Su trayectoria política ha sido vertiginosa. Apenas con dos años a la cabeza del PAN, Ricardo Anaya se deshizo de amigos y enemigos y logró sumar a su proyecto electoral al PRD y a Movimiento Ciudadano en una coalición que incluso se disfrazó de “ciudadana” al principio, pero que ya perdió ese carácter. La alianza Por México al Frente, así registrada, lo tendrá a él como candidato presidencial, después de que barrió con sus posibles rivales frentistas, incluyendo a Rafael Moreno Valle y Miguel Ángel Mancera.
Consolidada la alianza derecha-izquierda Por México al Frente, que perdió el carácter ciudadano hasta en el nombre, Ricardo Anaya afianzó también su proyecto presidencial, que empezó a cimentar desde hace un par de años, cuando llegó a la dirigencia del Partido Acción Nacional a costa de someter, engañar y traicionar, sello de su vertiginosa trayectoria política.
Desprovisto de lealtades –“yo no tengo dueño”–, liquidó a su principal impulsor en el PAN, Gustavo Madero; sometió a Rafael Moreno Valle, cuya operación electoral lo llevó a la dirigencia, y empujó a renunciar al partido a Margarita Zavala, quien amenazaba su ruta hacia la candidatura presidencial y la alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano (MC). Llegó hasta a humillar a Moreno Valle: el jueves 7, un día antes de formalizar la alianza, se reunió con él para rechazar sus pretensiones de ser coordinador de los senadores, postular a los diputados federales de Puebla y hacer gobernadora a su esposa, Martha Erika Alonso. El exgobernador montó en cólera y amenazó venganza.
Y al final, antes de irse al Instituto Nacional Electoral (INE) a registrar Por México al Frente, se reunió con el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, sólo para notificarle que el acuerdo político, desde el inicio de las negociaciones, fue que el candidato presidencial le corresponde al PAN. Astuto, con Santiago Creel como su principal consejero y Dante Delgado (líder de MC) como su nuevo “maestro” en política, Anaya esquivó el acecho del gobierno y del PRI para impedir la alianza, que Andrés Manuel López Obrador también quería evitar. “Ya se terminó el Frente, no duró nada”, dijo el aún puntero en la carrera presidencial. Con una elección interna en el PAN diseñada a su medida y con un incondicional como su sustituto –Damián Zepeda, quien mantendrá el control de la estructura política y económica partidaria–, Anaya apunta a ser candidato presidencial a los 39 años, la misma edad en que lo fue Carlos Salinas de Gortari hace tres décadas.
Fuente: Proceso