De un lado están los rudos y del otro los técnicos pero al final, todos se encuentran en el ring: se trata de la lucha libre mexicana. Este fin de semana el Gobierno de la Ciudad de México firmó un decreto para declararla Patrimonio Cultural Intangible, con el cual se reconocen los conocimientos, creencias, prácticas, técnicas, sistemas de representación y transmisión relacionados con esta práctica.
La lucha libre es un deporte, pero también se trata de una representación escénica y un espectáculo cultural. Según la Unesco, para que una actividad como la lucha libre pueda ser declarada patrimonio cultural inmaterial debe estar constituida por usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, además de los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales en los que se desarrolle.
Según datos de la Secretaría de Cultura de la capital mexicana, en 1922 se llevó a cabo la primera lucha por un campeonato profesional, pero no fue hasta mediados de siglo, cuando la lucha libre comenzó a transmitirse por televisión, que este deporte empezó a ser popular entre los mexicanos y los capitalinos.
“Póngale una máscara a un hombre y dirá la verdad”, ha dicho escritor Juan Villoro sobre la lucha libre parafraseando a Oscar Wilde. Las máscaras, la afición, las películas de luchadores y toda la parafernalia que existe en torno a un cuadrilátero son otros de los elementos que envuelven a la lucha libre.
El Gobierno de la Ciudad de México ha anunciado la creación de un registro de luchadores y otras personas involucradas en este espectáculo para incluirlos en programas de apoyo a la población.
Fuente: Verne