Un milagro. Así describen supervivientes y vecinos el desenlace del accidente de un avión comercial de la compañía Aeroméxico que se desplomó la tarde del martes en la capital de Durango, al norte de México. Poco antes de las 16.00 (hora local) la aeronave había despegado rumbo a Ciudad de México en medio de una fuerte tormenta. Minutos después, perdió el control y cayó todavía dentro de los terrenos aledaños al aeropuerto Internacional Guadalupe Victoria, pero fuera de la pista. El accidente, milagrosamente, no provocó ningún fallecido entre los 103 pasajeros, entre ellos, un sacerdote de la ciudad que acababa de volver de un estancia en EE UU.
Muchos pasajeros lograron salir de la nave por su propio pie y el equipo de bomberos del propio aeropuerto sofocó con rapidez el incendio causado tras el impacto. 18 personas permanecen hospitalizadas. Los casos más graves son el de una menor de edad con quemaduras en el 25% de su cuerpo y el piloto, operado la noche del martes de urgencia por una lesión cervical. “La oportuna actuación de tripulación y pasajeros evitó pérdida de vidas humanas”, ha asegurado este miércoles la compañía en una rueda de prensa.
Un día después del accidente, el terreno donde cayó el avión, un pasto baldío, marcado por zarzas secas y arboles espinosos, aún conserva los restos del fuselaje que quedan en pie después del incendio, que provocó una voluminosa cortina de humo. “El protocolo exige que todo se quede tal y como quedó hasta que se terminen los peritajes”, apuntan unos operarios de Aeroméxico que han llegado a la zona y prefieren no dar sus nombres.
A falta del informe definitivo de los peritos y la autoridad aeronáutica civil mexicana, el gobernador del Estado, José Rosas Aispuro, informó el martes que el avión –un modelo Embraer 190, uno más habituales en las aerolíneas comerciales– fue “repentinamente” afectado por una ráfaga de aire cuando estaba despegando. El viento zarandeó la nave provocando que descendiera “bruscamente” y tocara tierra con el ala izquierda. “Se desprendieron los dos motores de la aeronave” y el avión “se proyectó fuera de la pista, desplazándose sobre el terreno y quedándose aproximadamente a 300 metros de la zona de aterrizaje”.
“Se activó el código rojo en la ciudad (650.000 habitantes) para que nadie saliera de sus casas y obstaculizara el rescate. Los primeros minutos nadie sabía que pasaba. Ya horas después se supo que no había personas fallecidas. La verdad es que fue un milagro que sobrevivieran todas”, apunta Rosy Guacín, vecina de 47 años.
La destreza del piloto durante la maniobra de emergencia –la nave nunca perdió la horizontalidad–, el rápido acceso de los bomberos al lugar del siniestro y la activación de los dispositivos de evacuación fueron claves. “Duró como dos minutos en el aire y bajó. Dio muchos golpes y todos empezamos a salir. Fue todo muy rápido”, recordaba Guadalupe Herrera, una de las pasajeras, en declaraciones a medios locales. “El avión cayó –citaba otra pasajera, Jackeline Flores– y se fue deslizando un largo tramo hacia delante. Con la vibración se cayeron todas las maletas del pasillo y empezó el incendio. Justo por el ala veo que había un hueco. Inmediatamente le quité el cinturón a mi hija y nos salimos por ahí. Tenía miedo de saltar y quemarme, pero saltamos. Saltamos sin pensarlo”.
Los toboganes de evacuación se activaron correctamente, aseguró el Gobernador, facilitando la salida de los pasajeros “antes de iniciarse el incendio”. Un cuarto de hora después del accidente llegaron las primeras ambulancias y el equipo de bomberos. El aeropuerto, que permaneció cerrado durante las primeras horas tras el accidente retomó su actividad normal durante la noche del martes.
“El avión iba despegando y hubo una condición en donde el piloto decidió quedarse en la pista. Hay una diversidad de posibilidades que pueden generar el aborto de despegue como una falla de motor, un viento arrochado o la falla de otro sistema como el hidráulico o eléctrico. Los pilotos hicieron todo lo que estaba en sus adiestramientos para efectuar una maniobra de este tipo con la mayor seguridad posible”, subrayó en un comunicado la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA).
En los últimos dos años se han registrado 309 accidentes e incidentes aéreos en México. El Colegio de Pilotos Aviadores de México emitió un duro comunicado criticando la regulación de las aeronaves: "Se requiere que la autoridad aérea incremente de manera inmediata la supervisión a las escuelas de aviación, a la aviación general y ejecutiva, así como en materia de mantenimiento de aeronaves, operaciones aéreas, capacitación y formación. Resulta inaceptable la autorización de la propia autoridad aeronáutica para que algunos operadores asignen a sus tripulaciones un número de horas de vuelo mayor al permitido por la Ley Federal del Trabajo".
Aeroméxico, antigua aerolínea pública del país, subrayó por su parte que la nave, que lleva cuatro años funcionando con la empresa, pasó su última revisión en febrero, que cumplía todos los estándares internacionales y que la tripulación –dos pilotos y dos sobrecargos– había comenzado comenzando su jornada laboral con ese vuelo, número AM243. El avión, sin embargo, acumulaba ya cuatro vuelos desde la mañana del martes.
El dictamen definitivo de la autoridad aeronáutica civil podría tardar hasta 10 meses. El Gobierno mexicano ha creado por su parte una comisión especial para investigar las causas del accidente, que contará con la participación de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de Estados Unidos y el fabricante brasileño Embraer.
Fuente: El País