locales y quedó fuera del convenio nacional con los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (PANAL), cosa que tiene muy pero muy nerviosos tanto a Jorge Estefan como a los aspirantes a Casa Puebla.
Precisamente, en el que fue el discurso con mayor esencia del acto con militantes, el coordinador de los diputados federales del PRI, Víctor Giorgana Jiménez, le hizo a Meade un recuento de los agravios, “marginación y represión”, del morenovallismo y le pidió que en el estado se replique la alianza que a él lo cobija.
También puso su pincelada de color, al referirse al voto juvenil: “te reiteramos nuestra confianza, nuestro apoyo y nuestra decisión de ir a buscar voto por voto en cada uno de los espacios del territorio poblano y, especialmente, acompañar a los jóvenes, de ser necesario, de antro en antro”, dijo Giorgana.
Pero la demanda que sepultó arengas y porras y dejó un sabor amargo, a recriminación, se refirió a las “negociaciones” del pasado reciente.
Antonio Hernández y Genis, presidente del ICADEP en el estado, puso en aprietos al precandidato de la coalición “Meade, Ciudadano por México”.
“En Puebla hemos pasado los priístas por momentos muy difíciles desde el punto de vista político-electoral. Queremos nombrarte nuestro abogado en los altos círculos del partido para que no otra vez nos vayan a negociar, otra vez nos vayan a abandonar a medio camino porque es verdaderamente difícil enfrentarse a esas circunstancias”.
La respuesta del ex canciller en dos gobiernos distintos, uno panista y el actual priísta, fue que está equivocado quien eso piense, pero no abundó más.
De coaliciones y posibles “negociaciones”, Meade Kuribreña no aclaró, en realidad, nada.
Sus respuestas no se salieron del guión.
No dejó ninguna contundente certeza ni compromiso específico con la militancia.
Fue una tarde en la que el color lo pusieron los priístas poblanos.
Una estampa de otras que vendrán.
Porque esto apenas va empezando.
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Esta columna vuelve el martes 2 de enero.