Después de tres intentos previos frustrados, la Agencia Aeroespacial de Estado Unidos (NASA) logró este domingo lanzar al espacio la sonda Parker, que tiene el objetivo de aproximarse lo máximo posible al Sol.
A las 3.31 hora local, las 9.31 en la España peninsular, la sonda despegó de la base de Cabo Cañaveral, en Florida, a bordo del cohete Delta IV Heavy. Nunca antes una nave había intentando acercarse tanto al astro para procurar conocer mejor su naturaleza, en especial su atmósfera. “El Sol está lleno de misterios”, dijo el científico a cargo del proyecto, Nicky Fox. “Estamos listos”, añadió. “Y sabemos cuáles son las preguntas para las que queremos respuestas”.
El lanzamiento se produjo con unas condiciones meteorológicas favorables del 95%. Después del despegue, la sonda se separó del cohete y siguió su camino ya en solitario hacia el Sol. “Por el momento, la sonda va bien”, dijo el operador pasada una hora de su salida hacia el espacio exterior.
La nave lleva el nombre del astrofísico de la Universidad de Chicago Eugene Newman Parker, de 91 años, que en 1958 fue pionero al acuñar la teoría de los vientos supersónicos solares. Este científico es el primero que recibe en vida el nombre de una nave de la NASA. Según la agencia France Presse, el homenajeado declaró que se siente “impresionado” por la misión.
El Sol se encuentra a unos 150 millones de kilómetros de la Tierra y el objetivo es que la sonda llegue a situarse a 6,1 millones de kilómetros de distancia de la superficie solar, siete veces más cerca de lo que había logrado aproximarse cualquier otra nave. Está previsto que alcance el área más cercana a la Tierra de la corona solar (a unos 24 millones de kilómetros) en noviembre y que durante siete años permanezca en la zona acercándose más y más a la meta. La sonda orbitará 24 veces alrededor del Sol y, aprovechando la gravedad de Venus, el segundo planeta después de Mercurio más cercano al astro, irá reduciendo cada vez más su órbita elíptica y acercándose a él hasta llegar en 2025 a 6,1 millones de kilómetros de su superficie.
Parker, de 65 kilos y tres metros de altura, tiene un tamaño similar al de un coche y ha costado 1.314 millones de euros. Para soportar las extremas temperaturas a las que estará expuesta, la nave va cubierta de un escudo compuesto de carbono y de unos 12 centímetros de espesor. En el interior del artefacto espacial, el clima se mantendrá en torno a los 30°. Los instrumentos científicos que transporta Parker estarán a salvo, así, de los 1.400° de la corona solar y de sus inclemencias.
La corona es la capa más externa de la atmósfera solar y es 300 veces más caliente que su superficie. Los científicos aún no entienden el funcionamiento de la turbulenta corona ni por qué su temperatura es mucho mayor. Además, sus poderosos plasmas y partículas energéticas pueden desatar violentas tormentas geomagnéticas de una potencia tal que sus radiaciones de gases podrían llegar a provocar estragos en sistemas satelitales y redes eléctricas de la Tierra.
Investigar esas explosiones y poder prevenirlas es uno de los retos. “La sonda podría ayudarnos a predecir mejor cuándo podría golpear la Tierra una tormenta solar”, dijo Justin Kasper, uno de los científicos del proyecto y experto en climatología espacial de la Universidad de Michigan. “Nos vamos a encontrar en un área emocionante, donde los vientos solares, creemos, se acelerarán”, añadió Jim Green, director del Departamento de Ciencias Planetarias de la NASA. “Es allí donde vemos gigantescos campos magnéticos que pasarán cerca de nosotros, cuando las eyecciones masivas de la corona se precipitan en el Sistema Solar”.
La sonda Parker es la nave espacial más veloz jamás construida. Según las previsiones de la NASA, alcanzará rodeando el Sol una velocidad punta de 700.000 kilómetros por hora, el equivalente a recorrer en un minuto los casi 11.000 kilómetros entre Tokio y Nueva York.
Fuente: El País